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Noticia
Historias del Cosmos: Un mundo invisible en las alturas
Una gran variedad de partículas biológicas se distribuye por la atmósfera, impulsadas por el viento y otros fenómenos atmosféricos.
El estudio de la vida microbiana en la atmósfera no solo amplía nuestro conocimiento de la biodiversidad en nuestro planeta, también proporciona pistas para la búsqueda de vida extraterrestre Foto: iStock
Flotando en el aire, un diminuto organismo se abre paso y emprende una aventura que podrá llevarlo a miles de kilómetros de distancia. No está solo; es parte de los millones y millones de pequeños seres vivos que recorren la atmósfera de la Tierra.
A gran altura sobre nuestras cabezas, donde el aire se vuelve más delgado y las condiciones son extremadamente hostiles, existe un reino microscópico sorprendente y apenas explorado, el de la vida microbiana atmosférica. Estos diminutos organismos, flotando entre corrientes de aire en un ambiente gélido y bajo intensa radiación solar, desafían nuestras ideas preconcebidas sobre dónde puede existir la vida y qué condiciones son necesarias para sustentarla.
Estos seres no solo sobreviven, sino que también pueden reproducirse y realizar actividades biológicas. Aunque la mayoría de ellos son bacterias y hongos simples, su capacidad para adaptarse a un entorno tan extremo ofrece una fascinante ventana hacia la posibilidad de vida en otros planetas y lunas en nuestro sistema solar.
Hace ya casi un siglo nació la aerobiología, una disciplina interesada en estudiar el transporte pasivo a través del aire de partículas orgánicas y organismos suspendidos en la atmósfera de nuestro planeta. Ahora más que nunca, esta ciencia se encuentra en pleno desarrollo y enfrenta grandes desafíos.
La atmósfera terrestre, especialmente la troposfera, la capa más baja que se extiende hasta aproximadamente diez kilómetros sobre la superficie, es un reino dinámico donde la vida microscópica juega un papel crucial, interactuando de manera compleja con los ecosistemas acuáticos y terrestres. Una gran variedad de partículas biológicas se distribuye por la atmósfera, impulsadas por el viento y otros fenómenos atmosféricos. Incluso se han detectado microorganismos a alturas de más de 50 kilómetros sobre la Tierra, en los límites de la estratosfera.
Incluso se han detectado microorganismos a alturas de más de 50 kilómetros sobre la Tierra, en los límites de la estratosfera. Foto:iStock
Los microbios deben enfrentar el riesgo de perder agua y secarse, por lo cual las nubes actúan como oasis en medio de la hostilidad del entorno. La importancia de estos microbios va más allá de su presencia como simples partículas en el aire que tratan de sobrevivir. Pueden desempeñar roles fundamentales en la ecología global y la salud humana, contribuyendo además al ciclo de nutrientes al liberar compuestos como amoníaco, óxido nítrico y dióxido de carbono, aunque con emisiones mínimas en comparación con las actividades humanas e industriales.
Vivimos en las profundidades de un inmenso océano atmosférico que se alza sobre nuestras cabezas, pero aún no hemos determinado el límite de la biosfera terrestre en las altitudes más extremas. Desde una perspectiva astrobiológica, el estudio de la vida microbiana en la atmósfera terrestre no solo amplía nuestro conocimiento de la biodiversidad en nuestro propio planeta, sino que también proporciona pistas valiosas para la búsqueda de vida extraterrestre en el sistema solar y más allá. Si la vida puede existir en los entornos extremos de nuestra atmósfera, ¿qué nos dice esto sobre la posibilidad de vida en Marte y Venus, en las lunas heladas de Júpiter o en exoplanetas más allá de nuestro sistema solar?
La respuesta a algunas de estas preguntas podría estar a la vuelta de la esquina, al menos en lo que respecta a nuestro vecindario cercano. Sin embargo, demostrar que un exoplaneta en algún rincón de nuestra galaxia es un mundo vivo será un desafío mucho mayor.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional