Sobre la fachada exterior de las oficinas de Twitter, en San Francisco, EE.UU., se proyectó un mensaje directo a Elon Musk, actual dueño de la empresa, que cerró temporalmente las instalaciones como medida para evitar una avalancha de renuncias. “Musk es un mezquino racista, multimillonario sin escrúpulos, el mayor parásito”, se leía sobre la pared.
Además de despedir a la mitad del personal de la red social -más de 3.000 empleados-, el pasado 4 de noviembre, Musk les pidió esta semana a quienes conservaron sus puestos que debían trabajar más horas y “ser extremadamente duros”. Un mensaje que se interpretó como una amenaza y, a la vez, un llamado a la precarización laboral. A este anuncio se sumó el fin de beneficios como el teletrabajo.
El empresario y nuevo propietario señaló que quien no se sumara a la nueva política laboral, la de asumir más trabajo, sería indemnizado. Puso como fecha límite el 17 de noviembre, para que los empleados decidieran si quedarse o irse. La respuesta a la nueva orden fue una ola masiva de renuncias, muchas más de las que Musk estimaba y por esa razón, como medida de contingencia, cerró las oficinas.
“Se suspenderá todo con credencial. Las oficinas reabrirán el lunes, 21 de noviembre. Gracias por su flexibilidad. Continúe cumpliendo con la política de la empresa, al abstenerse de discutir información confidencial en las redes sociales, con la prensa o en cualquier otro lugar”, fue el mensaje que recibieron los empleados el pasado viernes.
Ante las críticas, las salidas de personal y los rumores que circulan en la red social de un posible colapso, Musk ha respondido con memes y humor. “Y… acabamos de alcanzar un nuevo pico en el uso de Twitter”, escribió en chiste. Otro trino es una imagen de una tumba con un señor posando al estilo selfie, ambos con el logo de la empresa. Incluso ha publicado el emoji de una calavera.
Lo que antecedió a la crisis
Fue tal el número de bajas que algunos empleados no sabían a qué superior presentar su carta de renuncia. Se habla de departamentos desestructurados y sin líderes a la cabeza.
Después de un proceso de compra que comenzó a principios de este año, que estuvo suspendido y llevado a juicio por falta de cumplimiento, Musk se convirtió al fin en el dueño de Twitter el 27 de octubre. Sus primeras acciones como propietario de la empresa fueron la de despedir al presidente ejecutivo, Parag Agrawal, al director financiero, Ned Segal, y a al jefe de políticas y asuntos legales, Vijaya Gadde. Según él, los directivos le ocultaron información sobre el número de cuentas falsas en la red social.
El plan inicial del empresario, además de garantizar la libertad de expresión, sin vetos a nadie, siempre fue el de recortar el personal. The Washington Post señaló que Musk estimaba echar aproximadamente al 75 por ciento de los empleados. Y efectivamente, ese propósito empezó a verse como una realidad cuando despidió al 50 por ciento de la fuerza laboral.
“Desafortunadamente no hay otra opción cuando la empresa está perdiendo más de US$4 millones por día", fue la explicación que dio de los despidos a través de un trino. La razón de las pérdidas monetarias, Musk se las atribuyó a los activistas y la presión que estaban ejerciendo sobre los anunciantes de la red social para que dejen de hacerlo.
Twitter depende económicamente del modelo publicitario. Y precisamente ese era otro de los puntos que Musk, desde antes de anunciar su interés de compra, estaba interesado en cambiar: transformar la red para que fuera de código abierto (un software abierto).
El principio de proteger la libertad de expresión para Musk va desde reintegrar a cuentas que fueron suspendidas por incumplir las políticas de Twitter, como la incitación a agresiones, discursos de odio, entre otros. El expresidente Donald Trump y el rapero Kanye West son dos de los tantos s que se quedaron por fuera de la red social. El primero, por incitación a la violencia, tras el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021; el segundo, por publicar mensajes antisemitas.
Volkswagen, General Mills (Cheerios y Lucky Charms), General Motors, Audi, entre otras empresas han suspendido el pago de publicidad en Twitter, alegando que están analizando la situación y la inversión ejecutada en mercadeo digital.
Algunas cuentas que Musk ha reintegrado en Twitter son las del psicólogo Jordan B. Peterson, suspendido por un trino en el que usó el nombre de nacimiento de Elliot Page, que hizo su transición de mujer a hombre; la humorista Kathie Griffin, quien parodió a Musk en su cuenta; y la de The Babylon Bee, que también incurrió en un discurso de odio al referirse de la funcionaria trans Rachel Levine como hombre.
Sobre Donald Trump, Musk escribió el viernes que aún no se ha tomado una decisión, pero publicó un trino en el que las personas pueden votar si se debería o no devolver su cuenta al expresidente estadounidense. Hasta el momento, no es claro si este pequeño ejercicio democrático tendrá alguna incidencia real en la decisión que tome el empresario.
Otras aristas de la crisis
Para compensar las pérdidas económicas, el propietario de Twitter propuso cobrar por una mensualidad por la verificación de cuenta (el chulito azul). Como beneficio, la red social ofrecía mayor promoción de los contenidos de los s que pagaran la tarifa. Sin embargo, esta modalidad fue suspendida por los problemas que representó, pues cualquiera con capacidad de pagar $8 dólares podía hacerse pasar por otra persona.
Eso ocurrió con la farmacéutica Eli Lilly, que fue víctima de suplantación de una cuenta que se hizo pasar por la empresa y anunció insulina gratis. Las acciones de la compañía cayeron 4 por ciento en la bolsa.
Tras los despidos del 4 de noviembre, los afectados presentaron una demanda colectiva, alegando que no hubo un aviso previo, de 60 días como lo dicta la ley federal de San Francisco, para anunciar los recortes.
"Presentamos esta denuncia federal para garantizar que Twitter rinda cuentas ante nuestras leyes y para ayudar a los empleados de Twitter a comprender sus derechos", recogió BBC Mundo de la abogada Shannon Liss-Riordan, quien lleva el caso.
"A través de este litigio, los empleados de Twitter van a demostrar al hombre más rico del mundo que ni siquiera él está por encima de la ley", Liss-Riordan.
La demanda incluye una petición de emergencia para impedirle a Twitter que siga firmando acuerdos de indemnización con los empleados despedidos. "Elon Musk ha trabajado cada día para encontrar nuevas y creativas formas de fastidiar a los trabajadores de la empresa (...), pero lucharemos para recuperar lo que se les debe, incluso de forma individual en un arbitraje si es necesario”, dijo Liss-Riordan a Business Insider.
"A través de este litigio, los empleados de Twitter van a demostrar al hombre más rico del mundo que ni siquiera él está por encima de la ley", agregó la abogada al medio económico.
Pese a ser el hombre más rico del mundo, según Forbes, su fortuna tampoco lo blinda. Ante la opacidad frente al número de despidos, bajas de los anunciantes y una deuda que asciende a los $12.000 millones de dólares, la calificadora crediticia Moody’s le retiró la calificación a Twitter. “No dispone de información suficiente o la que tiene es inadecuada para apoyar el mantenimiento de la calificación”, anunció en un comunicado.
Cada día la crisis se supera y Musk, aunque con humor, está cada vez más contra la pared por una apuesta absoluta por la libertad de expresión que cree necesaria para la humanidad dentro de una comunidad social que, al contrario, no está dispuesta a ceder a los discursos de odio.
REDACCIÓN DOMINGO
EL TIEMPO