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Así enfrentaron los indígenas del Chocó el covid-19

Investigadores estudiaron comunidades indígenas del Pacífico para comprender el impacto del covid. 

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Nadie sabe cómo ni cuándo llegó el covid-19 a las comunidades indígenas del Chocó, que bordea todo el norte de la costa pacífica de Colombia. Tampoco se sabe con certeza por qué esta estela de terror, que empezó a recorrer el mundo en enero del 2020, pasó por este departamento dejando, aparentemente, menos víctimas mortales entre los pueblos tradicionales que en las grandes ciudades.
Lo que creen los jaibanás (palabra que en dialecto emberá significa sabedor, chamán o curandero) es que la menor mortalidad tuvo que ver con la aplicación de sus conocimientos ancestrales y el uso de sus medicinas tradicionales.
Para comprender cómo estos pueblos indígenas fueron afectados por el covid-19, durante el 2020 y el 2021 científicos de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), de Medellín, hicieron siete expediciones para hacer el análisis epidemiológico del coronavirus entre dichas comunidades, que comprenden alrededor del 15 por ciento de la población del departamento, y así entender no solo la dinámica de transmisión del patógeno entre sus habitantes, sino la forma como ellos lo afrontaron.
Liderados por José Mauricio Hernández, médico y docente investigador de la Facultad de Medicina de la UPB, el equipo estaba conformado por de los grupos de Salud Pública, Biología de Sistemas, Comunicación Urbana, de Pedagogía y Didáctica de los Saberes, del grupo de proyección social Piraguas y del grupo de Automática y Diseño de la UPB.
“Si para ese momento aún era bastante difícil hacer entrar en razón de la gravedad de la situación a las personas en las ciudades, imagínese lo que a los pocos meses de declarada la pandemia significaba explicar a los pueblos indígenas que enfrentábamos una enfermedad causada por un organismo invisible que, tras presuntamente originarse en un murciélago en China, pasó a los humanos y recorrió el mundo entero, enfermando a millones de personas, y que ahora eran ellos los que estaban en riesgo y debían cuidarse”, explicaba Hernández, en febrero de este año, durante la última salida de campo que hicieron los investigadores como parte de este proyecto, en el municipio de Unguía.
El proyecto, financiado por el Global Challenges Research Fund, Heriot-Watt University y la Dirección de Investigación y Transferencia de la UPB, no solo aplicó pruebas para covid-19, sino que sensibilizó sobre la enfermedad a partir de un intercambio de conocimientos modernos y ancestrales, empleando estrategias de gamificación, que consisten en comunicar la información a partir de recursos visuales de fácil asimilación y en el dialecto de cada etnia. Asimismo, los investigadores llevaron brigadas de salud orientadas a atender algunas necesidades sanitarias básicas de los pueblos.

Recorriendo el Chocó

El equipo científico de la UPB estaba conformado por, además del médico Hernández, Paula Andrea Zapata, coordinadora de la investigación; Polina Golovátina-Mora, historiadora; Lina Gutiérrez, bacterióloga y docente investigadora, y Zulma Rueda, profesora y médica epidemióloga afiliada de la UPB y actualmente en la Universidad de Manitoba (Canadá). También hizo parte la profesora Agnessa Slis, de la Universidad Heriot-Watt del Reino Unido, y quien acaba de publicar un libro sobre la aplicación de estrategias de gamificación en diferentes lugares del mundo, incluida la experiencia de Chocó.
“Entre marzo del 2020 y enero de 2021 hicimos siete viajes al Chocó, que incluyeron municipios como Lloró, el Carmen y Atrato. Llevamos 868 pruebas rápidas para detección de anticuerpos IgG e IgM para covid-19, para medir la exposición al virus, o seroprevalencia, en 16 de los 30 municipios del departamento”, asegura la investigadora Zapata.
El grupo visitó comunidades de las etnias emberá chamí, embera katío, emberá dobidá, wounaan, kuna-tule y zenú.
Según los investigadores, los resultados de las pruebas evidencian que un 33,6 por ciento de las personas analizadas estuvieron expuestas al virus, un resultado que, dicen, es llamativo desde el punto de vista epidemiológico pues indica que el patógeno empezó a circular precozmente entre los indígenas chocoanos, en quienes se esperaría un porcentaje más bajo, dado que residen en territorios apartados.
El grupo visitó comunidades de las etnias emberá chamí, embera katío, emberá dobidá, wounaan, kuna-tule y zenú.

El grupo visitó comunidades de las etnias emberá chamí, embera katío, emberá dobidá, wounaan, kuna-tule y zenú. Foto:Héctor F. Zamora - EL TIEMPO

De acuerdo con estos expertos, las investigaciones de este tipo en población indígena son pocas, pues a la fecha se han publicado solo dos estudios en Brasil, uno en indígenas warao, entre septiembre del 2020 y enero del 2021, con una positividad de 83,2 por ciento, y otro en población general, que incluía poblaciones indígenas, hecho entre mayo y junio del 2020, que encontró una positividad del 6,3 por ciento.
Por su parte, dicen, en Colombia se hizo un estudio nacional para estimar la exposición a covid-19 en 10 ciudades entre septiembre y diciembre del 2020, que reportó una positividad que variaba entre 21 y 78 por ciento . “Pero ninguna de estas ciudades está cerca de la zona de estudio”, aclara Rueda.
Sin embargo, la circulación del virus no es el hallazgo más llamativo de la investigación, presentada a revistas científicas para ser socializada con la comunidad internacional: durante el periodo de estudio, en estos resguardos las comunidades reportaron solo cuatro muertes aparentes por covid-19, una cifra que parece ser baja, pero sobre la cual los investigadores no se atreven a generalizar, pues no cuentan con una evaluación de toda la población.
De los datos recabados llamó la atención del equipo de académicos un elemento que ha sido de amplia discusión entre el personal de salud que atiende la emergencia por covid-19: los factores de riesgo. Los investigadores hallaron que el 53 por ciento de la población testeada presentaba sobrepeso u obesidad, una variable asociada a la gravedad y mortalidad por esta enfermedad.
José Briches Domicó, líder espiritual del resguardo Tanela, y las plantas que utiliza para sus rituales.

José Briches Domicó, líder espiritual del resguardo Tanela, y las plantas que utiliza para sus rituales. Foto:Héctor F. Zamora - EL TIEMPO

“El 5 por ciento de la muestra presentaba hipertensión, y solo el 37 por ciento tenía un peso adecuado para su estatura”, indica la epidemióloga Rueda, y agrega que lo anterior significa que, aun con uno de los factores de riesgo más comunes y graves, aparentemente los indígenas chocoanos tuvieron una presentación menos grave de la enfermedad, comparándolos con el resto del mundo. Esto se podría explicar porque es una población joven, y las investigaciones en el mundo han mostrado que la gravedad y mortalidad es más baja en menores de 50 años.
En este sentido, los datos preliminares de la UPB indican que el 75 por ciento de la población analizada tenía 43 años o menos, y no se encontraron diferencias en los porcentajes de positividad en la prueba de anticuerpos entre hombres y mujeres de la comunidad.
Como parte de su investigación, se tomaron muestras de hisopado nasofaríngeo y les hicieron pruebas moleculares de RT-PCR para covid-19 a quienes reportaron síntomas respiratorios. Dichas pruebas fueron procesadas en la Corporación para Investigaciones Biológicas CIB (habilitada por el Instituto Nacional de Salud, INS, y el Laboratorio Departamental de Salud Pública de Antioquia para el monitoreo y seguimiento de casos de covid-19).
Los resultados fueron notificados al Laboratorio Departamental del Chocó, a la IPS y a los pacientes. Finalmente, reportaron los resultados en las plataformas, Sismuestras y Sivigila, habilitadas por el INS para el seguimiento de los casos positivos de covid-19 en el país.
El estudio se desarrolló en coordinación con la Asociación de Cabildos Indígenas del Chocó, Asorewa, y la IPS indígena Erchichi Jai, encabezada por el líder Loselinio Velásquez Tegaiza.
El conocimiento ancestral es base de sus tratamientos terapéuticos.

El conocimiento ancestral es base de sus tratamientos terapéuticos. Foto:Héctor F. Zamora - EL TIEMPO

Conocimiento ancestral

En los últimos meses, los investigadores de la UPB han intentado descifrar las razones de la presentación más leve del coronavirus entre los indígenas chocoanos. La hipótesis más fuerte que proponen, además de la edad, tiene que ver con dos aspectos: por un lado, el hecho de que los indígenas viven en un entorno con condiciones mucho más favorables para la salud física.
“Al vivir en zonas de bosque húmedo, soportan niveles de contaminación ambiental menores que los de las ciudades, y pueden respirar un aire mucho más limpio”, indica Zapata.
La otra posibilidad tiene que ver con los tratamientos tradicionales, cuyo uso rastrearon en cada comunidad. “Desde un principio notamos que existía entre estas poblaciones desconfianza hacia los establecimientos de salud oficiales, pues decían que si entraban a ellos no solo les inyectarían sustancias extrañas y les meterían objetos extraños en sus cuerpos –algo que ellos rechazan desde su cosmogonía–, sino que si los hospitalizaban no saldrían vivos”, asegura Hernández.
Según el profesional de la salud, fue así como los indígenas optaron por sus tratamientos y rituales tradicionales. De esto da cuenta José Briches Domicó, líder espiritual o jaibaná del resguardo Tanela, perteneciente a la etnia emberá dobidá.
Briches asegura que para tratar el covid-19 entre su comunidad ha hecho uso de baños a base de la plantas, y bebedizos de otros ingredientes que prefiere no revelar o que menciona con cierta cautela.
“Para mí, el covid es occidental, eso no es natural. Hay cosas (enfermedades) que se pueden llevar al hospital, pero hay otras que no hay necesidad de llevar allá”, dice Briches, y continúa describiendo parte del ritual de sanación que lleva a cabo en caso de encontrarse con un enfermo de covid en su comunidad:
“En primer lugar busco a una compañera para que me ayude con el trabajo. La mujer se pinta, se pone sus chaquiras y hace el trabajo que yo diga. Después de las ocho de la noche empiezo el ritual y a eso de las diez u once ya comienzo a ver lo que tiene el enfermo. Para eso tengo un espíritu que me ayuda y me dice qué enfermedad tiene la persona. Si no doy cuenta al momento, mientras duermo, ya por cuenta del sueño, sé que el enfermo necesita tal o cual cosa, y así he venido trabajando”, afirma el hombre.
Los investigadores de la UPB aseguran que no existe en la literatura científica evidencia que demuestre la efectividad de estos tratamientos y rituales. Pero reiteran que el mundo occidental tiene mucho que aprender de los conocimientos ancestrales de estas culturas.
“La principal lección que nos dejó esta investigación es que los pueblos indígenas enfrentaron la pandemia. Se dieron cuenta de que llegó un virus cuyo origen, incluso, es discutido entre la comunidad científica occidental. Los indígenas también discuten su origen, pero decidieron enfrentarlo hablando con sus mayores y con sus líderes tradicionales. No se quedaron esperando a que llegara el Estado y les entregara tapabocas y alcohol”, indica Hernández.
* Periodista de ciencia

Estrategias de juego para explicar el covid

Coordinados por la profesora Paulina Golovatina-Mora, elaboraron una serie de afiches que, de manera muy sencilla y esquemática, y en cada uno de los dialectos, describen la cadena de transmisión del Sars-Cov-2.

Coordinados por la profesora Paulina Golovatina-Mora, elaboraron una serie de afiches que, de manera muy sencilla y esquemática, y en cada uno de los dialectos, describen la cadena de transmisión del Sars-Cov-2. Foto:Héctor F. Zamora - EL TIEMPO

Como parte de su estudio, los investigadores de la UPB aplicaron estrategias de gamificación para explicar el covid-19 a las diferentes comunidades indígenas que visitaron.
Fue así como, coordinados por la profesora Paulina Golovatina-Mora, elaboraron una serie de afiches que, de manera muy sencilla y esquemática, y en cada uno de los dialectos, describen la cadena de transmisión del Sars-Cov-2.
Uno de los principales desafíos, explica Golovatina-Mora, fue adaptar las piezas y los contenidos gráficos a las cosmogonías y a las características de las poblaciones visitadas.
"Nuestro objetivo fue construir, en conjunto con los de cada resguardo, piezas comunicativas que explicaran la enfermedad. Pero esto no podíamos hacerlo siguiendo parámetros del 'mundo occidental'. Por ejemplo, no podíamos dibujar a las personas con la tez muy clara, porque esto no se corresponde con la realidad de los indígenas", asegura la académica.
Golovatina-Mora cuenta que, en las primeras versiones de los afiches, los indígenas fueron representados como personas altas y esbeltas, pero fueron las mismas personas de las comunidades quienes los corrigieron, pidiendo que los mostraran de manera más acorde con su fisonomía.
"Lo mismo ocurrió con los diseños de sus hogares y en las representaciones de los animales con los que ellos conviven, que tuvimos que adaptar según las particularidades de cada resguardo", indica la profesora.
Los resultados de esta experiencia ya fueron publicados en el capítulo 'Diseño de gamificación para el cambio de comportamiento de comunidades indígenas en Chocó, Colombia, durante la pandemia COVID-19', del libro Transformando la Sociedad y las Comunidades a través de la gamificación (editorial Springer).

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