Poner a repetir una y otra vez las tablas de multiplicar suele ser la estrategia más frecuente que usan los padres cuando sus hijos empiezan a estudiarlas en los colegios. Sin embargo, la colombiana Adriana Rubio, radicada en Chile, asegura que la mejor forma de acompañarlos en ese proceso es jugar.
A ella le funcionó. Un domingo de mayo del 2014, la hija de su esposo le dijo que tenía una prueba de matemáticas, específicamente sobre divisiones. La niña, que en ese entonces estaba en quinto, tenía problemas con las tablas de multiplicar y, por consiguiente, con las divisiones.
“En ese momento me dio como una inspiración extraña, porque no soy pedagoga ni he dictado clases”, cuenta la colombiana, comunicadora social de profesión. Rápidamente, Rubio recortó unos papeles, escribió multiplicaciones en unos y los resultados en otros, y empezó lo que desde entonces se convirtió en su proyecto de vida:
HoliMaths X, un juego para aprender
matemáticas.
Un juego que ha trascendido: el año pasado ganó el Academics’ Choice Awards, premio considerado el ‘Óscar’ del material didáctico, que se entrega en Estados Unidos. El reconocimiento tiene la categoría ‘brain toys’, que reconoce la capacidad de desarrollar habilidades cognitivas mediante juegos. Es la primera colombiana en recibirlo.
El jurado –compuesto por educadores, científicos, bibliotecarios, estudiantes, padres y niños– consideró variables como el desarrollo de habilidades de pensamiento de orden superior; también, el incentivo de valores como responsabilidad, honestidad, cooperación y respeto, así como la facilidad de uso, la innovación y la posibilidad de ser jugado por varios niños a la vez.
A HoliMaths X se le reconoció específicamente por su capacidad de desarrollar habilidades intelectuales como pensamiento lógico y estratégico, toma de decisiones y análisis. Más de 25 colegios han implementado este sistema.
En esta entrevista, Adriana Rubio explica en qué consiste su creación.
¿Qué es HoliMaths?
HoliMaths es un sistema de juegos. Surgió primero HoliMaths X, pero luego de comprobar el efecto que tenía en los niños lo convertimos en todo un proyecto.
Básicamente es un juego familiar que les ayuda a los niños a aprender matemáticas y a los grandes a mantener activo el cerebro con un aprendizaje tan básico como las tablas de multiplicar. Todos hemos pasado por el proceso tortuoso de 2×1=2, 2×2=4. Y cuando le preguntamos al niño 2×8, solo cuando hace la cuenta mental y repite como un lorito responde el 16. Pero no ha interiorizado el concepto. Entonces, mediante las diez formas diferentes de jugar que tiene el niño, aprende sí o sí; no tiene chance de no hacerlo.
¿Cómo surgió?
Después de que nos pusimos a jugar con la hija de mi esposo Matías y de que ella pasó la prueba que tenía al día siguiente, empezamos a jugarlo con amigos los fines de semana. En esos espacios les preguntamos si les gustaba, qué sugerencias tenían, qué le cambiarían.
En ese momento, la hija menor de Matías sacaba buenas notas, pero se esforzaba mucho; tenía 7 años y era muy tímida. Y con el juego empezó a desarrollar un pensamiento lógico, estratégico y creativo. Hoy saca 6,9 en matemáticas sobre 7; y del consolidado tiene 6,8. Es excelencia académica, está siempre entre el primer o el segundo puesto. Es el ejemplo más vívido de cómo el juego funciona en los niños.
La segunda recomendación es que jueguen, que se integren
¿Cuál es el rol de los padres en este juego?
Es importantísimo. En las Simce (pruebas de Estado en Chile), el Ministerio de Educación estableció que si los padres se involucran en el aprendizaje de sus hijos, ellos pueden alcanzar hasta 23 puntos más en sus resultados. En vez de que el padre empiece a preguntarle ¿4×5? ¿9×3 ¿8×8? –y se desconecte a ratos porque le entra un wasap–, este juego los tiene conectados y compartiendo. Por eso lo hicimos retador también para los adultos; ellos también tienen que pensar y usar el cerebro con cualquiera de las formas de juego.
¿Qué les recomienda a los padres para que les enseñen matemáticas a sus hijos?
Que debe ser en la cotidianidad. Que el aprendizaje sea continuo. Me encanta lo que hacen las familias ‘homeschooler’, porque están en constante aprendizaje. Cuando lo hacemos así, los niños les encuentran valor a las matemáticas.
La segunda recomendación es que jueguen, que se integren. Entiendo que es una tendencia mundial que los dos padres trabajen y lleguen cansados a la casa; pero con este juego, en 10 o 15 minutos se comparte tiempo de calidad con los hijos, les dejan un aprendizaje y afianzan su relación. La interacción padres-hijos se está perdiendo, por eso este juego es físico.
¿Por eso es análogo?
Nos han preguntado mucho por qué no lo hemos sacado digital. Respondemos: porque queremos volver a sentarnos en una mesa, mirarnos al rostro y compartir en familia.
¿Qué sustenta la eficiencia de este juego?
Empezamos a jugarlo con muchas personas y vimos la aceptación. Fue como nuestra investigación de mercado. Decidimos sacar un primer tiraje con nuestros recursos, mil unidades, que salió en marzo del 2016 y en octubre se agotó. Para octubre, noviembre y diciembre estábamos haciendo una preventa de la segunda edición. En agosto accedimos a un capital semilla del Gobierno chileno y ganamos los Academics’ Choice Awards, en la categoría de juego inteligente. Muchos colegios que lo compraron nos contaban que los niños que tenían una reacción como de rechazo hacia las matemáticas las aprendieron gracias al juego. Por ejemplo, niños de 14 y 15 años del Instituto Inglés de Rancagua, el séptimo mejor de Chile, lo jugaban en el descanso. Nuestra fe en el juego y la aceptación de los padres que lo han comprado se han fortalecido.
¿Cómo ha sido la implementación en Chile?
Lo hemos vendido uno a uno en colegios. Este año lo presentamos al Ministerio de Educación. Nos reunimos con el jefe de gabinete de la unidad curricular y dijo: “Buenísimo”. Ya son más de 25 colegios los que lo están usando.
¿Cómo es el aprendizaje de matemáticas en la región?
Hay una generalizada falta de interés de los niños por aprender. ¿Por qué? Porque es más entretenido estar mirando las redes sociales que estudiar. Este juego está enfocado a cautivar el estudio en horarios no habituales, porque el niño sale del colegio y apaga el cerebro, ya no aprende.
¿Los colegios deberían dejar de lado la clase tradicional y enseñar mediante el juego?
Sí. Si pudiéramos meter a un profesor de 1900 en una clase actual, lo único diferente que va a encontrar es el proyector y el computador. Sigue el mismo discurso de: ‘yo soy el profesor, soy el que posee la información y ustedes son los que tienen que aprender de mí’. Nos falta hacer cosas disruptivas en la educación, que cumpla con las demandas que tienen los niños. Debemos motivarlos.
¿El juego podría llegar a Colombia?
Mi hijo, que vive acá, será mi socio local. La marca ya está protegida en Colombia. No patentamos las cartas, porque ya existían, lo tenemos registrado como creación literaria. Estos días visitamos los colegios. También nos hemos sentado con pedagogos, educadores diferenciales, y cada uno le ha encontrado un valor al juego. En cuanto a emprendedores, me han dicho que hicimos el paso a paso que se debe hacer para sacar un emprendimiento. Esperamos tenerlo próximamente aquí.
¿Cómo se juega?
HoliMaths X tiene 72 cartas problema, 72 cartas solución, 6 comodines problema y 6 comodines solución. Una de las formas de jugar es la siguiente:
Se separan las tablas de multiplicar con las que se quiere jugar. Por ejemplo, la tabla del 2 y la del 3. Cada una tiene un color que la identifica.
Lo mismo se hace con las cartas solución de las mismas tablas, que tienen los mismos colores.
Cada uno de los jugadores saca una carta y empieza a multiplicar. El que saque la carta con el mayor resultado empieza.
Cada uno de los jugadores elige seis cartas problema y seis solución.
En la mesa se destapa una carta problema y una solución de la baraja.
La jugada empieza sacando una carta de cada uno de los dos mazos: problema y solución.
Entonces, cuando en la mano se tiene por ejemplo carta problema 2×2 y la carta solución 4, se puede bajar la pareja a la mesa.
Si tiene un comodín, se puede bajar con la respuesta que quiera.
Si ninguna carta que tenga en la mano sirve, puede sacar una de la baraja.
SIMÓN GRANJA MATIAS
Redactor de EL TIEMPO