Investigadores de la Universidad de Utah analizaron si el polvo espacial podría ser una respuesta ante el calentamiento global.
Sus cálculos se hicieron teniendo en cuenta las propiedades de los granos y soluciones orbitales con perturbaciones lunares y planetarias.
"Para lograr una atenuación de la luz solar del 1,8%, equivalente a unos 6 días al año de un Sol oscurecido, la masa de polvo en los escenarios que consideramos debe superar los 1.010 kilogramos", exponen en su artículo.
Otro de los enfoques que analizaron fue uno más "sencillo", que consiste en eyectar granos de polvo de la superficie de la Luna en trayectoria libre lo que proporcionaría sombra solar durante varios días o más.
Las ventajas con respecto a un lanzamiento desde la Tierra son la reserva de polvo en la superficie lunar y la menor energía cinética necesaria para alcanzar una órbita de protección solar.
Esto pues una clase de estrategia para combatir el cambio climático consiste en reducir la irradiancia solar interceptando la luz solar antes de que llegue a la Tierra.
Su conclusión se basa en que otras investigaciones indican que los aerosoles en la atmósfera terrestre pueden servir potencialmente como reflectores o absorbedores de luz que redistribuyen la radiación solar.
Y aunque los enfoques espaciales para la gestión de la radiación solar ofrecen una alternativa, son improbables.
¿Por qué funcionaría el polvo?
Las propiedades ópticas de los orbitadores permitirían mitigar el problema, pues permitiría desviar la luz, mencionan.
Estas nubes de polvo funcionarían como escudos solares artificiales que orbitan alrededor de la Tierra.
"Aunque inestables, estas órbitas corrotantes permiten la posibilidad de sombrear temporalmente la Tierra. Comenzamos evaluando las sombras producidas por varios tipos de polvo; después determinamos numéricamente las órbitas que persisten cerca de L1, incluyendo el impacto de la presión de radiación y el viento solar", proponen.
El equipo llegó a estos resultados a partir de simulación por computador.
En los escenarios descritos por los investigadores estadounidenses, esas grandes cantidades de polvo en órbitas entre la Tierra y el Sol pueden reducir la cantidad de luz solar recibida en nuestro planeta.
A diferencia de las estrategias basadas en la Tierra, la mitigación del cambio climático con este enfoque no tiene impactos a largo plazo sobre la Tierra o su atmósfera.
Según las propiedades del polvo y la forma en que se despliegue la nube, se necesitarín aproximadamente 1.010 kg de material al año para influir en el clima de la Tierra.
Las fuentes de polvo incluyen la Tierra, la Luna o posiblemente un asteroide desviado. Dado que los granos de polvo entre la Tierra y el Sol tienden a desalinearse, sería necesario reponerlos.
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