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Niños, jóvenes y porno / Sexo con Esther

La cosificación de las mujeres y las altas dosis de violencia en la pornografía son signo de alerta.

Para el gobierno de su país, consumir contenido pornográfico es un grave delito.

Para el gobierno de su país, consumir contenido pornográfico es un grave delito. Foto: iStock

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Hay que ser claros: el consumo temprano de pornografía distorsiona la realidad en torno al sexo y transforma las relaciones emocionales de los jóvenes.
Esto, valga decir, no es una presunción exagerada, sino parte de las conclusiones de la investigación titulada ‘Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales’, que fue llevada a cabo por la Red Jóvenes e Inclusión y la Universidad de las Islas Baleares (Palma, España), en la que además se demostró que el 70 por ciento de los jóvenes españoles que manifestaron consumir pornografía lo hicieron desde los ocho años de edad, y la práctica se generalizó a los 14 años.
Aunque el masivo ya es llamativo, el mayor problema, según el estudio, es el grado de cosificación de las mujeres y las altas dosis de violencia y prácticas de riesgo utilizadas para ello en este tipo de contenidos, que, si bien algunos s son conscientes de que no representan la realidad, curiosamente sí inducen a algunas prácticas y a la cualificación de unos roles que se imitan.
Aquí hay que decir que algunos académicos manifiestan que la educación basada en el respeto, la empatía, la educación y la responsabilidad podría ser suficiente para que los menores de edad separaren claramente el espectáculo de sus actos.
Sin embargo, existen otras corrientes que insisten en que todo consumo sin control y sin criterio acarrea problemas como los que menciona la pesquisa.
Lo anterior, según esta segunda rama de expertos, hace entonces que se genere una dicotomía desde el plano social para enfrentar la situación. Por ejemplo, otros estudios han demostrado que el consumo de pornografía crea adicción, precisamente porque activa los mismos mecanismos de recompensa cerebral que el sexo real.
Es decir que esto puede deslizarse por terrenos de la insatisfacción y la búsqueda creciente de placer, que, a su vez, podrían atentar contra el desempeño normal, que en edades tempranas podría convertirse en patologías difíciles de erradicar.
Y en ese contexto vale la pena mirar con seriedad otro resultado del estudio español que deja ver que más de la mitad de los encuestados (54 por ciento), sobre todo los varones, “toma prestadas ideas de la pornografía para llevarlas a la práctica en sus experiencias personales”.
Según la investigación, a esto se suma el agravante de que, al querer imitar lo que han visto, el 12,2 por ciento de los hombres y el 6,3 por ciento de las mujeres “lo hicieron sin el consentimiento explícito de su pareja, y sin que a esta le hubiera parecido bien”.
(Le puede interesar: Sexo y genética)
Las estadísticas del estudio son dicientes. Estos son datos y hay que darlos, ojalá para actuar. Porque, aunque desde este espacio se defiende la sexualidad como un componente natural, necesario y fundamental de la vida en múltiples edades, es importante orientar las cosas dentro de marcos que fortalezcan la personalidad y no lo contrario. Hasta luego.
ESTHER BALAC
Para EL TIEMPO

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