El turismo depredador, contra las cuerdas

En Italia, desde 2023 los habitantes de Venecia piden a los turistas en masivas manifestaciones que no regresen más porque están acabando con la ciudad.

Y la propuesta de la Unesco sobre el ingreso de esta ciudad a la lista de patrimonio en peligro debido, especialmente, al impacto del turismo masivo, no le sigue importando a la mayoría de los turistas que la siguen visitando, a pesar de que desde el 25 de
abril deben pagar una tasa de 5 euros para acceder al centro histórico de Venecia, una medida que, según los datos de la propia alcaldía de la ciudad, no ha logrado disuadir este tipo de turismo: entre 15.000 y 22.000 personas han pagado la tasa desde que entró en vigencia, sin contar a quienes llegan con reservas de hoteles, que son entre 40.000 y 60.000 diarios.

La lista de desafíos que enfrenta Venecia es larga, desde la amenaza medioambiental del agua a la huida de sus habitantes, que deja la ciudad sin alma, según informes.

Barcelona, la isla española de Palma de Mallorca y otros lugares turísticos de Europa también son considerados los más afectados por este tipo de turismo depredador, principalmente durante la temporada alta.

En Colombia, no solo preocupa el turismo de masas, que afecta a ciudades como Cartagena y Santa Marta, entre otras, sino también a regiones como la Amazonia, promocionada internacionalmente por audiovisuales nacionales o extranjeros de buena y mala calidad.

El impresionante incremento del turismo en este siglo es un fenómeno sin precedentes que podría marcar una nueva dinámica de ocupación y uso de la Amazonia, alerta en un artículo Germán Ignacio Ochoa, profesor asistente de la Universidad Nacional, sede Amazonia.

“Manaos y Belén, dos emblemáticas ciudades brasileñas sobre el río Amazonas, con poblaciones cercanas a los dos millones de habitantes, reciben cada una en promedio un millón de turistas al año”, afirma el profesor.

En el caso colombiano, Leticia, epicentro del turismo en nuestra Amazonia, se ha consolidado como uno de los sectores socioeconómicos más dinámicos: pasando de una participación del 21 % en el PIB departamental en los años 90 a un 46 % en 2005, según el Dane.

Con una población cercana a los 28.000 habitantes, la ciudad amazónica colombiana también ha visto crecer el turismo de 6.000 en 2002 a 90.000 visitantes en 2017, al igual que el número de las agencias de viajes, de 14 a 90 y, los hoteles.

Pero Ochoa sostiene que la situación se complicó más con la llegada de compañías de turismo, que vende planes con todo incluido, que deterioró las cosas al optar por la cantidad y no por la calidad.

El turismo de masas que se ha consolidado en Leticia, por lo tanto, tiene importantes implicaciones. Es “una actividad que se basa en economías de escala, es decir, más cantidad a menor costo, con las que los empresarios locales no pueden competir, y
que genera una concentración de la oferta”, precisa.

Además, añade que el ‘todo incluido’ excluye a los habitantes de la zona, pues “por lo general el funcionamiento de los hoteles se basa en productos importados que no generan encadenamientos locales. El paquete ofrece un o superfluo con la
naturaleza y las culturas locales, y dista mucho de ofrecer una experiencia real”.

Menciona que otra de las consecuencias del turismo masivo en la zona es privilegiar los deseos de los visitantes por encima de las necesidades de la población local, según una investigación de la Universidad Nacional de Colombia, realizada por la Sede Caribe.

“En el caso de Leticia, la construcción del nuevo terminal aéreo Alfredo Vásquez Cobo, una megaobra con una inversión superior a los 140.000 millones de pesos, es la que ha ocasionado malestar en la ciudadanía, que no ve resueltas sus necesidades básicas de agua potable, alcantarillado y servicios de salud”, denuncia. Por otro lado, “desde lo
paisajista, el 70 % de las playas del Caribe colombiano están muy deterioradas y no son aptas para el turismo. 

Desde lo ambiental, la situación es mucho más grave: se ve en la pérdida masiva de biodiversidad y deterioro de los ecosistemas costeros”, dice a EL TIEMPO Jürgen
Guerrero, biólogo marino y científico colombo alemán.

El distrito turístico de Santa Marta con unos 500.000 habitantes recibió en 2021 unos 3 millones de turistas que acabaron complicando las cosas porque “no cumple con los mínimos de saneamiento básico ni para la población local”, resalta Guerrero.

Santa Marta debería contar, en su opinión, con una infraestructura de saneamiento básico para una ciudad de mínimo un millón de habitantes para tener un turismo manejable.

“No hay una planta de tratamiento de aguas negras, que se vierten directamente al mar y que, gracias a la corriente, se esparcen equitativamente por las playas de la ciudad. La mitad de las basuras termina en el ambiente sin ningún tipo de manejo. Así es un turismo no sostenible del tipo depredador que solo puede acabar con los encantos costeros de la zona. Una lástima”, lamenta Guerrero.

EL TIEMPO ó al Ministerio de Turismo colombiano, pero no recibió respuesta.
“A nivel europeo, durante la presidencia española en el Consejo Europeo (de junio a diciembre de 2023) se aprobó un nuevo reglamento relativo a la recogida e intercambio de datos en plataformas de alquileres vacacionales”, con el objetivo de que se responsabilicen de los programas turísticos que promueven y para proteger a los s, dijo a EL TIEMPO un vocero del Ministerio español de Turismo.

Se estima que esa norma proporcione un registro único de alojamientos turísticos en la
Unión Europea(UE), para dar seguridad a los s y permitir a organismos públicos “tomar decisiones atinadas sobre la gestión de recursos como agua, gestión de recogida de basura, etc.”.

“Es una medida que servirá para tratar de poner coto a una de las externalidades más evidentes del turismo que es el choque entre turistas y residentes en las grandes ciudades turísticas europeas”, explicó el Ministerio.

Además de ese reglamento que regirá en toda la UE, también, durante la presidencia española en el Consejo Europeo, se dio luz verde a la Declaración de Palma, firmada por los ministros de turismo de toda la UE y que pretende ser una hoja de ruta en pos de un turismo sostenible.

La ciudadanía canaria no dijo no al turismo, sino que pidió que se trabaje en la modificación de unas dinámicas que están afectando el modo de vida de los residentes, según el Ministerio español. Explica que casi todas las peticiones concretas (moratoria de plazas turísticas, regulación del alquiler vacacional, implantación de una tasa turística) son competencia de los municipios, que tienen la responsabilidad de tomar decisiones adaptadas a las necesidades de cada territorio.

“No son competencias estatales, sino que recaen en las comunidades autónomas correspondientes, lo que en Colombia serían departamentos”, señala.

Informa que “junto con otros ministerios del Gobierno, como el de Vivienda, y entidades del sector turístico, ha puesto en marcha un grupo de trabajo para analizar el problema de la vivienda turística y su relación con el malestar de los ciudadanos en grandes núcleos urbanos donde la industria turística es poderosa”.

Pero ite que “todavía no hay conclusiones porque el grupo de trabajo todavía no ha terminado de estudiar la situación”.

Para la Amazonia colombiana el profesor Ochoa propone crear un turismo especializado con menor impacto social y más sostenible, basado en la calidad y no en la cantidad, que mejore la experiencia del visitante y promueva un mayor consumo de
productos locales.

“Algunas de las iniciativas son la escalada de árboles, la creación de parques temáticos, el canotaje y el aviturismo, relacionado con el avistamiento de aves”, dice.

Incluyen, igualmente, el incentivo al turismo familiar, pese a fracasos como el de la Unión Temporal Concesión A maca yacu, adjudicada a Hoteles Decameron y Aviatur en 2005 y que finalizó en 2012, antes de que completara los 10 años previstos.

El turismo de masas aglomera a los turistas en barrios, playas, parques, iglesias o en monumentos emblemáticos de las ciudades, y la enorme cantidad de personas que atrae termina deteriorando esos sitios, el medio ambiente, generando toneladas de
basuras y desperdicios, desplazando a los residentes de esos sectores, elevando su costo de vida y hasta incrementando la inseguridad, entre muchas otras cosas.

La danza de millones en euros, que deja la industria del turismo en España, por ejemplo, y que representa el 40 % de los empleos en el archipiélago canario, no ha sido suficiente para calmar las protestas populares, pues la gente se queja de que el dinero que producen o compensa los daños que causa.

Las manifestaciones en las islas Canarias fueron contra el desarrollo de un tipo de turismo descontrolado y buscan que las autoridades limiten el número de turistas que ingresan a las islas y lo frenen porque los perjudica.

Los residentes de las islas consideran fallido el existente sistema de turismo, pues ha catapultado el precio de los alquileres de corta duración y la construcción de hoteles, lo que ha elevado considerablemente su costo de vida.

No se trató de un mensaje contra los turistas sino “contra un modelo turístico que no beneficia a esta tierra y que hay que cambiar”, le dijo uno de los manifestantes a la agencia inglesa de noticias Reuters durante la marcha en Santa Cruz, capital
de Tenerife.

Casi 14 millones de turistas visitaron las principales islas Canarias en 2023, lo que representó seis veces más que los 2,2 millones de la población estimada de todas las islas, de acuerdo con cifras oficiales.

En Colombia, el turismo se consolidó como uno de los sectores que más impulso dieron a la economía al reportar 5’869.869 visitantes no residentes al cierre de 2023, un aumento de más del 24 % en relación con 2022, de acuerdo con la Oficina de Estudios Económicos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.

Pero el turismo puede ser también una oportunidad para generar ingresos y empleos en aquellos municipios que buscan alternativas en la implementación del Acuerdo Final de Paz.

En ese sentido, el Estado debería ejercer un mayor liderazgo tanto promoviendo la creación de negocios como apoyando los eslabonamientos entre estos, dice Ochoa.

Pero resalta que “es imperativo mejorar la inversión y apoyar el turismo especializado, en el que el país tiene mucho camino por explorar. Con mejores experiencias se podría cambiar la imagen distorsionada que tiene el mundo sobre la Amazonia”.

GLORIA ELENA REY
​ESPECIAL PARA EL TIEMPO
​PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL DOMINGO