Desde su época de campaña, el presidente Gustavo Petro anunció como una de sus grandes banderas la defensa del medioambiente, en especial en la lucha contra la deforestación, uno de los problemas ambientales que más aquejan al país. Por eso, el contenido sobre la materia en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) fue esperado con ansias por parte de expertos y ambientalistas, quienes tienen opiniones divididas respecto a las metas allí planteadas.
Y es que el documento de las bases del PND establece un objetivo claro: que en Colombia se pase de deforestar 174.000 hectáreas de bosque al año (2021, última cifra disponible) a 140.000 para el año 2026.
En diálogo con EL TIEMPO, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, se refirió a la definición de la meta: “Cambiamos la metodología, no estamos hablando de tendencias y curvas, como el Gobierno pasado, sino de hectáreas concretas y reales. Contemplamos el tiempo y el proceso que necesitamos para los núcleos de desarrollo forestal y que hay probabilidad que este año se desarrolle el fenómeno de El Niño, que se caracteriza por clima seco, lo cual impacta en la deforestación”.
Contemplamos el tiempo y el proceso que necesitamos para los núcleos de desarrollo forestal, hay probabilidad que este año se desarrolle el fenómeno de El Niño, que impacta en la deforestación
El anuncio trajo opiniones divididas. Mientras que unos la califican como “demasiado modesta”, otros, por el contrario, aseguran que “está aterrizada”. De cualquier forma, parece haber un consenso en que lograr una verdadera, sostenida y significativa reducción de este mal será una ganancia, en especial luego de las nada alentadoras cifras de los últimos años. El país pasó de 158.894 hectáreas deforestadas en el 2019 a 174.103 en el 2021, lo que muestra que, en lugar de disminuir, pérdida de bosque viene en aumento.
De esta manera, llegar a 140.000 hectáreas no solo implica revertir la tendencia al alza y lograr una reducción, sino llegar a niveles del 2015.
La pregunta, entonces, es cómo se va a lograr, qué estrategias se emplearán, y si esto es suficiente no solo para cumplir con compromisos internacionales, sino para garantizar un avance evidente en la lucha contra el cambio climático.
Un arduo camino
En los próximos días se espera que el Ministerio de Ambiente dé a conocer su política de protección de los bosques y lucha contra la deforestación, donde se establecerán a detalle los mecanismos que se utilizarán para alcanzar la meta.
Mientras tanto, el Gobierno ya ha dado algunos esbozos de cómo concentrará sus esfuerzos. Las bases del PND establecen que “se implementará el plan de contención en los principales núcleos activos de deforestación, con énfasis en la Amazonia, y considerando los municipios de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet)”.
En total son nueve núcleos, los cuales se encuentran en los departamentos de Bolívar, Norte de Santander, Antioquia, Chocó, Nariño, Putumayo, Caquetá, Meta y Guaviare.
Así las cosas, se pretende un enfoque de trabajo comunitario, acuerdos sociales, desarrollo de proyectos productivos verdes, lucha contra bandas criminales detrás de la deforestación, financiamiento, control de incendios forestales y restauración de áreas afectadas.
¿Una meta razonable?
El presidente anunció el año pasado en la COP27 en Egipto que va a invertir 200 millones de dólares al año en la lucha contra la deforestación. Es una cantidad de recursos que nunca se había visto
De acuerdo con el experto Manuel Rodríguez Becerra, lo propuesto en el PND dejaría al país muy lejos del compromiso suscrito de manera internacional de llegar a deforestación cero en 2030.
“Y no entiendo por qué es tan modesta, cuando el presidente Petro anunció el año pasado en la COP27 en Egipto que va a invertir 200 millones de dólares al año en la lucha contra la deforestación. Es una cantidad de recursos que nunca se había visto”, mencionó Becerra.
También señaló que, de momento, es prematuro determinar si las estrategias que se pondrán en marcha son las más idóneas para frenar la pérdida de la cobertura vegetal, dado que la política respectiva está próxima a ser anunciada.
Pero sí aseguró que es necesario abordar el problema con múltiples enfoques: “Hay sitios de alta deforestación donde no se puede hablar de comunidades, donde quienes hacen estas afectaciones son personas que están tratando de acumular tierras, ya sea en baldíos del Estado o en parques naturales. La gran deforestación en el país no es comunitaria. Por eso debe haber otras estrategias, y seguramente el ministerio está pensando en eso. Debemos esperar qué se presenta en la nueva política para determinar si las acciones propuestas son las idóneas”.
Por su parte, Emilio Rodríguez, coordinador de Medios de Vida Sostenible de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), aseguró que la deforestación cero en 2030 es importante como señal política, “pero siendo optimistas creo que esa meta está aterrizada a las necesidades en cuanto al cambio de muchos paradigmas que permitan una transición sostenida hacia esa cifra de cero deforestación, transición que no se hace de la noche a la mañana”.
Y agregó: “Algunos de estos paradigmas se están abordando. Muestra de ello es la nueva figura de concesiones forestales comunitarias que trae el PND, entre otros. Esto implica abordar las causas de la deforestación y esa es una forma realista de hacerlo”.
De acuerdo con Rodríguez, sería interesante que la nueva política centrara en gran medida sus esfuerzos en áreas específicas que tienen una importancia para la conectividad biológica. “El principal ejemplo es el Parque Nacional Natural Tinigua, al sur del Meta, y que es el principal conector de biodiversidad entre la cordillera Oriental, la Orinoquia y la Amazonia. Su transformación va en aumento y ya la mitad del parque, sus bosques y la biodiversidad asociada están casi perdidos”.
Es una meta factible, porque básicamente son tasas de deforestación anual que nos devuelven a lo que ocurrió en 2014 y 2015. Pero ambiciosa, no tanto
“Hay que combinar realismo y ambición. Si uno no es ambicioso, si no se pone metas altas, el esfuerzo es menor. A mi modo de ver, puede el Gobierno ser realista en la cifra, pero debería ser ambicioso en casos como Tinigua. Sería una buena combinación”, puntualizó.
Por su parte, Benjamín Quesada, investigador sobre el cambio climático, cree que no hay mucha claridad en los documentos publicados hasta ahora con respecto a los mecanismos, recursos y estrategias en detalle para lograr los números deseados.
Pese a ello, asegura que el Gobierno hizo una apuesta casi segura: “Es una meta factible, porque básicamente son tasas de deforestación anual que nos devuelven a lo que ocurrió en 2014 y 2015. Pero ambiciosa, no tanto. Se podría especular que quisieron asegurar un poco porque los tres últimos gobiernos plantearon metas que no cumplieron”.
Sin embargo, esta falta de ambición podría traer consecuencias, en especial en lo relacionado con las fuentes de financiación: “Actualmente, el país tiene acuerdos con el Reino Unido, Noruega y Francia, entre otros, en los cuales Colombia recibiría recursos para la lucha contra la deforestación si cumple con ciertas metas al respecto, entre ellas tener una tasa anual de destrucción de bosques por debajo de las 100.000 hectáreas. No cumplir con esto sería poner en riesgo la ayuda internacional destinada precisamente a la implementación de estos planes”.
Al respecto, la ministra Muhamad dijo: “Puede que la meta sea poco ambiciosa, y seguro debe ser una discusión que se dé en el Congreso y que podemos considerar para ampliarla en el texto que sea aprobado”.
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