A Edna Ángel se le ilumina el rostro y hasta le cambia el tono de la voz cuando habla de los mejores momentos que ha compartido al lado de Joel, su bebé de cinco meses de nacido.
“Cuando lo amamanto es un momento único para los dos. Yo me desconecto de todo y me conecto con él. Definitivamente se crea un vínculo muy fuerte, y cada vez que estoy con él, lo siento. Además, yo descanso y descansa él y nos conectamos de una manera muy especial”, dice esta mamá primeriza de 28 años que está casada hace seis años con Julián Polo, de 33 años.
Con la seguridad que le da la experiencia lograda durante estos primeros meses como mamá y ya de vuelta a su trabajo como digital planner, se siente fuerte y tranquila para hablar de un acontecimiento que, sin embargo, no fue nada fácil durante las primeras semanas de vida de Joel.
“Mi bebé nació ‘perezoso’; de hecho, nació dormido y tuvieron que despertarlo. No sabía succionar y le costó un poco aprender. Entonces, cuando yo lo ponía en mi seno, al minuto se me quedaba dormido y nos tocaba hacer de todo para despertarlo. Le movíamos los cachetes, le quitábamos la ropita, le poníamos pañitos húmedos, hacíamos de todo, pero durante esos primeros días no lo lográbamos”, recuerda Edna.
Como consecuencia, Joel perdió más peso del normal durante sus primeras semanas y estuvo a punto de ser internado en el hospital para ayudarlo con la alimentación. Edna, por su parte, sufrió las consecuencias físicas de tener un cuerpo listo para amamantar y no poder hacerlo de manera fluida y constante.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Ends) del 2010, en Colombia solo un 57 por ciento de las mujeres que acaban de dar a luz y reciben en brazos a su hijo inician la lactancia. El resto, por diversas razones, no lo hacen en ese momento y algunas jamás lo logran.
De hecho, solo uno de cada tres niños menores de 6 meses en el país recibe lactancia materna exclusiva; es decir, apenas el 36,1 de la población infantil en este rango de edad, de acuerdo con datos del informe Ensin, para el año 2005.
Historia de aprendizaje
Joel Polo Ángel llegó al mundo el 8 de marzo de 2018 en la clínica Juan N. Corpas, de Bogotá.
“Nació por cesárea pues se pasó de semanas. Al parecer estaba muy feliz en la panza de la mamá y ya llevaba 40 semanas. El doctor me había dicho que lo máximo que se podía esperar eran 41. Al día siguiente de un control que me hacían cada dos días rompí fuente y me programaron para la cesárea”, recuerda Edna.
Su bebé nació saludable y muy grande. Pesó 3.880 kilogramos y midió 53 centímetros. La historia para Edna fue un poco distinta y la anestesia que le pusieron para el procedimiento le produjo una baja de tensión y un malestar general que la llevaron a estar en recuperación durante largas horas.
Por eso, aunque Joel nació a las 9 a. m., Edna apenas si lo vio en ese momento y tuvo su primer o con él hacia las 5 p. m.; para entonces, el bebé ya había sido alimentado.
“O sea que el primer o de mi bebé con el alimento no fue a través de mi seno ni con leche materna, sino con fórmula. Las enfermeras no pudieron pasármelo por lo que yo me sentía mal”, señala.
Sin saber cómo hacerlo, hacia las 6 p. m. de ese día, Edna fue llevada a una habitación con Joel y así comenzaron unos días muy difíciles para ambos. Recuerda Edna que a pesar de la evidente dificultad que tenían ella y el bebé para lograrlo, las enfermeras, en lugar de tratar de enseñarle y mostrarle cómo hacerlo, se ponían bravas.
“Su labor era pasar cada 3 o 4 horas para hacerles a los bebés una prueba de glicemia, y solo si tenían una baja de azúcar, les daban fórmula. De resto, solo seguían diciéndonos que insistiéramos, pero no recuerdo a ninguna tratando de explicarme”, recuerda.
Y agrega: “Uno cree que eso va a ser como por arte de magia, y que de una vez el bebé llega y agarra el seno, así como así. ¡Y no! Así por lo menos no fue en mi caso. A uno solo le hablan de lo importante que es la lactancia, pero se les olvida hablar de la otra parte, que es lo duro que eso que puede llegar a ser”, dice.
Su pequeño se demoró casi una semana tratando de aprender a agarrar y succionar. “Mi mamá fue parte fundamental de que Joel y yo lo lográramos porque ella estuvo conmigo casi quince días y en esas semanas ella fue la que me insistió, me apoyó y me motivó para seguir tratando”, sigue.
Adicionalmente, Edna tenía un pezón invertido, según le informó una enfermera, y eso pudo haber dificultado el proceso de lactancia. Hoy en día, y a pesar de que en esos primeros días pensó en renunciar, está feliz y orgullosa de haber insistido y triunfado: ¡logró amamantar!
Durante sus cinco meses, Joel ha tenido alimentación mixta en algunos momentos y totalmente materna durante otros. “Cuando ya empezamos la rutina, algunas noches lo complementaba con fórmula para que durmiera más llenito”, reconoce la mujer.
Curiosamente, durante dos meses que estuvo visitando a sus papás en Neiva, amamantar le fluyó perfectamente. “Pero cuando regresé a Bogotá ya no me quería recibir el tetero y hasta me lo escupía”.
Sin embargo, desde mediados del mes de julio, Edna empezó a implementar la segunda etapa de su plan de alimentación para Joel. “Como yo tenía que volver al trabajo, empecé a crear mi banco de leche y a alternar la amamantada con el biberón para que él se fuera acostumbrando. Y así estamos haciéndolo”.
Para esta joven mamá, que recomienda a todas las que puedan alimentar a sus bebés, ese momento especial con Joel sigue siendo el mejor y el más importante del día. “Yo aprovecho para contarle cómo me fue en el trabajo, le cantó canciones o simplemente nos quedamos mirándonos”.
Tatiana Munévar
Para EL TIEMPO
@tatimun