La voz del senador Iván Cepeda se ha convertido en una de las que despiertan mayor credibilidad y respeto en el Pacto Histórico y en aquellos sectores afines al Gobierno. Ha sido enfático en decir que, aunque no está de acuerdo con la idea de una asamblea constituyente, esto no significa que esté atacando o que haya dejado de apoyar el programa del presidente Gustavo Petro.
En entrevista con EL TIEMPO, el senador y negociador de paz hace un balance de las jornadas de marchas que vivió el país durante las últimas semanas. Reconoce que el Gobierno debe abrir espacio al diálogo y a escuchar a los sectores que marcharon el 21 de abril, pero también invita a la oposición a prestar atención a los ciudadanos que salieron el 1.º de mayo. Sin embargo, insiste en que el clamor popular de la ciudadanía en las calles, venga de donde venga, no debe ser utilizado para cálculos electorales por ningún sector.
¿Cómo queda el país tras las movilizaciones de las últimas semanas?
Las marchas que vivió el país el 1.º de mayo fueron, en primer lugar, muy masivas, multitudinarias, con una gran diversidad de sectores, contó además con la presencia de sectores populares y organizaciones sociales, pero también de ciudadanos de todas las procedencias. Fue, para hablar de su proporción, equiparable y en algunos casos superior a las marchas del 21 de abril. Eso, en mi parecer, demuestra que en el país las fuerzas no están enteramente de un lado. Ahora, por supuesto, aquí hay muchos ciudadanos que están por fuera de las contradicciones entre el gobierno y la oposición, que están mirando esto, digamos, desde una perspectiva distante, pero en el campo político es evidente que hay fuerzas que tienen un nivel de equilibrio, por decirlo de alguna forma. En segundo lugar, además del aspecto meramente cuantitativo, está también la calidad de lo que se vio y en ese sentido diría que lo que yo pude observar es que quienes estaban en la movilización del miércoles eran personas que tenían convicciones. Es decir, no eran ciudadanos que estaban ahí de manera casual o porque, como algunos afirmaron, los habían llevado engañados o pagándoles para simplemente hacer acto de presencia. Era gente totalmente convencida de que las propuestas, los programas, las reformas que ha planteado el Gobierno son las que se requieren, obviamente, personas que creen en ese programa en distintos grados y con distintos matices. Vi gente muy convencida en su defensa del Gobierno y del presidente Gustavo Petro, entonces, mi conclusión es que, así como se dijo que el 21 de abril se le envió un mensaje el Presidente para que se sentara a reflexionar sobre el mensaje político que dejaban esas movilizaciones, en términos de la crítica al Gobierno y de la necesidad de que se abriera el diálogo, ahora podría decirse algo similar en relación con los sectores de oposición. Ahí también hay un llamado y es un llamado a pensar en los cambios que requiere el país, sobre si están dispuestos a un acuerdo, si realmente hay una voluntad para ceder, si es necesario, para que haya un acuerdo nacional.
¿Cómo conciliar los mensajes de ambas marchas, es decir, cómo no quedarse con solo uno de los mensajes?
Lo que podríamos ubicar allí en el terreno de confluencia es precisamente la necesidad de buscar un diálogo que conduzca a un acuerdo entre todos, porque en ambas movilizaciones se expresó un clamor en favor de que las cosas cambien en el país, para que se resuelvan problemas, obviamente desde perspectivas muy distintas, pero esos problemas son fácilmente identificables. En un caso se le puede llamar más una exigencia de seguridad, en el otro una exigencia de paz, en el caso del 21 de abril la necesidad de reactivar la economía, el llamado de los empresarios a que se pueda garantizar la libre realización de su economía y de sus propósitos de emprendimiento, y en el otro el clamor porque haya una política social y cambios sociales. En fin, hay unos motivos o causas que en ambos casos pueden ser identificados con distintos nombres y desde distintas perspectivas, pero que muestran que es necesario llegar a un acuerdo para resolverlos.
Usted ya sentó su posición frente a la constituyente, ¿qué análisis hace hoy del discurso del presidente Petro con respecto a esa propuesta?
Yo celebro que el Presidente haya dedicado una parte muy importante de su discurso al asunto del acuerdo nacional, eso hay que subrayarlo porque algunos creían que este era un asunto ya descartado, sin embargo, es claro que lo vuelve a poner en el centro de la discusión política. En segundo lugar, él dice que tiene que ser un acuerdo que se haga sobre una base sólida, que implique desde los sectores populares garantías de que no va a ser simplemente una promesa o un pacto que no se cumple, entonces para él la garantía es que sea el fruto de un proceso constituyente. Esto muestra que aquí el problema no es una asamblea constituyente, como se había pensado en un primer momento, sino un proceso en el cual la ciudadanía, los sectores populares tengan una intervención muy clara. No se trata solamente de un pacto entre élites, sino que la ciudadanía intervenga de manera decisoria.
Pero esa idea sigue generando resistencia más allá de que se plantee de esa forma. Hay sectores que lo perciben como una idea para seguir en el poder...
No creo que sea el objeto. El Presidente ha sido especialmente reiterativo en que cualquier acuerdo nacional o proceso constituyente no implica que él va a optar por una reelección, pero sí apoyar, obviamente, el programa que nosotros defendemos. Entonces es necesario que así como se decía que el 21 de abril llamaba al Gobierno Nacional a la reflexión, que este 1.º de mayo llame a la reflexión a los sectores de la oposición.
¿Cree que de ahora en adelante vamos a ver una democracia en las calles, es decir que unos sectores salgan a marchar y que los otros respondan?
Creo que en esas venimos desde hace ya tiempo, es decir, las movilizaciones son parte de la acción política, pero aquí más que ese sentir en las calles lo que creo que debería ocurrir es un movimiento en las conciencias y en las decisiones políticas, del lado del Gobierno, del lado también de quienes están en la oposición o de los que se atribuyen ser centro y en general de todos los ciudadanos. Eso creo yo que puede hacer la diferencia, pero ojalá esto no se convierta en algo electoral o en un forcejeo por ver quién saca más gente a la calle.
Pero usted considera que hay gente haciendo campaña desde ya...
Lamentablemente, aquí, lo he dicho también en el Congreso, algunos de los dirigentes políticos piensan, como decía Churchill, más en las siguientes elecciones que en las siguientes generaciones y, evidentemente, no es el momento para esa clase de cálculos o apuestas, aunque cada quien tiene derecho de hacerlas. Lo que quiero decir es que el país lo que requiere hoy es pensar los problemas y en las soluciones a esos problemas de fondo, más que en qué estrategia publicitaria o narrativa pública se va a emplear para hacerle el mayor daño a quien está en la orilla del frente o en sacar el mayor provecho para lograr acumular un electorado para las próximas justas en el 2026.
En términos políticos, ¿qué efecto pueden tener estas manifestaciones que hemos visto en las decisiones que se tomen en el Congreso?
Lo que se demostró con las marchas es que esta es una fuerza que tiene poder y potencia, y que puede mover gente, que a pesar de las encuestas, a pesar de esos dictámenes que se hacían de que el presidente Petro ya estaba liquidado en las calles, hay una amplia franja del país que cree en el proyecto del Gobierno y eso debe pesar a la hora de las decisiones políticas en el Congreso.
¿Usted ve propicia la radicación de una nueva reforma de la salud teniendo en cuenta que hay otros proyectos que el Gobierno quiere sacar en esta legislatura?
Creo que este es uno que tiene un especial significado y me parece muy importante que haya sido objeto de una concertación. Ahora, algunos dicen que no es la concertación máxima o ideal, pero hay que reconocer que en esto el Gobierno ha procedido y eso me parece que es muy importante. Creo que este es uno que tiene un especial significado y me parece muy importante que haya sido objeto de una concertación. Ahora, algunos dicen que no es la concertación máxima o ideal, pero hay que reconocer que en esto el Gobierno ha procedido y eso me parece que es muy importante. Lo que escuché exactamente fue una referencia que viene en tiempos en los cuales hay que tomar decisiones que puedan ser decisiones que susciten mucha polémica e incluso reacciones, y que para eso es bueno que si los ministros no están lo suficientemente comprometidos o se sienten de alguna manera incómodos u objeto de alguna clase de presión, también puedan tomar la decisión de continuar o no en el ejercicio de sus carteras.
¿Cómo analiza el final de las relaciones con Israel, otro de los anuncios del presidente Petro?
La situación se ha tornado insostenible, es decir, sin duda se debe condenar toda acción terrorista o violenta contra el pueblo de Israel, pero también, y en este caso eso sí es un factor decisorio, el gobierno de Netanyahu ha practicado el genocidio, ese es el problema. Es decir, no es cualquier crimen el que se está realizando allá en la Franja de Gaza y en otros territorios ocupados, es realmente una acción premeditada de exterminio, que tiene un carácter supremamente tenebroso y sórdido. Por ejemplo, acciones como elegir blancos como los niños, el personal médico o las fuentes de vida como son la acción humanitaria, matar al pueblo palestino de hambre o por el desplazamiento que también es posteriormente perseguido y aniquilado. Todo ese conjunto de situaciones, a mi modo de ver, han hecho insostenible la relación con Israel.
¿Cómo queda el proceso de negociación con el Eln tras la crisis generada por los diálogos regionales y tras la declaración de que solo habrá una mesa nacional?
Desde la delegación de paz le hemos pedido al presidente Petro, que es el jefe de la política de paz y que en este caso y ante una situación que ha ido desarrollándose es quien innegablemente tiene una influencia y un impacto en la mesa, que tome las decisiones que él considere adecuadas. Lo que creemos que debería realizarse es que continúe este proceso de paz territorial en Nariño, pero que no afecte la mesa de diálogos. Para eso es necesario definir claramente el estatus del grupo que hay allí (frente Comuneros del Sur del Eln) y que obviamente se pueda brindar una salida sin afectar la mesa nacional.
CAMILO A. CASTILLO