Mientras se encontraba compilando su famoso catalogo de estrellas, y después de haber reunido cientos de registros de sus posiciones en el firmamento desde su observatorio en la isla de Rodas, el astrónomo Hiparco de Nicea alrededor del año 130 a. C. se dio cuenta de algo que le causó especial sorpresa.
El que fuera uno de los astrónomos más relevantes de la antigua Grecia, cuyos estudios y descubrimientos sentaron las bases para la astronomía moderna, notó que las estrellas estaban ligeramente desplazadas respecto a la posición que tenían en el pasado, en observaciones hechas, por ejemplo, por los babilonios siglos antes. La conclusión era simple: la posición de las estrellas estaba cambiando lentamente con el tiempo.
Hiparco había descubierto la precesión, un fenómeno en el cual el eje de rotación de la Tierra describe un círculo en el espacio en un período de aproximadamente 26.000 años. Es el tercer movimiento descubierto del planeta, después de la rotación y la traslación, asociados al día y el año, respectivamente, y causa que el eje de rotación terrestre describa un cono en el espacio.
Aunque Hiparco fue el primero en descubrir el movimiento de precesión, su trabajo fue posteriormente mejorado por otros astrónomos como Ptolomeo, quien utilizó las mediciones de Hiparco para elaborar su propio modelo del universo en el Almagesto, uno de los libros de ciencia más importantes en la historia de la humanidad, escrito hacia mediados del siglo II.
La precesión de la Tierra es un fenómeno astronómico que ha fascinado a los científicos y observadores del cielo durante siglos, siendo estudiado por algunos de los más grandes nombres de la astronomía. Cuando, gracias a Isaac Newton, se pudo estudiar la fuerza de atracción gravitacional entre objetos con masa, se explica el movimiento de precesión, como la acción del Sol y la Luna sobre la Tierra.
En particular, el efecto gravitacional sobre la zona ecuatorial, en donde nuestro planeta es más abultado debido a la rotación, que hace que la Tierra no sea una esfera perfecta, causa la pausada y armoniosa danza de precesión. El eje de rotación de la Tierra se mueve en el espacio a un ritmo de 1,5 km al año debido a la precesión.
Los polos celestes norte y sur son dos puntos imaginarios que se hallan en direcciones opuestas en el cielo y son el resultado de la proyección del eje de rotación de la Tierra. Estos puntos trazan círculos en el cielo debido al fenómeno de la precesión. En la actualidad, el polo celeste norte apunta a una distancia de solo 1° de la estrella polar, también conocida como Polaris.
Para el año 2100, se espera que el polo norte celeste apunte aún más cerca de Polaris, y que en el transcurso de la noche veamos a esta estrella completamente fija en el cielo, y todas las demás dando vueltas alrededor de ella. Dentro de aproximadamente 12.000 años, el polo norte celeste apuntará a unos 5° de la estrella Vega, la quinta más brillante del cielo nocturno.
Hacia la otra dirección, el polo sur celeste no apunta en la actualidad en la cercanía de ninguna estrella brillante y, por lo tanto, no existe una estrella de referencia como lo es la estrella polar para el hemisferio norte. Sin embargo, hay una constelación cercana al polo celeste sur, conocida como la Cruz del Sur, y que históricamente ha sido usada como referencia para ubicarse en la porción sur de nuestro planeta.
La danza de la Tierra perdurará, acompañando a los futuros observadores del cielo en nuevas aventuras de indagación.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional
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