Los peligros para nuestros niños en Colombia, en el ecosistema digital de internet y redes sociales, están desbordados. Horrorosamente desbordados. Es verdaderamente preocupante la cantidad de casos de sexting, acoso, abuso, venta de alucinógenos, vapeadores, entre otros, que cabalgan libremente en lo digital ante la angustia de padres y adultos.
Solo en el tema del abuso sexual de menores, durante el primer semestre de este año, el Centro Cibernético de la Policía ha desmontado más de 14.500 sitios de internet y perfiles de redes sociales y de chat dedicados al comercio de imágenes con abuso sexual de menores en Colombia.
Son Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla e Ibagué las ciudades con la mayor cantidad de denuncias de este terrible delito, de casos de personas que abusan de menores para vender esos ‘contenidos’ en poderosas redes de pedofilia a nivel mundial.
Es pasmosa la cantidad de perfiles de Telegram, por ejemplo, dedicados a la promoción de ‘contenido’ para todo tipo de parafilia, con nemotecnias que los pervertidos usan para intercambiar dichos materiales.
Y ni para qué hablar del comercio de sustancias prohibidas o directamente ilegales a través de perfiles de Instagram y Facebook dedicados a vender desde vapeadores a menores de edad hasta happy brownies, llegando incluso a drogas sintéticas, haciendo fintas a los sistemas de control de las redes, nuevamente con palabrejas y terminologías que los algoritmos de control no detectan.
No se salva prácticamente ninguna plataforma: hasta las plataformas de videojuegos en línea viven casos de acoso y abuso, de grooming (adultos posando de niños o niñas para engañar a menores y luego extorsionarlos, abusar de ellos).
¿Qué hacer? Nuevamente, esto se trata de tener una verdadera y sólida relación de confianza con los hijos. De advertirles, explicarles, sin adornos, la realidad de la situación. Lo grave es el nivel de maldad de los abusadores que rondan por ahí.
Denunciar, abiertamente y sin tapujos, con la idea de que así se sea víctima, un caso de estos bien contado y socializado puede salvar a otros, como el camino correcto.
Las violaciones de niños, las extorsiones con fines sexuales, el ‘jíbaro digital’ son reales. Y pueden estar muy cerca de sus hijos. No se descuide.
Hablando de enemigos
Es preocupante la cantidad de casos de ataques contra medios y periodistas que estamos viendo en los últimos días. Congresistas, embajadores, políticos partidarios del actual Gobierno han desatado señalamientos muy graves contra comunicadores, en especial críticos del Gobierno. La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) ha documentado varias salidas en falso.
Desde Gustavo Bolívar “quien en Twitter tildó como enemigo a los medios de comunicación críticos de las gestiones del gobierno”, según la Flip; hasta la realmente absurda propuesta del ex precandidato presidencial Alfredo Saade de “democratizar a medios tradicionales como BLU Radio” por, según él, “descontextualizar” al Presidente.
El periodismo no es el enemigo. Informar es una obligación y un derecho constitucional. Opinar no es un delito. Usar las tribunas digitales de las redes sociales para acosar a medios y periodistas lentamente socavará nuestra democracia. Y eso sí es un enemigo que debemos desterrar.
JOSÉ CARLOS GARCÍA
Editor Multimedia
En Twitter: @JoseCarlosTecno