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El día que en Colombia fue posible ver impactantes auroras boreales: ¿dónde se vieron?
Registros señalan que en Montería fueron testigos de la tormenta solar más potente de la historia.
Una aurora boreal se produce por la colisión de partículas eléctricas solares y vientos solares. Foto: iStock
Si pensamos en auroras boreales, esos espectáculos de luces multicolores en el cielo, lo asociamos naturalmente con zonas polares. Las conocemos como boreales o australes, dependiendo de si ocurren en el norte o en el sur, porque es en estos lugares donde se puede apreciar normalmente este fenómeno en el que partículas cargadas que llegan a la Tierra desde el espacio exterior –principalmente desde el Sol– interactúan con la atmósfera de nuestro planeta.
Según explica la Nasa, esto sucede normalmente durante un tipo de tormenta solar llamada eyección de masa coronal. Cuando estos eventos ocurren, parte de la energía y pequeñas partículas pueden viajar por las líneas de campo magnético en los polos, donde interactúan con los gases en la atmósfera. Así tenemos que el oxígeno emite luz verde y roja, mientras que el nitrógeno nos da un brillo intensamente azul y púrpura.
Aunque las hemos visto a menudo en fotografías, para los colombianos este espectáculo de luces es algo que ocurre en lugares lejanos. Por eso suena increíble que existan registros que a científicos les hace pensar que en 1859 los habitantes de poblaciones en el norte del país pudieron haber presenciado cómo el cielo se llenaba con las luces de auroras boreales.
En una investigación conjunta entre el Centro de Estudios Astrofísicos del colegio Gimnasio Campestre (Bogotá) y la Universidad Nacional de Colombia, se realizó una expedición para revisar informes históricos y libros que permitió la identificación de una narración que describe en Montería fenómenos parecidos a los de una aurora boreal: luces parecidas al fuego, resplandores llameantes y deslumbrantes, y la aparición de una inmensa forma parecida a una S en el cielo.
La aurora boreal o luces del norte son visibles desde países como Suecia. Foto:Jonathan Nackstrand / AFP
“En marzo de 1859 los habitantes de la ciudad contemplaron estupefactos un fenómeno celeste que semejaba un incendio de vastas proporciones. Negros nubarrones surcados a cada instante por candelazos de extraños fulgores; inmensas lenguas de llamas y deslumbradores globos ígneos que se deshacían para volver a encenderse segundos después, daban la impresión de cien volcanes en erupción”, así comienza el relato hecho por el sacerdote José Inés Ruiz, vicario de Montería en aquel momento.
Inmensas lenguas de llamas y deslumbradores globos ígneos que se deshacían para volver a encenderse segundos después, daban la impresión de cien volcanes en erupción
De acuerdo con el Análisis hecho por los investigadores Freddy Moreno, director del Centro de Estudios en Astrofísica, y Sergio Cristancho y Santiago Vargas de la Unal, estos eventos narrados por el religioso coincidieron con lo que se conoce como el Evento Carrington, una enorme tormenta solar que es considerada como la más potente que ha sido registrada en la historia.
Recibió este nombre porque el jueves 1 de septiembre de 1859, el astrónomo británico Richard Carrington fue quien observó por primera vez un espectacular resplandor de luz visible en la superficie del disco solar. Un evento en la que la radiación que llegó al planeta fue tal que se quemaron líneas de telégrafo en Europa y Norteamérica.
Para los científicos colombianos el registro de Montería puede ser el de más bajas latitudes se tuvo de este suceso, que llevó el brillo de las auroras a lugares insospechados como Ciudad de Panamá.
Sobre la diferencia de fechas, los investigadores explican que puede deberse a una imprecisión del cronista e historiador Exbrayat, quien recopiló la versión del padre Ruiz. Moreno señala que las indagaciones que adelantaron los llevó a descubrir dibujos en los libros de registro de nacimientos y bautismos de septiembre de 1859 que sugieren la observación de la gran actividad auroral de ese mes.
“Es probable que el aparente desajuste de los datos se haya producido debido a las dificultades implícitas en el manejo de documentos antiguos. La elección de septiembre en lugar de marzo se ve apoyada por la ausencia de informes sobre grandes tormentas en marzo de 1859”, concluyen los expertos.