Un informe difundido la semana pasada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), de las
Naciones Unidas, reveló que
el volumen de basura electrónica en el mundo aumentó un 8 por ciento entre el 2014 y el 2016.En el documento, llamado ‘El monitor global de la basura electrónica 2017’, se advierte que ese aumento, atribuido al incremento del poder adquisitivo y a la caída de los precios de los dispositivos electrónicos, supone un “creciente riesgo para el medioambiente y la salud humana”.
Según los datos recopilados, la cantidad de aparatos con baterías o enchufe que fueron desechados el año pasado ascendió a 44,7 millones de toneladas, incluidos es solares, celulares, neveras, televisores y computadores. Y apenas un 20 por ciento de esa cifra se recicló, dice el documento. Lo grave del asunto es que el 76 por ciento de los aparatos desechados el año pasado fueron a parar a vertederos o incineradoras, reciclados de manera informal o quedaron almacenados en domicilios.
En el caso de Colombia, se menciona que se generaron 5,6 kilos de basura electrónica por habitante en el 2016, algo así como 275.000 toneladas.
Los riesgos
Édgar Erazo, director ejecutivo de EcoCómputo, programa de posconsumo de aparatos electrónicos, le dijo a EL TIEMPO que la composición de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos es muy diversa, llegando a contener hasta más de 200 compuestos diferentes, de los cuales hay varios elementos potencialmente peligrosos para la salud humana.
“Generalmente, en estos equipos encontramos hierro y acero, que representan el 50 por ciento del residuo, seguidos por plásticos –que se encuentra en un 21 por ciento–, además de vidrio, tarjetas de circuito impreso, cerámica, caucho y otros materiales”, dijo.
Pero son los químicos y los metales líquidos los que representan un riesgo mayor, menciona Erazo, y pone de ejemplo el plomo, el mercurio, el cio y el arsénico.
“Por sí solos, estos residuos no afectarían a personas ni al ecosistema, pero al manipularlos de manera incorrecta se aumenta el riesgo de exposición a sustancias peligrosas, las cuales se encuentran dentro de los aparatos eléctricos y electrónicos”, asegura.
Juan Vicente Conde, médico salubrista especializado en medicina laboral, afirma que el cio, el mercurio y el plomo, que forman parte integral de muchos de estos elementos, entre otros de las pilas de celulares y los monitores, son tóxicos en cualquier cantidad para el organismo, y dice que un problema adicional es que esta basura puede mezclarse con otras sustancias y llegar a las personas y a otros seres vivos, generando riesgo de muerte.
Por sí solos, estos residuos no afectarían a personas ni al ecosistema, pero al manipularlos de manera incorrecta se aumenta el riesgo de exposición a sustancias peligrosas
Se ha visto –apunta el experto– que estos afectan el cerebro, los riñones, el sistema respiratorio, los aparatos reproductivos; y según estudios de altísima evidencia, pueden ocasionar problemas crónicos, infertilidad y fallas multisistémicas que al combinarse con otras patologías pueden acelerar la muerte.
Hernando Nieto, presidente de la Asociación Colombiana de Salud Pública, dice que este es un problema muy grave que el mundo ha estado opacando a expensas del desarrollo porque, entre otras cosas, las industrias y los sistemas sanitarios han olvidado que a la par de que promocionan sus productos también tienen la obligación de instruir sobre la forma como hay que desecharlos o disponer de ellos en el momento en que se tornen inútiles.
Para el especialista, existen varias formas de que los elementos nocivos de toda esta basura puedan llegar al cuerpo. Por ejemplo, al mezclarse con la basura normal, las pilas de cio, que son las que usan en el ámbito casero en casi todos los elementos electrónicos, entran en o con humedad y fácilmente pueden contaminar fuentes de agua que después, al usarse en riegos, pueden llegar a los alimentos y a los animales de consumo humano.
Lo mismo ocurre con el mercurio, metal líquido que puede ser manipulado por las personas o terminar en las aguas residuales. Se sabe que este compuesto se usa como quelante en muchas industrias y en los monitores de pantalla plana como dispositivo de iluminación, y puede alterar el sistema nervioso central, particularmente en las edades tempranas de desarrollo.
En el caso del plomo, por ejemplo, contenido en los tubos de rayos catódicos, se ha probado que puede causar daños cognitivos en la primera infancia y alterar el sistema nervioso y reproductivo en todas las edades.
Otros componentes
Pero, además de los ya referenciados, Conde dice que existen otras sustancias contaminantes en estos productos tecnológicos que han sido vinculados con daños en el organismo, como los retardantes de fuego bromados (RFB), utilizados en teléfonos celulares y computadores y los cuales producen neurotoxicidad, evidenciada en alteraciones para el aprendizaje y la memoria, además de comprometer la tiroides y las hormonas del ciclo sexual femenino.
También está el cromo hexavalente, presente en muchas cubiertas de metal, pues se ha demostrado que puede producir cáncer; y el níquel, componente de algunas baterías, vinculado con problemas respiratorios, alergias, irritación en ojos y piel y, algunas autoridades lo han vinculado con la génesis de cáncer. Asimismo, el litio, utilizado en baterías, que puede ocasionar fallas respiratorias, daños en el sistema nervioso y desarreglos digestivos.
Pero tanto Conde como Nieto coinciden en que un elemento altamente contaminante y al que poco se le presta atención es el cloruro de vinilo (PVC), el plástico utilizado en casi todos los productos electrónicos como aislante de cables y alambres. Se ha demostrado que este libera dioxinas y furanos, químicos altamente persistentes en el ambiente y tóxicos aun a muy bajas concentraciones.
¿Dónde termina todo?
Según la ONG Green Peace, en la mayoría de países del mundo no existen políticas de gobierno para abordar el problema, con el agravante de que muchos programas de recolección y reciclado adelantados por las empresas son meramente publicitarios.
El organismo dice que mucha basura electrónica termina en basureros y rellenos e, incluso, incinerada, lo que aumenta los problemas. Y este tipo de finales para estos productos elevan los riesgos. Por ejemplo, mencionan que al depositarse en rellenos empiezan a descomponerse y forman lixiviados y gases que, por un lado, afectan el entorno físico de manera directa y, por el otro, en el caso de los líquidos, se disuelven en el agua y contaminan el ambiente en general.
Cuando se incineran, el plomo, el cio y el mercurio van a la atmósfera y pueden bioacumularse en la cadena alimentaria, particularmente en peces que luego son consumidos por el hombre. Otros productos como el PVC, las dioxinas y los furanos también pueden ser absorbidos por la gente por esta vía.
Pero, para la ONG hay algo peor: mucha basura electrónica es exportada desde los países desarrollados hacia los menos favorecidos, violando todos los convenios al respecto y agravando el problema porque se deja la gestión de este tipo de residuos a los más pobres que, valga decir, nunca utilizaron los aparatos originales.
¿Cómo manejarlos?
Los aparatos electrónicos que terminan su vida útil no son una basura común y, por tanto, no pueden ser arrojados, enterrados, incinerados o dejados en la vía pública. Lo primero que se debe hacer es separarlos de otros residuos, reunirlos y empacarlos en cajas, para luego ser entregados en centros de recolección de programas de posconsumo como EcoCómputo (www.ecocomputo.com), de la Secretaría de Ambiente (www.ambientebogota.gov.co) o del Centro de Alta Tecnología (www.cat.com.co). Allí, si todavía sirven, se reparan y reacondicionan para donarse.
Si ya no funcionan, se desensamblan y clasifican en dos grupos: corrientes limpias, que ingresan nuevamente al mercado, y corrientes peligrosas, los cuales se desechan de forma segura y responsable o se emplean para generar energía eléctrica. Por lo general, no se reciben tóneres, cartuchos, cintas de impresión, electrodomésticos, CD y mobiliario.
Seis categorías de basura electrónica
Equipos de intercambio de temperatura: refrigeradores, congeladores, aires acondicionados, aparatos de calefacción.
Pantallas y monitores: televisores, monitores, computadoras portátiles y tabletas.
Lámparas: lámparas fluorescentes, de descarga de alta intensidad y led.
Equipo grande: lavadoras, secadoras de ropa, lavaplatos, estufas eléctricas, impresoras grandes y equipos de copiado.
Equipo pequeño: aspiradoras, microondas, ventiladores, tostadoras, hervidores eléctricos, máquinas de afeitar, balanzas, calculadoras, aparatos de radio, cámaras de video, juguetes eléctricos y electrónicos, pequeñas herramientas eléctricas y electrónicas y dispositivos médicos.
Aparatos inteligentes y de telecomunicaciones: teléfonos móviles, sistemas de posicionamiento global (GPS), calculadoras de bolsillo, computadoras personales, impresoras y teléfonos.
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