La legalización del uso de derivados de la marihuana con fines medicinales, en el país, es un proceso que lleva más de 30 años. Se inició con la Ley 30 de 1986, pero la reglamentación tuvo que esperar hasta el 2015, cuando el Gobierno expidió el decreto 2467. Luego vino la publicación, el año pasado, de cinco resoluciones que fijaron las reglas de juego para la producción y transformación de cannabis para fines médicos y científicos.
Después de otorgarse las licencias a varias empresas que se dedicarán a esta tarea y en espera de que se obtengan los primeros productos y se surtan los trámites de registros y regulaciones, es tiempo para que la gente se empiece a familiarizar con este tema.
Utilidad y efectos secundarios
Se ha demostrado que los derivados de la marihuana pueden reducir dolores crónicos y agudos, no solo en enfermedades terminales sino en el dolor neuropático (el relacionado con la afectación de trayectos nerviosos) y el vinculado a procesos inflamatorios. También en controlar el dolor en artritis reumatoide, esclerosis múltiple y migraña, entre otros; reducir náuseas y vómitos en tratamientos de cáncer y VIH; estimular el apetito; contribuir en casos de asma y disminuir la presión intraocular en el glaucoma de ángulo abierto.
Pero como ocurre con sustancias similares, el cannabis puede tener efectos secundarios, tales como la somnolencia, desorientación, confusión e hipotensión, los cuales se pueden controlar mediante la reducción de las dosis. En muchos casos, estos efectos desarrollan tolerancia y desaparecen en el curso de unos días. No se han demostrado complicaciones o muertes por sobredosis.
Dicho esto, surge una pregunta común y es si usarla con fines medicinales puede ser la puerta de entrada al consumo de otras drogas de abuso. Hay que decir que la marihuana es la sustancia ilícita con mayor consumo, asociado en gran medida por la alta accesibilidad. Sin embargo, es difícil sostener que la marihuana sea la puerta de entrada a otras drogas. De hecho, es el alcohol la droga que más frecuentemente antecede al consumo de drogas más peligrosas. Adicionalmente, el riesgo disminuye en lo que respecta al cannabis para uso terapéutico, de restringido y formulación bajo determinadas presentaciones y dosificaciones.
Aunque la evidencia disponible indica que en los lugares donde se ha aprobado el uso de la marihuana medicinal no ha aumentado el consumo en la población adolescente, no hay que ignorar la preocupación de que podría disminuir la percepción de riesgo de la población adolescente, por lo que se requiere delimitar de manera clara las condiciones del uso.
Otros mitos
Los estudios sobre la conexión entre violencia y el consumo de marihuana y de alcohol indican que la marihuana parece disminuir la agresividad. De hecho, no existe evidencia del creciente número de hechos delictivos, como ocurre con el consumo de otras drogas, como la cocaína o el alcohol.
También se piensa que cualquiera puede consumir marihuana medicinal, pero lo cierto es que la regulación debe definir que estos derivados tienen control estricto. Y solo los médicos, a través de fórmulas específicas, como se hace actualmente con los fármacos de control, las pueden istrar.
Así actúa en el organismo
Hay dos grupos de componentes químicos contenidos en la marihuana que actúan en el organismo de los que se desprenden sus efectos medicinales: el THC (tetrahidrocannabinol), que el investigador Raphael Mechoulam encontró en 1964 en Israel y es el principal compuesto psicoactivo de la planta, y los llamados cannabinoides, que no tienen efectos psicoactivos y son potentes antiinflamatorios y analgésicos.
En el cuerpo existen receptores específicos para estas sustancias, y en el caso de los cannabinoides se descubrió que, de la misma forma como produce estimulantes como la adrenalina o la endorfina, el cuerpo los produce cuando los necesita.
Estas sustancias son parecidas a las que están contenidas en la marihuana, que, en el caso de la planta, son llamados fitocanabinoides. Estos se unen a receptores que se llaman CB1y CB2, y por esa vía la marihuana tiene aplicación terapéutica.
Es un sistema de neurotransmisión que actúa no solo en el cerebro: también en otros órganos y tejidos del cuerpo. Este sistema regula muchos procesos importantes como la acumulación de energía, la modulación del dolor, la respuesta inflamatoria. Es un protector neuronal y psicológico.
REDACCIÓN SALUD