No pude contener la risa ante un trino con el que me tropecé, de un profesor que compartió un pantallazo de una tarea de un alumno, que arrancaba por la advertencia que a veces ChatGPT hace al aclarar “que es una inteligencia artificial y por tanto no puede expresar opiniones o sentimiento” cuando se le pide una tarea. En palabras sencillas: el docente quiso dejar en claro que fue tan descuidado el alumno que le dejó la marca, y prueba, de que su ‘trabajo’ en realidad lo hizo una inteligencia artificial.
¿Podemos imaginar la inmensidad de trabajos escolares, universitarios, documentos laborales, en fin, que están siendo generados por ChatGPT y presentados como propios? Hasta artículos periodísticos y noticias ya están siendo generados por estas tecnologías. Y dependerá del código de ética de cada medio y periodista para aclarar y marcar, como corresponde, dicha producción como cocreada con una tecnología. Es lo mínimo. Porque esto no se trata de satanizar la tecnología. La inteligencia artificial no tiene la culpa de que algunos y algunas la usen para engañar.
De hecho, la conjunción entre la creatividad humana, de un cerebro modelando, diseñando y optimizando la producción eficiente y veloz que ofrece la inteligencia artificial, ha demostrado ser una conjunción virtuosa.
Pero, como en el mundo estamos, y la bella creatividad humana siempre termina buscando los atajos, muchos han malentendido que la inteligencia artificial llegó para “hacerme las tareas”, como lo pensó e hizo el alumno (rajado, espero) aquel. Es de destacar que usar la inteligencia artificial para autorremplazarse es el más ingenuo tiro en el pie que nos podemos dar. Porque es verdad: la inteligencia artificial puede y podrá reemplazar cargos. Y si las mismas personas lo propician, ¡peor!
De otro lado, por más mágica que parezca, es falible, comete errores. El ChatGPT gratuito cuenta con insumos del 2021 hacia atrás. Es más: le pregunté a ChatGPT cuáles errores puede cometer en sus respuestas, y me dijo que puede presentar “información incorrecta o imprecisa por limitaciones de conocimiento o falta de actualización”; también dijo que puede sufrir de “falta de contexto”.
¿Es posible saber si un texto fue generado con inteligencia artificial? Sí, se puede. Con el riesgo de que me comparen con un batracio, acá les dejo una herramienta: AI Text Classifier, de la misma Open AI (la empresa creadora de ChatGPT), le dice, al pegar un texto, si fue escrito o no por ella misma. Usemos la inteligencia artificial, pero junto a la natural.
* En esta nota no participó algoritmo alguno.
JOSÉ CARLOS GARCÍA
Editor multimedia de EL TIEMPO
En Twitter: @Josecarlostecno