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Historias del Cosmos: ¿Inventó Leonardo da Vinci el telescopio?
El secreto se lo llevó el genio renacentista a la tumba el 2 de mayo de 1519.
En pocas ocasiones en la historia de la humanidad, un personaje ha tenido influencia en áreas tan variadas como las artes, la ciencia y la ingeniería. Uno de los buenos ejemplos es el de Leonardo da Vinci, un exponente del Renacimiento cuyo impresionante legado nos sigue sorprendiendo después de un milenio.
Grúas giratorias para elevar objetos pesados sin necesidad de colocarlos justo debajo, puentes desmontables capaces de adaptarse al ancho del río que se quiere cruzar, vehículos blindados precursores de los tanques de guerra, prototipos de lo que llamaríamos automóviles, o un traje equipado con tubos que permitían moverse debajo del agua son solo algunos de los diseños llamativos y vanguardistas de uno de los más grandes genios que la humanidad ha conocido.
Da Vinci encontraba inspiración en la naturaleza que lo rodeaba y, más allá de proponer nuevos artilugios, su capacidad de reflexión le permitió ahondar en profundos interrogantes sobre los fenómenos de esa naturaleza que tanto lo sorprendía.
Menos conocida que su faceta de inventor, y de artista creador de algunas de las pinturas más famosas de la historia, es la de observador del firmamento, principalmente de la Luna. Noches en vela lo llevaron a obsesionarse con la observación lunar, lo cual le permitió, por ejemplo, explicar la causa de la llamada “luz cenicienta”.
Este término se utiliza para describir la débil iluminación que se observa en la parte oscura de la Luna durante las fases de luna creciente, decreciente y luna nueva.
La luz cenicienta es causada por la reflexión de la luz solar desde la Tierra, que es reflejada en la superficie de la Luna y la ilumina ligeramente. Se produce entonces por un doble rebote de la luz, en la Tierra y en la Luna, que finalmente llega a nuestros ojos.
Este fenómeno es un tipo diferente de la Luna nueva. Es la fase cuando el satélite de la Tierra no refleja ninguna luz del sol. Foto:Archivo EL TIEMPO
En la actualidad, seguimos observando al satélite natural para estudiar la luz cenicienta, que permite conocer las propiedades de la atmósfera terrestre. La cantidad de luz reflejada depende del albedo de la Tierra, es decir, de la capacidad del planeta para reflejar la radiación solar que incide sobre él, que a su vez está influenciado por la composición de la atmósfera terrestre y la cobertura de nubes, océanos, hielo, vegetación, y otros factores.Midiendo las variaciones en la luz cenicienta se puede comprender mejor cómo están cambiando las propiedades de la atmósfera y poder relacionarlo con la actividad humana.
Los misterios de la Luna embelesaron siempre a Da Vinci. En 1513 escribió una texto que es parte del Codex Atlanticus, un compendio de doce volúmenes con dibujos y escrituras que nos hace sospechar que el genio italiano estaba pensando en un instrumento que magnificara la imagen de la Luna para poder verla en detalle.
La frase “construye anteojos para ver mejor la Luna” va acompañada de un esquema que parece representar un sistema con dos lentes y rayos de luz. Esto ocurre casi un siglo antes de que el telescopio fuera inventado y popularizado con las observaciones de Galileo Galilei en 1609.
La figura de Da Vinci encierra muchos interrogantes, pero para muchos el esquema del llamado telescopio Vinciano representaría una muestra clara de que Da Vinci pudo entender las propiedades de magnificación que le permitirían conocer como nadie a la Luna y cambiar la contemplación del universo para siempre. El secreto se lo llevó a la tumba el 2 de mayo de 1519.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional