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¿Dejaría de comprar ropa nueva para no hacerle daño al planeta?

Algunas personas han optado por evitar que las prendas se vuelvan desechos que duren dos siglos.

En Bogotá cada vez es más frecuente encontrar en la calle tiendas donde se vende ropa de segunda.

En Bogotá cada vez es más frecuente encontrar en la calle tiendas donde se vende ropa de segunda. Foto: iStock

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De una a seis semanas puede tardar una camiseta en degradarse. Una chaqueta de mezclilla, por su parte, de 10 a 12 meses. Mientras que las prendas de licra, de 20 a 200 años. Estas solo son superadas por las confeccionadas con poliéster, que pueden demorar más de dos siglos en este proceso.
La industria textil es la segunda más contaminante del planeta tras la del petróleo. Bajo ese escenario, no son pocas las personas que buscan realizar cambios significativos y sustentables a diario: desde comprar ropa de segunda mano, pasando por reciclar, hasta adquirir prendas solamente si se necesitan.

Múltiples motivaciones

Para Luis Silva, sociólogo y académico de la Universidad San Sebastián, Chile, la compra de ropa reciclada es habitual y se puede basar en muchas motivaciones; entre ellas, razones económicas, ecológicas, de distinción frente a la moda local imperante, por lo que no hay una única motivación.
“Todas las influencias en cuanto a moda se basan en la búsqueda de distinción, y frente a este proceso, una cuestión habitual es la influencia que hacen unos sujetos, que son considerados relevantes, sobre otros que aspiran a serlo. Así, ciertos sujetos valorados en el ámbito local se transforman en referentes para otros que replican este modelo”, indica.
Economía, sustentabilidad o estilo de vida forman parte de cuatro personas que buscan evitar que la ropa siga contaminando.
El 90 % de la ropa que viste Natalia Farías es usada (solo la interior y algunos zapatos los compra nuevos). Una forma de vestirse que adoptó hace alrededor de 20 años como herencia de su mamá.
“Ella comenzó a notar que la calidad de las prendas compradas en Europa o la americana era muchísimo mejor que la de ropa nueva. Y no solo de vestir, porque manteles, sábanas, cortinas desde Turquía –por ejemplo– son de lejos mejores que los que se pueden adquirir en las tiendas”, explica desde Temuco (Chile).
Economía, calidad, autenticidad y reciclaje son los conceptos que mueven a la profesional, quien asegura que para ella esto es su estilo de vida. “Cuando era más chica siempre estuvo el prejuicio de que a nadie le gustaba la ropa americana, que era mala. Pero a medida que ha pasado el tiempo me he ido especializando. Tengo una gran facilidad para detectar las telas, por eso nunca he tenido mala ropa usada. Siempre compro de buena calidad. Tampoco pago lo más barato”, sostiene.
Es más, profundiza que cada vez que entra a una multitienda ve la ropa y, muchas veces, le gusta, pero a la hora de tocarla, “noto que la calidad es malísima, que el precio es elevado y que otras personas andarán con la misma prenda que yo, probablemente”, agrega.
Natalia también maneja todos los conceptos ligados a la ropa reciclada como la “de retorno”; es decir, comprar artículos nuevos a precio de usados, que provienen de la temporada anterior de Europa o Estados Unidos.
“Por ejemplo, en Europa no pueden vender la ropa de la temporada pasada en la próxima, sino que deben rematarla”, comenta Farías, quien reitera que su clóset es único.

Economía circular

Cuando Rosario Hevia supo que estaba embarazada, de inmediato pensó que podría utilizar las prendas de su primera hija. Sin embargo, no sería niña, sino niño. Hubo que cambiar los planes. Como le atrae lo sustentable, empezó a buscar ropa usada, pero no le fue tan fácil. En el entretanto, revisó la ropa que había guardado de su pequeña. Esta estaba en perfecto estado y había 15 prendas de segunda mano que podía usar en su hijo.
Durante su posnatal decidió intercambiar la ropa de su hija por la de niño. Lo posteó en Facebook y logró hacer el “trueque”. “Me di cuenta de que el valor que le das a la ropa usada es cero y que esto era una oportunidad de negocio”, dice Rosario. Así surgió Travieso, con el concepto ‘compre, trueque o done’.
“La ropa de adulto tiene varias posturas; la de niño, no. Puede tener cuatro, pero le puedes sacar unas 50 antes que pierda la calidad. O sea, diez niños pueden usar una prenda antes de que se vea usado. En verdad, permite una economía circular altamente beneficiosa para todos los integrantes”, explica sobre su propuesta que partió con una pequeña venta en casa y que hoy tiene una oficina en Las Condes.
“Me puse a investigar y el 73 % de la ropa, a nivel mundial, termina en vertederos. Y la cantidad de agua que usan: ¡más de 2.000 litros para producir una polera de algodón! Los desechos que se generan por ropa que está perfecta no tienen ni un sentido”, sentencia.
Él trabaja en Neurona Group, dirige Tecnociencia y tiene el programa ‘Salva la Tierra’ en radio ADN. Ella trabaja en un proyecto de medioambiente de Banca Ética y tiene su Instagram @ciudadanab. Cristián Campos Melo y Ana Rivera, durante los últimos años, han llevado una vida sustentable en toda su dimensión. Para ellos, no es una moda, sino un estilo de vida “al cual llegas si te hace sentido lo que piensas”, señala la pareja. Para Cristian y Ana no se trata solamente de no comprarse ropa, sino de un todo. “Hay que meterles un poco de ingenio a los espacios y ahorrarte el hecho de comprar cosas”, explica Ana, quien gusta de aprender nuevos oficios. En casa tiene una máquina de coser; con esta arregla prendas.
Es que para la pareja esto tiene que ver con la filosofía de dejar de consumir. “El tema de la ropa para nosotros entra en esta dinámica, donde no hay ningún pensamiento talibán. Me compro la ropa que necesite, en la medida que lo necesite. Si quieres tener un estilo de vida sustentable, hay que repensar lo que realmente necesitamos. Si una prenda se rompe, la gran mayoría se compra otro. Pero la puedes reparar”, añade Campos Melo.
La ropa es funcional para la pareja. “Tenemos la ropa que tenemos, hace mucho tiempo. Si es necesario comprar algo nuevo, se hace. Si se tiene que reparar, se repara. Es parte de un todo que tiene que ver con hacerte la pregunta de si realmente lo necesitas; si no es así, no lo compres”, sentencian.
Me di cuenta de que el valor que le das a la ropa usada es cero y que esto era una oportunidad de negocio

Una tendencia con fuerza en Colombia

En Colombia, el tema no es nuevo. En Bogotá, por ejemplo, es normal reconocer las tiendas dedicadas a este negocio en el sector de Chapinero. O en la plaza España, en el centro de la ciudad. En Medellín se ha popularizado la plaza minorista. Y también tiene su protagonismo en la web y en redes sociales. Dos ejemplos: Trendier y Renueva tu Clóset (que ofrece ropa de famosas). La experta en moda Pilar Castaño le dijo a la revista Carrusel que el tema debe ser entendido desde el significado de la palabra usado: “Si la industria adopta el término ‘vintage’ no como algo viejo, sino como piezas especiales donde se rescaten la calidad y el valor del producto, se le daría más valor".
KAREN RETAMAL
EL MERCURIO (Chile) - GDA

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