A Paco no le hacen falta ni una alarma ni un reloj para saber que son las 9 de la mañana y Evert Chacón, su paseador oficial, está por recogerlo y llevarlo a su caminata diaria por parques y barrios cercanos a su casa.
Como todos los perros de su raza, este beagle de dos años y medio arranca el día lleno de energía y ganas de aventuras, y ha encontrado en su paseo diario la mejor forma de gastarla, a la vez que hace ejercicio y se mantiene saludable.
A pesar de su ansiedad, en cuanto su paseador se le acerca, lo saluda y con destreza le pone la correa especial con la que lo pasea, el animal asume su posición y obedece las instrucciones del paseador que durante más de tres horas hace las veces de su humano cuidador.
Por su tamaño, Paco es acomodado a la izquierda de Evert en donde este hombre que hace 12 años se dedica a este oficio ubica a los perros medianos, mientras que las razas más grandes van del lado derecho. Desde allí, camina pausado y con ritmo al lado de otros de razas más grandes como golden retriever, labrador y husky siberiano, con quienes comparte esta rutina de lunes a viernes.
Sábados y domingos, sin embargo, la cosa es a otro precio. El paseo e incluso las salidas a hacer sus necesidades se convierten en una experiencia complicada para los de su familia que se ven en problemas para manejarlo, desde cuando le intentan poner su correa hasta cuando tratan de sacarlo por la puerta del edificio.
¿Pero por qué el juicio de Paco con su caminador oficial durante 5 días de la semana no logra ser replicado por su familia durante el fin de semana? Una pregunta que seguro se hacen aquellas personas que adorando a sus perros han intentado, sin éxito, caminar con ellos por un parque o la ciclovía.
La importancia del paseo
Más allá de si resulta fácil o no salir a caminar con el perro, lo cierto es que los paseos son fundamentales para ellos y algo así como “un derecho adquirido al nacer”, explica Chacón. Y agrega que les sirven para todo, especialmente “para evitar la obesidad, el estrés, la monotonía, la agresividad, los malos olores y hasta mejorar su digestión”.
Por su parte, Andrés Rivas de Wakipet, una aplicación que ayuda a juntar a paseadores y perros de forma virtual, señala que “al ser descendientes de los lobos, los perros están diseñados para caminar largas distancias y necesitan conocer su entorno y tener en cuenta todo lo que hay a su alrededor. Además de mantenerse activos y ejercitarse”.
Por eso es importante aprender a conocer a los animales y a desarrollar con ellos rutinas que hagan del paseo, bien sea diario o de fin de semana, una experiencia gratificante para los dos lados. Tome nota de estos consejos que pueden ayudarlo:
1. Bájele a la ansiedad
Este consejo aplica para perros y humanos. Si bien el momento del paseo debe ser alegre y festivo, en el caso de mascotas ansiosas es recomendable bajarle a esa emoción e iniciar la actividad de forma calmada desde la casa. “Es mejor esperar a que el perro se calme antes de salir; cuando el animal nota que ha llegado el momento de su paseo, puede ponerse ansioso. Salir en estas condiciones, sería premiar un mal comportamiento”, dice Chacón.
Si estando en la calle el animal empieza a jalarlo es mejor detener el paseo hasta que se tranquilice y entonces retomar la marcha.
2. Use collar y traílla
“El perro debe acostumbrarse a usar collar desde que es cachorro, ya que este objeto sirve de vínculo físico constante, entre el perro y su dueño”, explica el paseador y asegura que por razones de seguridad “jamás debe salir suelto”.
En general, se debe generar una rutina mediante la cual se le pueda poner la correa de manera tranquila y sin que el animal se alborote. En ciertos casos es preferible abortar el paseo si el perro no se calma y volver a intentarlo en otro momento.
Andrés Rivas agrega que es importante poner bien la correa porque a veces lo movimientos del animal hacen que se le desacomode lo que también puede ponerlo inquieto durante la caminata.
Así mismo, por lo menos al comienzo, es mejor usar correas cortas que permitan mayor control del animal. “La correa o traílla debe colgar en forma de J así el perro no va a ir colgando, pero tampoco estará fuera de control”, dice Chacón.
3. Háblele al perro
Es recomendable hablar con el perro, pues él puede diferenciar las tonalidades de la voz, por lo tanto sabrá si lo está felicitando o, al contrario, lo está regañando, dice Chacón. “El perro necesita saber si sus conductas le agradan o no al dueño y no necesita explicaciones, solamente una señal de aprobación o desaprobación”, agrega.
Por su parte, Rivas señala que “más que la voz es la actitud, si una persona empieza a gritar al perro lo que va a hacer es estresarlo”. Recomienda usar un tono de voz que el perro alcance a escuchar y asumir una actitud de control que el animal entienda. “La fuerza también tiene que ver con la actitud. Cuando el perro siente que lo lleva una persona que es dominante y lo lleva bien, no tiene por qué jalarlo o hacerle fuerza, porque seguramente el animal irá tranquilo”.
4. Déjelo ser perro
Además de hacer ejercicio y conocer su entorno, el paseo de su perro debe ser aprovechado por el animal para hacer lo que le gusta, es decir marcar territorio, olfatear y jugar con otros animales.
Así que una vez tenga la situación bajo control, deje que su perro se divierta y se comporte como tal. “Permítale al perro socializar con más personas y con otros perros, pero asegúrese de tener el control”, dice el paseador.
5. Hidrátelo y lea sus señales
Desde Wakipet, Rivas explica que es importante fijarse en señales que dan los perros sobre cómo están viviendo su paseo. “Si comienza a sentarse o a sacar la lengua el perro está cansado o deshidratado y hay que dejarlo descansar. No empezar a jalarlo o regañarlo porque se le puede hacer daño al animal”, explica.
Es primordial, entonces, llevar agua en un recipiente al que el perro pueda acceder, así como llevarlo por rutas diferentes para que el paseo no se vuelva monótono. Finalmente, Chacón recomienda disfrutar del paseo así sea corto. “Si usted está feliz, su perro estará feliz”.
Tatiana Munévar
Para EL TIEMPO