“Colombia quedó en el penúltimo lugar entre los países de la Ocde en matemáticas y ciencias de acuerdo a las pruebas de conocimientos. Aquí una de las causas centrales de nuestra falta de productividad, riqueza y de nuestro subdesarrollo”. Con estas palabras publicadas en su cuenta de Twitter, el presidente Gustavo Petro trajo a colación uno de los temas que más generan preocupación en el país: la calidad de la educación.
Aunque el mandatario lo hizo tomando los resultados de las pruebas Pisa de 2018 (las últimas realizadas, dado que las programadas para 2021 fueron aplazadas por la pandemia), lo cierto es que el panorama no ha cambiado mucho, es más, hay expertos que sostienen que después de la pandemia y casi dos años de colegios cerrados, el desempeño y los logros académicos han continuado a la baja, un golpe del que el país ha logrado, de a poco, estabilizarse.
Así lo muestran los últimos resultados de las pruebas Saber 11 (que realiza el Icfes en el país para medir las competencias de Matemáticas, Lectura, Ciencias, Ciencias Sociales e Inglés), cuyo puntaje global en el 2022 fue de 254 sobre 500 puntos posibles. Aunque se trata de una calificación todavía muy baja, y que en detalle muestra muchas brechas, sí muestra un cambio importante: se revierte la tendencia a la baja que se mantenía desde el 2016, cuando se alcanzó un puntaje global de 264, cayendo hasta los 250 puntos del 2021.
Si bien los resultados en pruebas estandarizadas (como las Saber 11 o las Pisa), para algunos, no son suficientes para determinar la calidad de todo un sistema educativo, sí son un indicador relevante, y más si lo que se quiere como país es ser cada vez más competitivos.
De esta forma lo explica Ricardo Rodríguez, analista en temas educativos: “Lo que menciona el presidente es algo en lo que muchos analistas y expertos han llamado la atención desde hace años: la educación es clave para el desarrollo de un país. Y es que parece haber un consenso en esa idea, en que hay que hacer esfuerzos muy importantes por la calidad, que actualmente deja mucho qué desear. Pero no hay un consenso en cuanto al cómo, al qué hacer, incluso a veces parece no haber siquiera la voluntad de hacer algo”.
Causas
Uno de los puntos en los que precisamente parece no haber consenso, y más cuando la discusión entra en el campo político, es precisamente en las causas de estos problemas de calidad.
Prueba de ello es que, nada más Petro tocó el tema, un sinnúmero de reacciones no se hicieron esperar para culpar de ello a los maestros y la forma en que enfrentan su tarea de educar a las nuevas generaciones. Más específicamente fue la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) la más señalada.
Una de esas voces fue la senadora María Fernanda Cabal, quien expresó: “Hace mucho tiempo Fecode se encargó de destruir la posibilidad de crecer como país, adoctrinando, en vez de enseñar a pensar en investigación, ciencia e innovación”.
Además de lo que algunos han señalado como “adoctrinamiento”, también se ha dicho que los docentes en el país no están lo suficientemente preparados o que fueron en su momento los peores estudiantes.
De hecho, un informe del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana (LEE) señaló que quienes estudian programas relacionados con licenciaturas y ciencias de la educación, es decir, quienes se preparan para ser docentes, son los que obtienen los resultados más bajos a nivel global en las pruebas Saber Pro, tomando como base los resultados del 2019, cuando los alumnos de carreras pertenecientes a ciencias de la educación sacaron en promedio un puntaje global de 138 sobre 300 posibles, nueve puntos por debajo del promedio nacional de ese año, que fue de 147.
Pese a ello, el presidente Petro aseguró que la causa de la mala educación no son los maestros sino “la falta de financiación del Estado”.
¿Qué de cierto hay en ello? Aunque expertos como el analista Fernando Cajiao, la ex viceministra de Educación Isabel Segovia y el exrector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, han señalado que hay problemas en el profesorado, también han insistido en una falta de recursos.
De hecho, el propio Ministro de Educación, Alejandro Gaviria señaló, en diálogo con EL TIEMPO, que “existe un desfinanciamiento en el sector educativo que actualmente asciende a 2 billones de pesos. Esto está frustrando varios proyectos en calidad educativa, en primera infancia, en los ascensos en el escalafón docente, entre otros”.
Actualmente, pese a que Educación es el sector con más recursos en el Presupuesto General de la Nación (53 billones de pesos), el 88 por ciento de este dinero se destina solamente el funcionamiento de las 44.000 sedes educativas públicas con sus 350.000 docentes (una de las nóminas más grandes del país), y solo el 12 por ciento logra ir a inversión, otro dato que demuestra la urgencia de nuevas finanzas que sí puedan ser destinadas a calidad.
A esto se suma que, según el mismo Gaviria, el 55 por ciento de las sedes educativas del país no tienen agua potable, 11 por ciento tiene energía eléctrica intermitente, 60 por ciento no cuenta con conexión a Internet y el 47 por ciento tienen s vehiculares sin pavimentar. A esto debe sumarse que las cifras aumentan en regiones de bajos recursos o en la ruralidad, donde el a estos servicios es más precario.
“Colombia, como América Latina, tiene este tipo de problemas que repercuten en la calidad. Si un niño va a un colegio y no tiene cómo solucionar sus necesidades básicas, muy probablemente no va a aprender bien. Si no tiene alimentos (otorgados en el país con iniciativas como el PAE), además de estudiar con hambre no recibe los nutrientes para su desarrollo cognitivo. La calidad educativa es multifactorial, y es difícil de atajar precisamente por eso”, explicó a este diario Mariano Jabonero, secretario general de la Organización de los Estados Iberoamericanos para la Educación (OEI).
De esta forma, la falta de recursos del sector para invertir en elementos clave que inciden en la calidad como la infraestructura, en la formación de los docentes, en la creación de programas enfocados a la recuperación y nivelación de aprendizajes, ampliación del PAE, jornada única, entre otros, genera inmensos tropiezos, que a la larga ocasionarían además una mayor deserción, menos personas capacitadas y, por lo tanto, un estancamiento en la productividad y los índices de pobreza multidimensional.
¿Qué hará el Gobierno?
Como se puede ver, las causas son múltiples, y por ello las estrategias para atender estas problemáticas también deben ser varias.
Concretamente, el ministro Gaviria identifica tres principales acciones. “Lo primero es coyuntural, entender dónde están las pérdidas de aprendizaje, profundizadas por la pandemia, lo cual estamos haciendo con la estrategia Evaluar para Avanzar del Icfes, y luego atenderlo con diferentes programas, como la apuesta de voluntariado desde las universidades para acompañar los procesos educativos en los colegios”.
Para tratar problemas estructurales, de vieja data, el jefe de la cartera educativa señaló, en segundo lugar, que se va a trabajar primero en traer esos recursos adicionales que se requieren para poder sostener el sistema. Esto solo se lograría de manera definitiva con una reforma al Sistema General de Participación, la bolsa de recursos que el Estado distribuye entre los municipios para temas de educación, salud y acueducto.
“Tenemos una mesa de trabajo al respecto. Es una reforma compleja que requiere de coordinación con el Ministerio de Hacienda, con una planeación fiscal a mediano plazo. La ampliación de esta bolsa de recursos además tendrá otra discusión sobre su distribución con el sector salud, por ejemplo. Esperamos lograr presentar el proyecto de reforma en la segunda mitad del año, porque avanzar en esto no solo cubriría el déficit actual sino que nos daría recursos suficientes para fortalecer y crear programas con incidencia en la calidad”, explicó el funcionario.
En tercer lugar, el ministro ha señalado que la calidad “no es cuestión solamente de plata”, sino de políticas públicas efectivas. En este punto aún no se conocen cuáles serán los planes del Gobierno, pero se ha llegado plantear incluso una actualización de currículos, fortalecimiento de la recreación y el deporte, inclusión de materias de educación superior en los grados décimo y once, entre otros.
“Con esto buscaremos alcanzar lo que prefiero llamar educación de calidad, más que calidad de la educación. Esto es mejores maestros, mejor pagados y motivados (con un mejor fondo de prestaciones del magisterio), mejor infraestructura y mejores currículos”.
MATEO CHACÓN ORDUZ
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