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Noticia

‘Lamentablemente, necesitamos pasar por una mala etapa en nuestra vida para aprender a amarnos’: relato de Laura Patiño, sobreviviente del cáncer de mama

Descubrí que tenía cáncer cuando inicié el proceso para ser madre. Uno nunca está preparado para una mala noticia.

Laura Patiño Guevara, sobreviviente del cáncer de mama

Laura Patiño Guevara, sobreviviente del cáncer de mama Foto: Archivo particular

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Soy Laura Patiño Guevara, soy de Bucaramanga, tengo 49 años y fui diagnosticada cuando tenía 38, en el año 2013. Cumplo 16 años de casada con un maravilloso esposo, un apoyo incondicional. No tenemos hijos y en el momento que queríamos tenerlos fui diagnosticada con cáncer, entonces debimos parar absolutamente todo. Soy el primer caso en mi familia de cáncer de mama. Esto —una vez más— nos indica que no es necesario que haya una herencia genética.
Para ese momento, ya llevábamos un tiempo casados con mi esposo y queríamos tener hijos, entonces iniciamos el proceso. Consultamos a un ginecólogo particular, porque nos parecía raro que lleváramos bastante tiempo intentándolo y no quedábamos embarazados.
Laura Patiño

Ya llevábamos un tiempo casados con mi esposo y queríamos tener hijos, entonces iniciamos el proceso. Ahí me descubrieron el cáncer. Foto:Archivo particular

Cuando me hicieron los exámenes, el médico oprimió mi seno derecho y salió un líquido, como agua-leche. Me dijo que tenía la prolactina alta y que, por esa razón, no quedaba embarazada, entonces debía comenzar un tratamiento para estabilizar los niveles de prolactina.
No me pidió realizarme una ecografía mamaria, ni mamografía y yo no tenía ninguna sospecha de que algo malo podía pasar porque tenía menos de 50 años, aunque no me hice autoexamen tampoco, entonces confié en el especialista. Eso fue en el mes de febrero.
Quería tener una segunda opinión y pedí cita con un especialista de fertilización acá en Bucaramanga, para el mes de junio. Pero a finales de mayo tuve un accidente doméstico, me resbalé en mi casa y caí sobre mi lado derecho. Quedé bastante golpeada y me salió una bola en el seno, pero pensé que era por el golpe.
Pensé que me había preparado para la noticia, porque durante toda esa semana presentía que el diagnóstico iba a ser positivo, o sea, sabía que iba a tener cáncer. Pero eso es mentira, uno no se prepara nunca para una mala noticia
Pasaron los días, los moretones se fueron, pero la bola no. Quince días después, recuerdo que empecé a sentirme bastante intranquila. Con mi esposo, tenemos un muy buen amigo, quien es médico radiólogo especializado en mama, entonces mi esposo lo llamó y le contó. Él me dijo que al siguiente día debía estar, a primera hora, en su consultorio.
Al otro día llegué a la clínica y tan pronto tocó la bola, su rostro cambió y me dijo: ‘Vamos a hacer una ecografía, mamografía y biopsia’. Cuando me dijo lo de la biopsia, yo enseguida pregunté si tenía cáncer. Solo me dijo que había que esperar los resultados, eso tardó 8 días.
Pensé que me había preparado para la noticia, porque durante toda esa semana presentía que el diagnóstico iba a ser positivo, o sea, sabía que iba a tener cáncer. Pero eso es mentira, uno no se prepara nunca para una mala noticia.
Laura Patiño

Laura Patiño Foto:Archivo particular

Cuando pasó esa semana, llegamos al consultorio y, efectivamente, tenía diagnóstico de cáncer. Nuestro amigo también estaba afectado con la noticia. Fue un momento duro, creo que más para mi esposo que para mí.
Luego visitamos a un oncólogo, también amigo, quien nos confirmó el diagnóstico y, además, nos dijo que era un cáncer muy avanzado. Ahí fue cuando realmente acepté la noticia y me di cuenta de que no estaba preparada para el diagnóstico, fue duro.
Esa primera noche, cuando supe que tenía cáncer, lloré, porque pensé en la muerte. Lloramos con mi esposo hasta quedarnos dormidos. Pero, al otro día me desperté, me miré en el espejo y dije: ‘Bueno, Dios, yo no me voy a morir, yo quiero vivir mínimo hasta los 90 años, pero estando bien. No sé cómo lo vas a hacer, pero, por favor, necesito que me ayudes con eso’.
Una semana después inicié con las quimioterapias, siempre procuraba llegar con la mejor actitud y en cada cita me arreglaba como si fuera para una fiesta. No me gustaba pensar que era un medicamento que me iba a afectar. Nunca vomité, con eso digo todo, sí me daban náuseas, sí me sentía mal por unos 3 o 4 días, pero al quinto día ya quería salir y retomar mi vida.
Después tuve la cirugía y ahí se detuvo la quimioterapia para ver cómo era la respuesta del cuerpo. Necesitaba tener la herida completamente sana para empezar nuevamente otras ‘quimios’. Cuando terminé otro ciclo de estas, continué con radioterapia.

Renunciar al deseo de ser madre

Creo que es un diagnóstico que hay que llevar con la familia y con los amigos de la mano, si no, realmente uno no sale adelante. Y es un diagnóstico que también tienes que amar, porque ahí se aprende a amarse a uno mismo.
Lamentablemente, necesitamos pasar por una mala enseñanza, por una mala etapa en nuestra vida para aprender a amarnos, amar a la familia, a los amigos, nuestro entorno, lo que tenemos y lo que no.
Lloré como loca, creo que lloré más que cuando me dieron el diagnóstico, porque ese día acepté la enfermedad, entendí que era real
Otro momento fuerte de mi diagnóstico fue cuando se me cayó el cabello. Al principio tenía el cabello largo y me lo corté. Luego, cuando salí de la primera ‘quimio’ lo corté aún más. Ese día de la de mi primera quimioterapia, mientras la enfermera me daba todas las recomendaciones, me dijo que la próxima vez que nos viéramos, 12 días después, ya no iba a tener pelo, pero yo estaba convencida de que no se me iba a caer.
A los 8 días exactos de la primera quimioterapia se me empezó a caer el cabello. Ese día me levanté, miré la almohada, había pelitos pequeños, tomé un mechón de cabello de mi cabeza, lo halé y me quedé con esos cabellos en la mano. Ese día lloré como loca, creo que lloré más que cuando me dieron el diagnóstico, porque ese día acepté la enfermedad, entendí que era real.
Laura Patiño

La recomendación médica era no tener hijos, luego decidimos no adoptar, aunque hicimos todo el proceso de adopción. Foto:Archivo particular

Luego de eso, cada día me levantaba sin pelo, sin pestañas, sin cejas, que es una parte de vanidad para nosotras las mujeres. Sin embargo, no quería perder la buena actitud, siempre me levantaba antes de las ocho de la mañana, me bañaba, me arreglaba y me recostaba de nuevo. Pero eso me hacía sentir que iba a estar bien.
Fueron casi dos años en tratamiento, mi oncólogo dijo que gracias a Dios no tuve hijos porque el tipo de cáncer que tenía era hormonal, entonces si hubiera quedado embarazada, posiblemente el cáncer se hubiera regado por todo el cuerpo.
Mi ventaja fue que el tumor se había encapsulado, entonces no hubo ningún tipo de metástasis, siendo un diagnóstico tan avanzado. En la cirugía me retiraron los ganglios, efectivamente tenía más del 80 % de mis ganglios comprometidos. Retiraron todo eso y, 10 años después, estoy muy bien y feliz.
La recomendación médica era no tener hijos, luego decidimos no adoptar, aunque hicimos todo el proceso de adopción. Pensamos que si Dios quiso que no tuviéramos hijos, pues sería por algo.
Cuando terminé el tratamiento, me tomé una copa de vino, yo nunca lo dudé, siempre supe que iba a salir de eso. Fue más un brindis por esa victoria de seguridad que tenía, un brindis a la vida que sabía que seguía, fue un muy buen brindis, la verdad.
Afortunadamente, también llegué a manos de una mastóloga, la mejor que pude encontrar, y me ayudó a rearmar el seno con mi propia grasa. Siempre tuve muy claro que no quería una reconstrucción, sí me dieron la posibilidad de optar por una prótesis, pero no quería volver a pasar por una cirugía y siempre tuve eso muy claro.
A las pacientes que acaban de ser diagnosticadas les digo, sí se puede, ámate y ama a los demás. Porque lamentablemente necesitamos pasar por estos malos momentos para poder darnos cuenta de que realmente somos importantes y que nuestra gente alrededor también es fundamental.
Además, es importantísimo aprender a hacernos el autoexamen, lo aprendí después de toda esta experiencia, pero lo aprendí. Es necesario tocarnos, hacernos el autoexamen, estar alerta a todo lo que no es normal en nuestro cuerpo, consultar un especialista y hacernos una mamografía, yo recomendaría, incluso, hacerse el examen, así la EPS no se lo dé porque, lamentablemente, no la practican a las mujeres menores de 50 años.
ELIM JOHANA ALONSO DORADO
Periodista de EL TIEMPO

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