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Noticia
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Los tres puntos inciertos de la idea de una constituyente del Presidente Petro
¿Quiénes pueden participar? ¿Cuál es la vía para convocarla? ¿Qué alcances tiene?
Presidente Gustavo Petro en Montería. Foto: Presidencia
Aunque el presidente Gustavo Petro ha reiterado su idea de convocar a una constituyente que le permita contar con el marco legal para cumplir su ideario político que, según él, beneficie a la sociedad, aún son inciertos puntos de hondo calado: ¿Quiénes pueden participar? ¿Cuál es la vía para convocarla? ¿Qué alcances tendrá esta constituyente?
En la entrevista exclusiva del director general de EL TIEMPO, Andrés Mompotes, con el jefe del Estado, este le respondió que el Presidente no decide el futuro de una asamblea nacional constituyente. Ese es el primer error del debate propuesto”, dijo. “La asamblea nacional constituyente es un mecanismo democrático contemplado en la Constitución del 91”. Sin embargo, en las últimas horas, el Presidente excluyó al hasta ahora el único líder nacional que le pareció “una propuesta magnífica”.
En efecto, el rechazo a embarcar al país a un proceso de esta magnitud ha sido casi unánime de parte de los principales actores políticos. La excepción ha sido Germán Vargas Lleras, líder indiscutido del partido Cambio Radical. De ahí, surge el primer punto incierto para hacer realidad la oferta.
¿Quiénes pueden participar?
“A mí me parece magnífica, yo apoyaría esa propuesta. No creo que, como algunos medios lo han dicho, todos los sectores estén en contra de esta propuesta, yo sí participo de la misma”, señaló el exvicepresidente a Blu Radio.
Presidente Gustavo Petro y el vicepresidente Germán Vargas Lleras. Foto:Presidencia / Redes Germán Vargas Lleras.
Para Vargas Lleras, la Constituyente es un mecanismo democrático al cual podemos concurrir y ser mayoritarios, y así poner fin a este desangre en el que nos ha sumido el actual gobierno del “cambio”. Bienvenida la Constituyente, abrámosle paso a un consenso político que nos permita sacarla adelante y en el seno de ella determinar cuál será el rumbo del país”.
En ese camino, Vargas Lleras dijo que él incluso participaría sin importar que en caso de obtener una silla en una hipotética asamblea nacional constituyente lo inhabilite para ser candidato a la presidencia en 2026.
Ante esto, el Presidente respondió: “En redes, se va construyendo como si la constituyente fuera un diálogo entre los líderes políticos, un debate entre líderes políticos. “Venga y medimos fuerzas”, dicen por ahí. No, el proceso constituyente no es entre los dirigentes tradicionales del país, antes que nada es darle el poder a la población. No es el dirigente de arriba. Vargas Lleras se equivoca ahí, es la población, el común, la ciudadanía diversa adquiriendo poder de decisión”.
Si un líder político que ha sido concejal, congresista, ministro, exvicepresidente de la República y que incluso está en la comisión convocada por el propio Petro para reformar la Justicia no puede participar, ¿entonces quién?
Al contrario, del gran Acuerdo Nacional que en su momento propuso el Presidente en la constituyente serían varios los excluidos.
“Los que han tenido el poder de decisión, mayoría hombres, hombres de maquinaria, que es en la política como se llama, hombres de negocios, de poderes económicos importantes en el país, hombres de poder, incluso de poder militar, porque han tomado armas, han tomado ya, durante todos estos tiempos, desde que se convocó la última constituyente, en el 91, las decisiones. La constituyente no es para que sigan tomando decisiones, sino que, antes que nada, ya eso el pueblo lo determina, es para que el pueblo vuelva a tomar las decisiones. Las decisiones de lo que, en estos 33 años, que llevamos de Constitución, pues no han podido tomarse”, dijo el Presidente.
¿Cuál es la vía para convocarla?
“Es un proceso constituyente. El primer paso, y ese fue el discurso de Puerto Resistencia (en Cali), es organizar los comités municipales, es decir que las organizaciones de base municipales se movilicen, se junten; convocar al pueblo a la movilización, a la calle, al debate, a ejercer el poder constituyente que se puede ejercer ya en unos niveles que la Constitución del 91 permite, que están definidos como cabildos abiertos, que son mecanismos de participación ciudadana vigentes. Por eso yo digo que comenzamos un proceso constituyente, y comienza en la base de la sociedad y en todos los lugares de Colombia. El primer escenario geográfico, por el escenario organizativo que existe, es el suroccidente”, le dijo el presidente Petro a EL TIEMPO.
Aunque esta alternativa de los cabildos puede generar aplausos entre sus seguidores, técnicamente el único camino está trazado por la propia Constitución de 1991 y el cual no es un camino de rosas y menos en el contexto político actual.
“El Gobierno, tiene enormes dificultades en materializar su propuesta de la constituyente”, dice Gonzalo Araújo, politólogo de la Universidad Javeriana y con maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Salamanca, España.
“Dificultades para su mero trámite en el Congreso, no tiene como pasar un proyecto de acto legislativo que modifique la Constitución, dificultades en las mayorías, no cuenta con los votos necesarios y dificultades en los procesos de control ante la corte constitucional, pero tiene además un dificultad insuperable y es que, en el mejor escenario posible para el gobierno, que sea pasar victorioso por el legislativo y la posterior verificación o control de la Corte Constitucional, necesita cerca de 13 millones de votos favorables para la convocatoria”, argumenta Araujo.
Para este experto, “alguien debería explicarle al Presidente, con un tablero y un papelógrafo que los 11 millones de votos que obtuvo, fueron la sumatoria de sectores políticos que se montaron en el bus de la victoria presidencial, pero que, en este momento, incluso con la chequera del estado, no tienen esa fuerza política ni electoral”.
“Al presidente se le olvida que el margen por el cual ganó la presidencia fue muy estrecho. Si hiciera una revisión de ese margen estrecho con el que ganó, evidentemente entendería que no cuenta con las mayorías necesarias para lograr que se apruebe una asamblea, la convocatoria a una Asamblea Nacional”, dice Javier Rincón, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Javeriana.
Hay otro elemento que no es menor y es el de los costos. “El aspecto presupuestal y económico, pues las cifras de la economía no son muy alentadoras y convocar una Asamblea Nacional Constituyente implica en la práctica una elección. Mover todo el aparato electoral del Estado, con todos los gastos que ello implica, para realizar esta consulta específica sobre la convocatoria de la Asamblea sería un verdadero problema presupuestal para el Presidente de la República”, añade el docente Rincón.
¿Qué alcances tiene?
En la entrevista con EL TIEMPO, el Presidente detalló en profundidad los seis puntos que en resumen son: la implementación de manera efectiva del Acuerdo de Paz de 2016, una reforma judicial, un reordenamiento territorial, la necesidad de garantizar las condiciones básicas de vida, el cambio climático y un diálogo para el fin de la violencia y la reconciliación.
Como una constituyente tiene un punto de partida casi siempre preciso, también es cierto que de ahí en adelante es la apertura de una caja de Pandora. Así, por ejemplo, Vargas Lleras dijo que también se debería incluir si se pone fin al gobierno del presidente Petro.
El analista Gabriel Cifuentes cree que mientras muchos tratan de responder a estos tres interrogantes, el Presidente tiene la mirada puesta en las elecciones de 2026.
“El llamado a una constituyente ha generado un revuelo político. No solo por el momento, su inconveniencia, sino por la falta de claridad en la intención del presidente Petro”, dice este experto.
Para el analista, mientras que el Presidente se imagina una asamblea constituyente popular, sin anclaje legal ni definiciones claras (proceso material). Sea como sea y sin saber aún cómo se materializa el llamado a la asamblea, lo que sí resulta claro es que los motores para la campaña del 2026 ya están calientes. Desde la oposición, dice Cifuentes, el único que aceptó el llamado, hábilmente por lo demás, fue Vargas quien ve, en el proceso formal, una posibilidad clara de derrotar al presidente y de paso ponerse en la primera línea de candidatos opcionados en el 2026.
“Por otro lado, sin caer en su propia trampa, el presidente sabe que el proceso formal lo llevaría a una derrota política, por lo que tratará de avanzar lo más que se pueda en la narrativa constituyente material. Esa misma que le permite justificar porque su gobierno no ha podido cumplir, quienes son los culpables y el camino que se debe seguir para hacer realidad la promesa de cambio. En esa aparente contradicción lógica y semántica, donde se pretende señalar que una constituyente no es para cambiar la constitución sino para que se cumpla, ha dejado consignados desde ya los 6 derroteros de la próxima campaña política”.
En esta misma orilla está el senador independiente Humberto de la Calle Lombana: “No hay que equivocarse. Es el 2026 el que está en juego. El talismán de la Constituyente será el eje de la campaña del Pacto Histórico. El slogan será sencillo. ¡Cambio, ahora sí. Sin el lastre de la oligarquía y de los poderes constituidos! Bajo ese mantra, Petro logra dos cosas: mitigar el impacto de su falta de realizaciones y reverdecer el motor del cambio, generando en sus seguidores una ilusión remasterizada. Y poner en marcha un procedimiento: la agitación permanente mediante cabildos abiertos cuyo sustrato será la añeja idea del poder constituyente primario”.