En los recovecos de la historia de Colombia, la figura de Francisco Antonio Zea emerge como un hilo conductor que entrelaza la independencia del país con una herencia científica que no se queda atrás respecto a su papel político. Más allá de su protagonismo en los turbulentos años de la emancipación, Zea emergió como un destacado científico y polímata cuyas contribuciones en campos como la botánica y la química siguen resonando en la ciencia colombiana, cuando se cumplen 201 años de su fallecimiento.
Francisco Antonio Zea nació en Medellín en 1766 y desde temprana edad demostró una curiosidad insaciable por las ciencias naturales. Sin embargo, su verdadera conexión con el mundo de la ciencia se forjó cuando cruzó caminos con el ilustre botánico José Celestino Mutis. Este encuentro no solo marcaría el comienzo de una colaboración significativa, sino que también sembraría las semillas de una visión científica que trascendería las convulsiones políticas de la época.
Zea desempeñó un papel crucial en la Expedición Botánica, una empresa monumental destinada a explorar y catalogar la rica biodiversidad del Nuevo Reino de Granada. Su dedicación a la química y la botánica durante su estadía en París, donde cultivó relaciones con figuras destacadas del ámbito científico, dejó una huella imborrable. El legado de Zea en la botánica se entrelaza con sus esfuerzos por dar a conocer las colecciones y escritos de Mutis, vislumbrando un proyecto que buscaba transformar la economía del Virreinato de la Nueva Granada.
Sin embargo, su camino científico se vio entrelazado con los acontecimientos políticos de la época, en particular durante proclamación de Bayona, evento ocurrido en mayo de 1808 en Francia, cuando Carlos IV y su hijo Fernando VII fueron obligados a abdicar sus derechos al trono español a favor de Napoleón Bonaparte, quien luego los cedería a su hermano José Bonaparte. Este hecho marcó un quiebre, llevando a Zea de científico a político comprometido. Nombrado gobernador de Málaga, demostró que sus habilidades no se limitaban al laboratorio, sino que también se extendían al ámbito político.
A pesar de los vaivenes políticos que lo llevaron al exilio en Londres y París, Zea no abandonó su fervor por la independencia. Su regreso en 1818 marcó una nueva fase en la que desempeñó un papel crucial en la Federación de Colombia, ocupando la vicepresidencia y guiando al país hacia su autonomía definitiva.
Su empeño en contratar una misión científica para estudiar las riquezas naturales de Colombia y para fundar establecimientos consagrados al estudio de la naturaleza, fue coronado con éxito, contando con el apoyo de ilustres científicos como Alexander von Humboldt y François Arago. Esto fue apenas un reflejo de su compromiso duradero con la exploración y comprensión de la diversidad del país, aumentando el impacto científico de Francisco Antonio Zea que perdura como un faro que ilumina tanto los senderos de la independencia como los horizontes de la ciencia en Colombia. Su legado resuena en las aulas, laboratorios y expediciones científicas del país, recordándonos que, más allá de los capítulos políticos, la ciencia hereda el espíritu visionario de un hombre que soñó con un país floreciendo en conocimiento y progreso.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional