Que Nueva Zelanda le pague a Colombia por reforestar un bosque entero para reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y contabilizarlas como suyas: de esto se trata uno de los mecanismos del mercado internacional de carbono.
Este es uno de los temas más complejos y polémicos que se están discutiendo en la Conferencia de las Partes (COP25), en Madrid. De llegarse a un acuerdo esta semana, sería un triunfo para los países participantes.
Justamente, los mercados de carbono se crearon para ayudar a los países que tienen problemas para cumplir sus metas de reducción de emisiones de CO2 en algunos sectores. Para Andrea Guerrero, directora de Pragmatismo de Transforma y experta en cambio climático, es una forma útil para que los grandes emisores contribuyan a que el aumento global de temperatura no supere los 1, 5 °C.
Así las cosas, es necesario un marco regulatorio para que este sistema mundial de comercio de carbono internacional funcione con transparencia, pues es posible que esas reducciones se estén contabilizando en el país comprador y en el vendedor.
“Ambos países podrían estar haciéndole trampa a la atmósfera si registran las reducciones en sus metas”, sostiene Guerrero.
Por esto se están exigiendo reglas claras: “Una de las opciones para asegurarnos de que se actúe con transparencia es que exista un registro universal dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en el que los países informen de esas reducciones en las emisiones de carbono”, agrega Guerrero.
Además de encontrar la forma de evitar el doble conteo, hay otros temas que han tenido a los países discutiendo estas reglas durante las últimas cuatro COP, sin haber logrado un acuerdo.
“Una de las preguntas que siguen en discusión es cómo hacer para migrar los mecanismos de desarrollo limpio (MDL), creados en el Protocolo de Kioto, al nuevo régimen climático (el Acuerdo de París)”, explicó Sebastián Carranza, especialista en cambio climático de ONU Medio Ambiente en el pódcast de Transforma.
Tres debates polémicos
En efecto, Gilles Dufrasne, responsable de la política de precios del carbono en Carbon Market Watch, le dijo a DW que los MDL debilitaron las metas de reducciones existentes, de ahí la necesidad de transformarlos. “Se suponía que sería un sistema que permitiría a los países establecer objetivos más ambiciosos, pero no lo hizo”.
Brasil es uno de los países que más están haciendo presión para que se trasladen tal y como están, pues ha sido altamente beneficiado –ha obtenido 138.000 millones de dólares, con cerca de 8.000 proyectos que reducen las emisiones–.
“Los esfuerzos realizados bajo el MDL deberían tener algún tipo de transición y el reconocimiento de que siguen siendo validos”, dijo a Efe el ministro de Medio Ambiente de Brasil, Ricardo de Aquino Salles, sobre este debate.
Esta discusión también es relevante para Colombia, ya que por medio de los MDL se desarrollaron proyectos forestales en comunidades indígenas y afros. Sin embargo, ahora las reglas de juego cambian, pues esto ocurrió cuando el país no tenía que responder por la reducción de sus emisiones. Con el Acuerdo de París, firmado en el 2015, Colombia se comprometió a reducir 20 por ciento para el 2030 con inversión nacional y 30 por ciento con cooperación internacional.
En este escenario, Colombia no solo puede dedicarse a vender las toneladas que reduce de sus emisiones, sino que también debe responder por sus compromisos.
Otro de los debates es la venta de excedentes de reducción de emisiones. Si un país que tiene como meta reducir en un 100 por ciento sus emisiones, pero logró reducirlas en 120 por ciento, puede venderle a otro el 20 por ciento restante.
Para algunos críticos, esto podría llevar a algunos países a establecer, intencionadamente, objetivos nacionales bajos para que puedan vender sus excedentes.
Y el último punto de discusión se relaciona con lo que algunas naciones, como Venezuela y Bolivia, y organizaciones indígenas han llamado “los no mercados”.
Ellos consideran que el mercado de carbono no ayudaría a reducir realmente las emisiones, pues este modelo puede incidir en que los países no se comprometan con metas ambiciosas. Sin embargo es una discusión ideológica, según Guerrero, pues en este punto no hay nada concreto.
“Los mercados de carbono representan una amenaza para los pueblos, la política y el planeta, y son una estrategia de green wash”, aseguró a Efe el representante de la organización de la Red de Indígenas por el Medioambiente, Tom Goldtooth.
Aunque durante los últimos días los negociadores han intercambiado varios borradores al respecto, aún no se acuerda nada, por lo que serán los ministros responsables de medioambiente quienes tratarán de cerrarlo o volverán a aplazarlo.
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