¿Cómo se logra un grado con la mayor condecoración en medicina y en una de las universidades más importantes y exigentes del país? ¿Y cómo lograrlo en una institución caracterizada por sus altos precios mientras no se tienen recursos económicos, siendo de una región apartada del país e incluso logrando hacer una rotación clínica en una de las universidades más prestigiosas del mundo?
Eso es precisamente lo que logró hacer Diego Chamorro, un nariñense que la semana pasada se graduó con el reconocimiento Summa cum laude (con los más altos honores) de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes.
Y lo hizo sin recursos económicos pese a estar en una institución caracterizada no solo por su calidad, sino por sus costos. Todo esto gracias a una beca, y no cualquiera, sino una del programa Ser Pilo Paga, actualmente reemplazado por Generación E, y del cual Chamorro es de los primeros estudiantes en acceder.
“La verdad es que mi familia y yo estábamos pasando por un momento difícil, y sin esto puede que no hubiera estudiado o que hubiera entrado a una carrera distinta a medicina, que era mi sueño. Pero tuve unas buenas pruebas Saber 11 y los resultados me ayudaron”, dice el ahora médico, oriundo del municipio de Pupiales, en Nariño.
Y es que, pese a sus orígenes humildes, Chamorro sabía que lo que quería hacer en su vida era ser médico. Y hoy, pese a que no ha decidido a cuál especialidad quiere dedicarse, sabe que todos los años de sacrificio, de estudio intenso, incluso desde niño, están rindiendo frutos.
Las brechas de la educación
Por los días en que Diego entró a la universidad, Ser Pilo Paga se mostraba como la gran apuesta en educación en el país. Esta política de gratuidad, que fue modificada para dar paso al actual Generación E, premiaba a los estudiantes con los mejores resultados de las pruebas Saber 11 para financiar su formación en las mejores universidades del país.
Y una de las críticas que hubo en su momento pasó por la aparente discriminación de la que sufrían los becados de bajos recursos al entrar a universidades con estudiantes en una condición más acomodada.
Chamorro dice que ese no fue su caso, pero señala que experimentó en carne propia el fenómeno de la desigualdad y las brechas en la educación: “Fue un choque muy fuerte. Yo era claramente de un contexto social diferente, pero también tuve una formación de un nivel distinto. Compañeros con familias de mayores ingresos se habían formado en colegios mucho mejores, y para mí los primeros semestres fueron para aprender cosas nuevas, mientras que para otros fue más un repaso de cosas que vieron en bachillerato. Ahí es donde sentí más fuerte las brechas, porque yo era becado y, al tiempo, me sentía en desventaja en ese sentido”.
Y eso, precisamente, hace que su logro sea aún más destacado: pese a su desventaja en cuanto a su formación previa, logró mantener su beca en una de las carreras más exigentes y, además, graduarse con honores.
Asegura que no es un superdotado ni que se siente particularmente más inteligente que el resto de sus compañeros. “Simplemente me gusta estudiar y me enseñaron a ser muy organizado”.
Pero ese afán por estudiar y tener su propio método de aprendizaje le garantizó, entre otras cosas, realizar, nada más y nada menos, una rotación clínica en el Yale-New Haven Hospital en diciembre del año pasado, uno de los hospitales más importantes en Estados Unidos, afiliado a la Universidad de Yale.
Para llegar allá recibió una beca de la Fundación Santa Fe y tuvo que valerse de rifas y colectas para recaudar los fondos necesarios para gastos de estadía y alimentación que no eran cubiertos por dicha organización.
Claro que no se trató de un camino sin obstáculos. “Muchas veces fue muy difícil poder mantener la beca y dedicarme tanto tiempo al estudio en medio de tantas dificultades. Mi situación económica no era la mejor y siempre hubo problemas, pero también, todo el tiempo, existió la motivación de mi familia y por mí mismo de saber que esto era lo que quería y que todo sacrificio valía la pena. Porque eso sucede mucho y lo vi en la carrera, que las personas no siempre están dispuestas a dar de sí para sobresalir, incluso cuando se tienen las facilidades”, explica.
Por el momento, Diego labora como asistente de investigación y está a la espera de obtener su tarjeta profesional para conseguir un trabajo que le permita ejercer la medicina. También espera continuar sus estudios en EE. UU., y una de sus principales opciones es la Universidad de Florida, en la ciudad de Jacksonville. Así mismo, sueña con convertirse en especialista en alguna de las especialidades de medicina interna, aunque aún no sabe cuál, y continuar haciendo labores de investigación.
El valor de la educación
“La mayoría de los colombianos tiene que ganarse a diario el sustento. La vida no es fácil y por eso las posibilidades de estudiar son muy pocas. Y eso se convierte en un círculo vicioso porque en esas condiciones no tienes la formación o los títulos que te permitan obtener un mejor empleo y, por ende, avanzar en la escala económica es muy difícil. Becas como la que obtuve son importantes por eso”, reflexiona Diego respecto a la importancia de acceder a mejor educación. “Todo esto con dedicación. Se trata de una carrera no de velocidad, sino de resistencia”.
REDACCIÓN EDUCACIÓN
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