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Emmy Noether, la matemática que revolucionó el álgebra
A ella le debemos el nacimiento del álgebra moderna y el teorema de Noether.
La revolución algebraica: El nacimiento de la teoría de grupos circulará mañana con EL TIEMPO. Foto: iStock
En una época en que las mujeres no podían acceder a la universidad, Emmy Noether (1882-1935), mujer, judía y matemática, superó todas las barreras sociales, científicas y académicas para convertirse en una de las mejores mentes científicas de la historia. A ella le debemos el nacimiento del álgebra moderna y el teorema de Noether, esencial para entender la teoría de la relatividad de Einstein.
Un talento poco común que no solo cambió la forma de hacer matemáticas a finales del siglo XIX y principios del XX, sino que, además, enseñó a los físicos a entender la física, ganándose el apodo de la «madre» de la física teórica actual.
Su mente prolífica y aguda impresionó a Albert Einstein, que en 1935 firmaba en The New York Times: «Emmy Noether ha sido el genio matemático más importante que jamás ha habido desde que se permitió a las mujeres acceder a la educación superior».
La historia desconocida de esta brillante mujer está ahora recogida en el libro El árbol de Emmy (Plataforma Editorial), escrito por el matemático y divulgador científico Eduardo Saénz de Cabezón, a quien la propia Emmy Noether inspiró a estudiar matemáticas.
Ingresa en la universidad de matemáticas
9. Nuremberg, Alemania
Nuremberg se destaca por su mezcla distintiva de lo antiguo y lo nuevo, y por contar con una muralla medieval de más de 5 kilómetros que fue construida en 1325. Esta ciudad está ubicada en la región Franconia del estado de Baviera en Alemania y cuenta con una de las mayores ofertas culturales del continente entre ellas, la Casa de la Ópera, el Castillo de Almoshof, el Centro Röthenbach y el Centro comunal Langwasser que la catalogan como la novena mejor ciudad de Europa para conocer. Foto:123rf
Hija del prestigioso Max Noether, que siempre creyó en ella, y acostumbrada a las frecuentes visitas de colegas científicos de su padre, desde pequeña Emmy interiorizó las matemáticas como una forma de vida.
Al acabar la enseñanza secundaria, dejó de lado la enseñanza de idiomas en el instituto femenino y decidió que quería estudiar matemáticas en la Universidad de Erlanger-Nuremberg, donde su padre impartía clases. Dos años antes, en 1898, el Senado alemán había considerado que la isión de mujeres en las aulas «destrozaría el orden académico».
Acabo siendo una de las dos únicas mujeres estudiantes en una universidad con casi mil alumnos matriculados, aunque solo se la permitía asistir a clases, atender, aprender, pero no figuraba como alumna oficial. No sería hasta 1904 cuando apareció matriculada oficialmente como alumna de Matemáticas. A pesar de ello, Emmy consiguió brillar entre un grupo de hombres.
Tras doctorarse en 1908 bajo la tutela de Paul Gordan en la teoría de las invariantes en álgebra, se convirtió en una experta en la materia. Sin embargo, las barreras seguían existiendo para las mujeres, al contrario que sus compañeros doctores, Emmy no podía dar clases, únicamente sustituía a su padre cuando estaba enfermo y daba clases a escondidas.
El violín era otro de los talentos del genio de la física. Foto:AFP.
En 1919 se convirtió en la primera mujer habilitada para dar clases en la Universidad de Erlanger-Nuremberg, eso sí, sin sueldo. Su primer sueldo como profesora no le llegaría hasta 1923. A partir de este momento, nada pudo parar su pasión por las matemáticas.
En estos años su fama se extendió, David Hilbert y Felix Klein la invitaron a Gotinga, centro mundial de las matemáticas y la física, en busca de una compleja formulación matemática. Mientras, Albert Einstein ha revolucionado la física con su Teoría de la relatividad y hace falta inventar una nueva matemática para comprender el universo que correrá a cargo de la mente de esta mujer.
Fue así como, Noether arrojó luz al lugar donde conviven física y matemáticas, desvelando para siempre la naturaleza de las leyes de la física y poniendo las bases a la matemática que la sucederá.
«Estoy impresionado de que alguien pueda comprender este asunto desde un punto de vista tan general. No le haría ningún daño a la vieja guardia de Gotinga aprender un par de cosas de la señorita Noether», reconocía el propio Einstein al asombro de la magnitud de su talento.
Primera mujer plenaria en un Congreso Internacional de Matemáticos
A sus 39 años, lo que para un matemático se considera tarde, ella produjo uno de los trabajos más influyentes de la historia, la Teoría de los Anillos. Finales de la década de 1920 y principios de 1930 fueron para Emmy la época de plenitud científica.
En 1932, vuelve a marcar un hito al convertirse en la primera mujer que pronuncia una de las conferencias plenarias en el Congreso Internacional de Matemáticos, alcanzando por fin la élite de las matemáticas. Habrá de esperar sesenta años hasta que otra mujer sea conferenciante plenaria, Karen Uhlenbeck, en 1990.
Mientras su país se sumía en el pesimismo, la oscuridad y el discurso del odio se extendía, Emmy Noether alumbró y modificó la estructura de las matemáticas y colocó el álgebra abstracta en un lugar central.
Expulsada de la universidad por ser judía
En 1933, con la llegada de Hitler al poder, a Noether se le retira el derecho a enseñar en la universidad (se impidió a los centros alemanes contar con profesores judíos). Su condición de judía y pacifista la obligó a emigrar a Estados Unidos, aunque siempre con la mirada puesta en su querida Alemania.
Durante sus últimos años combinó su tarea docente en el prestigioso Colegio de mujeres de Bryn Mawr y en la Universidad de Princeton, hasta que en 1935 la más grande matemática vivió su ultimo día sin saber que lo era.
La historia de muchas mujeres matemáticas
Además de Noether, el libro «El árbol de Emmy» pretende arrojar luz sobre la vida de muchas otras matemáticas que, como ella, han contribuido a entender el mundo como lo conocemos y que lucharon toda su vida para ocupar el lugar que merecían.
Algunas genios de la historia como En-Hedu’Anna, Aglaónike, Hipatia de Alejandria, Maria Gaetana, Sofía Kovalevskaya, Olga Taussky-Todd (alumna de Noether), Mary Cartwright o Ingrid Daubechies.
Pero la historia no solo pertenece a los talentos. Junto a las que brillaron, la disciplina matemática también es la historia de mujeres que abandonaron, que no llegaron, que renunciaron, que cedieron a las voces que las gritaban «no puedes», o la presencia cotidiana de científicas que no destacaron.