¿Con qué frecuencia debemos defecar? Si busca en google esta pregunta, es probable que encuentre una respuesta del tipo de tres veces al día a una vez cada tres días.
Pero esto deja espacio para una variación sustancial. La verdadera respuesta es: cuando sienta la necesidad.
De hecho, posponer habitualmente las ganas de evacuar y ralentizar el "tiempo de tránsito" intestinal puede estar asociado con un mayor riesgo de problemas como cáncer de intestino, diverticulosis (pequeñas bolsas del revestimiento del intestino que sobresalen a través de la pared intestinal), hemorroides y fisuras anales y prolapso.
Es por eso que la regla de oro de la gastroenterología es prestar siempre atención a la "llamada a defecar" cuando se presenta la urgencia.
El estímulo de la comida
A principios del siglo XX, los fisiólogos determinaron que ingerir alimentos era un poderoso estímulo para abrir los intestinos y se refirieron a esto como el reflejo gastrocólico.
Suele ser más potente después de un ayuno y, por lo tanto, después del desayuno.
Los bebés generalmente vacían sus intestinos cuando se presenta la necesidad. Sin embargo, tan pronto como podemos tomar decisiones por nosotros mismos, alrededor de la misma edad en que comenzamos a caminar, aprendemos a suprimir esta urgencia.
Aprender a controlar los intestinos es un paso importante en el desarrollo, pero algunos de nosotros lo llevamos demasiado lejos; descubrimos que a veces podemos hacer que este impulso desaparezca temporalmente si lo ignoramos por un tiempo, porque ahora no parece un momento conveniente.
Pero la supresión habitual de este impulso puede estar asociada con síntomas que incluyen:
- estreñimiento
- dolor abdominal
- hábitos intestinales variables e impredecibles
- hinchazón
- gases
- tránsito más lento de la materia a través de nuestros intestinos.
Conoce tu tránsito intestinal
Probablemente sabemos con qué frecuencia vamos al baño, pero no muchos de nosotros somos conscientes de nuestro "tiempo de tránsito intestinal completo".
En otras palabras, cuánto tardan los residuos de los alimentos que ingieres en salir por el otro extremo.
Este tiempo de tránsito es importante porque tener problemas de urgencia (una necesidad repentina y frenética de hacer caca), diarrea y estreñimiento pueden ser signos de un tránsito lento.
Hay una forma sencilla de medirlo: trague un puñado de granos de maíz dulce crudos y luego busque los granos amarillos en su materia fecal.
¿Cuánto tiempo deberían tardar en aparecer? Debería ser entre ocho y 24 horas.
Tránsito más lento
Nadie está diciendo que debe vaciar sus intestinos donde y cuando quiera. Pero adquirir el hábito de posponerlo significa que los residuos de los alimentos que ingiere permanecen en su cuerpo más tiempo del que deberían.
Su tiempo de tránsito se alarga y su calidad de vida se deteriora.
En promedio, producimos unas seis toneladas de materia fecal a lo largo de nuestra vida, compuesta de agua, bacterias, materia nitrogenada, carbohidratos, materia vegetal no digerida y lípidos (grasas).
Cuanto más tiempo permanezca esta mezcla de cosas dentro de nosotros, más propensa será a la fermentación y la descomposición.
Esto produce no solo gases, sino también sustancias químicas conocidas como metabolitos, que luego se ponen en o con el revestimiento del intestino y pueden absorberse.
Los riesgos de un tránsito lento
La idea de la autointoxicación del colon no es nueva.
Desde la época de los antiguos griegos, se pensaba que los productos de desecho en el intestino contribuían a un desequilibrio de los cuatro humores corporales (sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema) fundamentales para una buena salud.
Kellogg's, parte del movimiento por la sobriedad en Estados Unidos en el siglo XIX, desarrolló cereales para el desayuno para tratar tanto el estreñimiento como la falta de moral, que creían que estaban conectados.
Un tiempo de tránsito más largo se ha relacionado con un mayor riesgo de problemas gastrointestinales significativos, como:
- cáncer colorrectal
- pólipos colónicos
- diverticulosis
- cálculos biliares
- hemorroides.
El interés reciente en el microbioma también ha relacionado la disbiosis (o cambios en las bacterias que viven en nuestros intestinos) con el tránsito lento.
Por lo tanto, el tránsito lento también puede estar asociado con una gama más amplia de enfermedades relacionadas con la disbiosis gastrointestinal.
Un hábito saludable
Usted puede mejorar sus hábitos intestinales aumentando la cantidad de fibra y líquidos en su dieta, haciendo ejercicio regularmente y estando en o con tu colon.
Algunas personas incluso utilizan la terapia cognitiva conductual para mejorar la función intestinal.
Pero lo más importante es que, cuando su colon se lo pide, lo debe escuchar.
*Martin Veysey es profesor honorario de la Universidad de Newcastle, en Reino Unido.
*Este artículo se publicó en The Conversation y ha sido reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haga clic aquí para leer la versión original (en inglés).
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