Bogotá atraviesa un pico de la enfermedad moquillo canino o también conocida como distemper, luego de que la Unidad de Cuidado Animal (UCA) reportó que durante el mes de julio han ingresado 178 animales positivos con este virus.
“Hemos evidenciado entre un 40 y 42 por ciento de positividad en los ingresos que llegan a la UCA, provenientes de programas como Escuadrón Anticrueldad, Urgencias Veterinarias y de diferentes localidades del Distrito Capital”, señala Adriana Estrada, directora general del Instituto Distrital de Protección Animal.
El virus –que reviste síntomas como fiebre intermitente, secreciones oculares, deshidratación, entre otros– se ha presentado con mayor fuerza en localidades de Bogotá como San Cristóbal, Suba, Kennedy, Ciudad Bolívar, Engativá, Bosa, Los Mártires, Santa Fe, Teusaquillo y Tunjuelito.
“De los animales que han ingresado, el 56 por ciento eran sin tenedor y en estado de abandono, entre otros factores; y el 44 por ciento restante proviene de animales que, si bien podían tener un cuidador, fueron ingresados por aprehensión material preventiva en la mayoría de los casos, en donde no tenían condiciones de bienestar garantizadas”, explica la entidad.
Hemos evidenciado entre un 40 y 42 por ciento de positividad en los ingresos que llegan a la UCA
El Instituto maneja una hipótesis principal sobre el incremento de los casos. “Actualmente tenemos un 95 por ciento de cobertura de vacunas y aun así se presentan contagios, lo que podría ser una nueva cepa. Es una hipótesis que estamos estudiando”, dice la entidad.
Precisamente, el Instituto, la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales y la Universidad Cooperativa de Colombia están realizando una investigación para determinar ese factor.
Por otra parte, la autoridad indica que en conjunto con la Secretaría Distrital de Gobierno se lleva a cabo la gestión coordinada para fortalecer las medidas de prevención, fundamentalmente en la aplicación de vacunación de antivirales a través de los presupuestos participativos en las localidades.
¿Qué es el moquillo?
Se trata de una enfermedad transmitida por un virus (del género morbillivirus) que no solo afecta a los perros domésticos, sino también a otras especies silvestres como zorros, nutrias, hurones, etcétera.
Es una enfermedad altamente contagiosa, que se manifiesta en fases e incluso puede llevar a la muerte del animal, teniendo tasas de mortalidad justo por debajo de la rabia canina. Sin embargo, cuando se detecta oportunamente, se puede establecer un protocolo de tratamiento que preserve la vida de la mascota y minimice las secuelas.
El virus afecta principalmente a los cachorros, aunque también a los perros adultos mayores, que no han sido vacunados o que tienen algún compromiso en su salud como, por ejemplo, enfermedades del sistema inmunológico, que es el encargado de proteger al animal ante diferentes patógenos.
¿Cómo se contagia?
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#nte se lo confundía con una variante de la rabia canina debido a que los perros se infectaban a través del o con saliva o secreciones nasales de animales infectados.
Hoy en día se conoce que el virus puede circular en el aire en forma de partículas diminutas (aerosoles), que son liberadas por los perros enfermos o que se han recuperado dentro de los cuatro meses posteriores a la infección que provienen de secreciones como lágrimas, mocos, saliva o productos liberados a través del estornudo o la tos. Estas partículas pueden viajar en el aire y contaminar objetos como juguetes, alimento, agua, muebles, entre otros; en donde son fácilmente captadas por individuos sanos.
Es importante mencionar que, aunque este virus tiene ciertas similitudes con el del sarampión humano, no se contagia de los animales a las personas.
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¿Cuáles son los signos?
Estos pueden observarse pasados 14 o 18 días del contagio, aunque signos poco específicos pueden darse a los tres o seis días. Por este motivo es importante que los tutores aprendan a reconocer el comportamiento normal de sus mascotas y detecten cualquier cambio con el fin de aislar, diagnosticar y tratar oportunamente.
El virus tiene preferencia por ciertos sistemas en el animal (linfático, respiratorio, o nervioso), razón por la cual los signos más llamativos se observarán en ciertos órganos. El desarrollo de la enfermedad se hace por fases, las cuales ocurren sin un orden en particular.
- Primera fase: fiebre intermitente y sin origen aparente, inapetencia y decaimiento.
- Segunda fase: secreciones oculares o nasales (transparentes o mucopurulentas), deshidratación, pérdida de peso y depresión.
- Tercera fase: es donde se manifiestan los síntomas más graves, como diarrea o vómito abundantes, lesiones purulentas de la piel, engrosamiento o sequedad de la piel de la nariz o de las huellas plantares, cambios de coloración en los dientes, desarrollo de enfermedades oculares, salivación, movimientos involuntarios de la mandíbula, temblores musculares, convulsiones, parálisis, incoordinación, fobia a la luz, dolor y vocalizaciones.
¿Cómo se previene?
Por ser una enfermedad que se contagia fácilmente, que carece de tratamiento 100 por ciento efectivo y que puede conducir rápidamente a la muerte de animal, la prevención cobra mayor relevancia.
Esta se hace por medio de actividades fáciles de realizar por los tutores:
Vacunación: el médico veterinario será el encargado de establecer el protocolo de vacuna más apropiado de acuerdo con las condiciones de vida, el estatus inmunológico, el riesgo de contagio, los picos de enfermedades, el estado nutricional, entre otros factores. Lo ideal es que los animales se vacunen durante la semana seis y doce de vida, y que tengan un refuerzo anual. Esta es importante, ya que no solo protege a las mascotas sino que, al tener un alto porcentaje de animales vacunados, la circulación del virus en el ambiente se reduce drásticamente.
Vigilancia: para detectar y evitar la propagación del virus e impedir que las mascotas entren en o con casos sospechosos.
Aislamiento: ante los primeros indicios de signos digestivos, nerviosos o respiratorios. Esto ayudará a evitar el o y proteger a otros animales del contagio.
*Médico veterinario