Una de las escenas más sobrecogedoras de Wally, la película apocalíptica de Disney protagonizada por un tierno y gracioso robot compactador de basura, en un planeta abandonado por los humanos, agobiado por los desperdicios y las guerras que terminaron por acabar el medioambiente, es esa en la que la nave que trae a Eva, la ‘novia’ de Wally, sale de la Tierra rumbo al crucero espacial donde están los humanos que lograron escapar de la catástrofe.
Al atravesar la atmósfera, la nave rompe una gruesa capa de basura espacial, millones de satélites que recubren al planeta en sus órbitas geoestacionarias.
Una imagen que todo parece indicar no estaría lejos de la realidad y del futuro cercano: estamos llenando nuestra atmósfera de miles de satélites, al parecer sin mayor control, un error que pronto ha de pasarnos factura y del cual ya hay serias advertencias.
Los primeros en poner el grito en el cielo (vaya ironía) han sido los astrónomos: desde hace unos tres años han alertado del grave efecto de la contaminación lumínica que generan los más de 8.000 aparatos que orbitan a hoy el planeta, en distintas alturas además, para el estudio del espacio exterior.
Cerca del siete por ciento de las observaciones del Telescopio Hubble, por ejemplo, se estropean por ello, advirtió la Unión Astronómica Internacional.
La Agencia Espacial Europea recordó, también para ejemplificar la gravedad de la situación, el caso en 2020 de la observación de una supuesta galaxia, que se creyó “la mas cercana al big bang”, la cual resultó ser un fiasco por un borrón ocasionado por un satélite.
Porque no se trata solo de ciencia: ¿qué pasa si por culpa de estos satélites sin control no podemos estudiar o erramos en los cálculos de un meteorito potencialmente peligroso para el planeta?
Lo complejo de este tema es que no hay solución a la vista. Se espera que al final de esta década tengamos 100.000 satélites orbitando el planeta.
No será solo Starlink, de Elon Musk, la causante del problema, sino que se le unirán otras como Amazon, OneWeb y quién sabe cuáles otras, las que tapizarán nuestros cielos de aparatos con es solares generando contaminación visual.
Los satélites claro que son importantes y necesarios para la conectividad y la digitalización de la economía, pero se requiere, urgente, de un pacto mundial de control y gestión efectiva de su uso, desperdicio, reciclaje y control, o nos quedaremos, como en Wally, sin poder ver las estrellas.
JOSÉ CARLOS GARCÍA R.
Editor Multimedia
En X: @JoseCarlostecno