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Un equipo analizó más de 200 mil folios para recuperar la historia del colegio más antiguo del país: ¿qué hallaron?
Se trata del Colegio Mayor de San Bartolomé, fundado el 18 de octubre de 1605. Informe.
Torreón de la bandera 1950. Foto: Gumersindo Cuéllar.
La editorial de la Pontificia Universidad Javeriana acaba de publicar el primer tomo del catálogo que se construyó, después de inventariar, realmacenar, digitalizar y describir 209 mil folios que actualmente conforman el Archivo Histórico del Colegio Mayor de San Bartolomé.
Los documentos fueron generados por la institución educativa más antigua de Colombia, fundada por el arzobispo de Santafé Bartolomé Lobo-Guerrero el 18 de octubre de 1605.
La documentación está distribuida en dos grupos: uno, el archivístico, que contiene el fondo del Colegio Mayor, el fondo del General Manuel Briceño y la Colección Hemerográfica, y otro, el de los libros que conforman la Biblioteca de Historia y Referencia.
El inicio
Para la realización de este proyecto se alinearon muchos factores en un momento determinado; uno de ellos que el provincial de la Compañía de Jesús Carlos Eduardo Correa, en el 2018 reuniera a dos instituciones colosales y muy antiguas (la Pontificia Universidad Javeriana, dirigida por el padre Jorge Humberto Peláez y el Colegio Mayor de San Bartolomé dirigido por el padre Juan Manuel Montoya).
La reunión no fue gratuita, pues la organización y posterior descripción de este tipo de documentos requería de un conocimiento técnico preciso y definido, pues el reto —no menor— por la cantidad de variantes que se aglutinan en este tipo de documentos, complicaba el ejercicio archivístico de intervenirlo.
Uno de los retos más desafiantes fue la lectura de documentos de los siglos XVI y XVII, para lo cual la Javeriana contrató a expertos en paleografía y conocimientos históricos específicos en Monarquía española, historia eclesiástica, siglos XVI al XIX y gran parte del siglo XX.
Para preparar al equipo conformado, el padre Jorge Enrique Salcedo organizó reuniones académicas periódicamente con profesores de las universidades del Rosario, los Andes, el Externado, la Nacional, el Seminario Mayor de Bogotá, la Arquidiócesis de Bogotá, el Archivo General de la Nación, la Academia Colombiana de Historia y el departamento de Historia de la Javeriana.
Las reuniones dieron sus frutos, pues el conocimiento aprendido hizo más digerible el contenido informativo de estos documentos a la luz de los tiempos que corren.
Los bustos de algunos próceres de la independencia graduados del Colegio San Bartolomé. Foto:cortesía Jose Dionel Benitez.
Además de esto el equipo técnico contratado (Ricardo Blanco, Mauricio Arango, Alberto Cáceres, Juan Orjuela, Dionel Benítez y Catalina Acosta, gerente del proyecto) para realizar la labor, atendía las directrices técnicas que sobre materia archivística emitía constantemente el Archivo Histórico Javeriano Juan Manual Pacheco, órgano que fue riguroso en la aplicación de la normatividad institucional, nacional e internacional que sobre este particular existe.
Sumado a esto, se contaba con la presencia de dos expertos en historia, latín y griego, el padre Germán Bernal, y el padre Fabio Ramírez, quien además es maestro en historia de la Compañía de Jesús, bibliófilo consumado, filósofo como el que más y teólogo.
El Colegio Seminario de San Bartolomé 1605-1820
El grueso de la documentación del fondo corresponde a las informaciones de legitimidad, calidad y limpieza de sangre que dan cuenta de los orígenes del estudiante, los oficios de sus padres y qué tipo de vinculación tenía con la institución: becario o convictor. Con esta información, el candidato tenía que demostrar que no tenía sangre mora ni judía ni negra ni india.
No obstante, el documento más antiguo que data del 3 de diciembre de 1561, corresponde a un traslado (copia de un escrito que se saca para enviarla a alguien) “de un pleito en la población de Villanueva, Valladolid, España, en el que los vecinos reclamaron los derechos de pastos, pechos —impuestos— y tala de bosques en las tierras del conde de Castro”.
Se debe explicar que en un principio en el Colegio de San Bartolomé no se dictaron clases sino desde 1767 en adelante hasta nuestros días, ya que la institución desde 1605 funcionó en lo que hoy se conoce como el palacio de San Carlos y allí solo se construyeron los alojamientos, el refectorio, una capilla y los baños.
Los estudiantes se matriculaban en el San Bartolomé, pero recibían las cátedras en el Colegio Máximo fundado por los jesuitas el 28 de septiembre de 1604, y la entidad que los graduaba era la Universidad Javeriana, fundada en 1623 y esta función la cumplió hasta 1767 cuando los jesuitas fueron expulsados por Carlos III.
Esta prerrogativa sí la mantuvo la Universidad Santo Tomás hasta 1827, cuando Francisco de Paula Santander se la pasó a la recién creada Universidad Central de Cundinamarca.
A pesar de tener claras estas distinciones, la documentación referida a las informaciones de legitimidad producidas entre 1605 y 1689, no existen en el acervo documental; sin embargo, existe un manuscrito de Nicolás de Barasorda de 1721, que da cuenta de algunos alumnos que estudiaron en el San Bartolomé entre 1605 y 1720.
Se puede suponer que las informaciones de legitimidad que se generaron de 1689 hasta 1820, momento en que la República de Colombia tomó control de la educación, están más o menos completas, aunque la del general Francisco de Paula Santander está desaparecida desde hace más de un siglo. De él se conserva un examen de psicología presentado en latín.
1820-1887
El Colegio Real Mayor y Seminario de San Bartolomé comenzó a funcionar en la sede actual de la Plaza de Bolívar desde 1772, ocupando la sede antigua del Colegio Máximo, menos el edificio de Las Aulas, hoy Museo Colonial.
Desde Las Aulas, en 1827 Simón Bolívar El Libertador despachó como presidente por una breve temporada, mientras que el Senado sesionó en la iglesia de la Compañía de Jesús, hoy día iglesia de San Ignacio; pues el palacio Presidencial y el recinto del Senado sufrieron graves daños por un terremoto que ocurrió ese año.
De esta época, también existen documentos de los planes y programas académicos que se implementaron en los colegios de Vélez, Tunja, Panamá, Santa Librada y en general en todas las instituciones que se crearon en ese entonces en Colombia (Cundinamarca, Venezuela, Ecuador y Panamá).
También documentos istrativos y académicos de las tres sedes de la Universidad Central: Cundinamarca (conformada por los colegios de San Bartolomé y Nuestra Señora del Rosario), Quito y Caracas. La Central fue cerrada en 1842 por el Gobierno Nacional y a cambio, se creó la Universidad del Primer Distrito, cuya sede principal fue Bogotá en el edificio del Colegio de San Bartolomé, mientras que en Cartagena funcionó la del Segundo Distrito, y en Popayán la del Tercer Distrito.
Fotografía del colegio de 1849-1850, cuando no se había iniciado la construcción del del Congreso. Foto:ARCHIVO EL TIEMPO.
Las universidades distritales fueron cerradas en 1850 con la disculpa gubernamental de que allí se formaban hombres revoltosos y violentos; por esta razón, a nivel universitario solo quedó el Colegio Nacional de San Bartolomé, mientras que el Colegio del Rosario pasó a ser distrital.
Como Colegio Nacional el San Bartolomé funcionó hasta 1861, cuando Tomás Cipriano de Mosquera creó allí el Colegio Militar San Carlos, cerrado en 1865, y el San Bartolomé retomó el título de Nacional hasta agosto de 1867, cuando el edificio fue convertido en la sede istrativa y académica de las escuelas de Literatura y Filosofía y de Jurisprudencia y desde 1881, sede de la escuela de Artes y Oficios de la Universidad Nacional de Colombia que funcionó allí hasta 1886 época en que el Gobierno Nacional decidió devolverle la istración del San Bartolomé a la Compañía de Jesús.
1887-2025
Con la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 el virreinato de la Nueva Granada se apropió de la librería del Colegio Máximo y con parte de sus libros creó en 1777 la Biblioteca Nacional.
Adicionalmente, en 1822, Santander ordenó que a este fondo bibliográfico se le agregaran los libros de la Expedición Botánica de José Celestino Mutis, a la vez que creó el empleo de bibliotecario, cargo que ocupó Vicente Nariño, hijo de Antonio Nariño, desde 1823 hasta 1855, año en que murió.
Dentro del acervo existe una copia de 1796 de El Carnero obra original de 1636-38. También algunos de los documentos del arzobispado de Bogotá rescatados del incendio del 9 de abril de 1948, por monseñor José Restrepo Posada, quien los salvó llevándolos al San Bartolomé.
Varios de esos archivos mantienen las huellas del incendio. También el “traslado de ordenanzas de corregidores, de minería y autos de gobierno de la Real Audiencia de Santafé”; los “Autos proveídos por la Real Audiencia para adelantar las visitas a los pueblos de indios de la jurisdicción de la ciudad de Santafé”; un traslado realizado el 4 de febrero de 1626, de las constituciones sinodales de fray Juan de los Barrios de 1556; el catecismo de 1576 de fray Luis Zapata de Cárdenas y las Constituciones Sinodales de 1606 de fray Bartolomé Lobo-Guerrero.
La plazoleta Camilo Torres se construyó entre 1953 y 1960. Foto:cortesía Jose Dionel Benitez.
En 1940 el Gobierno Nacional tomó posesión del San Bartolomé hasta 1953 época en que la Compañía de Jesús y el Gobierno de ese entonces, reconocieron que el colegio era una Fundación del arzobispado de Santafé y por esta razón, por acuerdo, la institución es reconocida, desde entonces, como Fundación Colegio Mayor de San Bartolomé.
El Fondo General Manuel Briceño
En este acervo se encuentran, entre otros, los documentos que el general Briceño utilizó como base para escribir su obra más conocida: Los Comuneros.
Se puede hallar la Causa criminal que se le siguió a José Antonio Galán, publicada en 1782, junto con el expediente que se creó contra él en diferentes pueblos acusándolo de cuatrero, incestuoso y sedicioso. Aparecen los testimonios.
Colección Hemerográfica
Las publicaciones periódicas de la colección Hemerográfica datan de 1815 hasta 1922. De los tiempos de la Independencia existen cartas, folletos, avisos, excomuniones e impresos relativos a las relaciones armoniosas o convulsas que se suscitaron entre la Iglesia y el Estado.
Existe un ejemplar del periódico bilingüe El Constitucional, fundado por el general Francisco de Paula Santander en 1825 y dirigido por el hijo de Francisco Miranda, Leandro Miranda, en el que se registraron noticias extrajeras y apartes dedicados a las guerras libradas por las nuevas repúblicas americanas contra la Monarquía española.
Entre 1820 a 1900, en Colombia se publicaron más de 3000 periódicos, y algunos ejemplares de éstos, hacen parte de la Colección Hemerográfica del Colegio Mayor de San Bartolomé.
Biblioteca de historia y referencia
La Compañía de Jesús trajo la Imprenta al territorio de la Nueva Granada el 10 de diciembre de 1737, fecha en que fue itida por el virrey según lo relata Álvaro Garzón Marthá en la Historia y catálogo descriptivo de la imprenta en Colombia (1738-1810).
De esta época, existen dos ejemplares; el Compendium privilegiorum, et gratiarum, quae religiosis Societas Jesu. Et aliis christi, de 1739; y, la Novena de San Stanislao Kostka, de 1741.
La Biblioteca de Historia y Referencia del Colegio de San Bartolomé consta de mil ochocientos libros aproximadamente, siendo el más antiguo el ejemplar en latín de la Metamorfosis de Ovidio publicada en Amberes en 1578, y otros; 14 volúmenes en latín de la obra del teólogo, filósofo y jurista Francisco Suárez, de 1604-1628.
Está el tomo I de la novela heroica La Casandra escrita en francés en 1642 y traducida al español en 1792, que se vendía por suscripción y publicada en Madrid.
La Casandra, novela heroica publicada en 1792 en Madrid. Foto:Cortesía Jose Dionel Benitez.