En total, fueron 919 relaciones con un promedio de 1,57 minutos de duración, con un intervalo de 58 segundos entre ellas, lo que de lejos permite inferir que de lo que se trataba era simplemente de enumerar la presencia de astas masculinas en el departamento inferior de la actriz, porque de orgasmos, eyaculaciones y aledaños, no se habla nada.
El asunto va más allá, porque al parecer tuvieron que pasar diez años para que esto tuviera reconocimiento masivo, dado que, según otros registros, esto ocurrió por allá en 2004, cuando se publicitó como “la mujer que tuvo sexo con más de 900 hombres por un día”, y se comparaba con antecesoras que habían alcanzado 646 y 759 encamadas, hasta ese momento, las de mayor frecuencia.
Lo cierto es que desde entonces, Sparks es conocida en las plataformas de contenido XXX como la más prolífica sobre el catre adobando cerca de 100 filmes que la inagotable actriz ha acumulado desde el 2002, cuando inició su carrera en la industria.
Por supuesto que esta “hazaña” lo único que genera son réditos y publicidad porque no hay que dejar de lado que la actividad sexual verdadera dista mucho de este tipo de referencias en las que priman, esencialmente, intereses de corte comercial que, lejos de la mojigatería, no pasan de los fogonazos propios de los titulares de prensa y de los comentarios que generan en tonos de exclamación.
Ahora, sin dejar de lado que el libro de los Guinness Records destaca personas y situaciones poco usuales y que desbordan la normalidad en el contexto mundial, no sobra reiterar que acciones como estas no están exentas de riesgos que empiezan, además de la fatiga y el consecuente desgano ante una tarea determinada por una meta numérica, por las potenciales enfermedades de trasmisión sexual que pueden filtrarse a pesar de las precauciones y prevenciones que resultan mínimas ante la dimensión de los encuentros.
Por otro lado, pueden existir lesiones y desgarros por carencia de lubricación natural, dado que aquí el interés ya no es erótico, a lo que se suman espasmos y retracciones musculares, dolores articulares en razón de que no hay tiempos para estiramientos o pausas específicas dentro de una jornada en la que incluso el sueño, la hidratación y alimentación adecuadas –como se aprecia– son condiciones marginales.
Insisto, que cada quien se relaciona con su cuerpo como le parezca pero, a todas luces, esto no merece ningún tipo de análisis, y menos conclusiones que puedan alimentar una discusión sana con respecto al aquello y sus aledaños. Es, sin más, una tontería. Por supuesto, tampoco debe generar cuestionamientos de gran calibre porque, como bien lo reza el Guinness Record, es algo afortunadamente excepcional.
En términos de frecuencia cada quien debe fijar sus parámetros de tiempo, según se sienta satisfecho y si la señora Sparks considera que estos desbordes le son gratos, allá ella. Lo mismo para quienes se van a la cama con gusto pocas veces a la semana. Hasta Luego.
ESTHER BALAC
Para EL TIEMPO
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