Es difícil entender cómo el lugar con mayor número de
palmas de cera en el planeta, el árbol emblema de Colombia, con aproximadamente 600.000 individuos adultos en 4.500 hectáreas, esté completamente desprotegido.
El bosque de Tochecito, resguardado por las montañas y aislado durante muchos años por el conflicto armado, representa la última oportunidad de conservar este ecosistema único.Tal como lo reveló EL TIEMPO semanas atrás, Tochecito, ubicado sobre la vertiente oriental de la cordillera Central, entre Cajamarca (Tolima) y Salento (Quindío), merece una figura especial que lo blinde de la ganadería, la agricultura, el turismo desordenado y masivo y la minería.
La propuesta de los científicos y centros de investigación es que sea declarado una reserva forestal protectora de carácter nacional que permita a los lugareños continuar con las actividades tradicionales del campo, sin que vayan en contravía de la sostenibilidad. Así que el ministro de Ambiente,
Luis Gilberto Murillo, le aseguró a este medio que en el primer semestre del 2018, muy seguramente en el mes de mayo, este tesoro verde estará protegido. Las razones son demasiadas. Las poblaciones de palma de cera en Colombia, por ejemplo, tienen una muy baja representatividad en el sistema de áreas protegidas.
Si la población que se concentra en la cuenca del río Tochecito es protegida, su representatividad regional y nacional aumentaría aproximadamente a 93 y 86 por ciento, respectivamente.
Lo anterior es indispensable para esta especie, considerada en peligro (EN) de extinción a nivel nacional y vulnerable (VU) a nivel internacional.
“A partir de la restauración ecológica de diversos ecosistemas ubicados en municipios del corredor de la palma de cera, se protegerá la especie vegetal, al mismo tiempo que la fauna de la región, como el loro orejiamarillo. Además, les apuntamos a la regulación hídrica y a mejorar el uso del suelo”, le dijo Murillo a EL TIEMPO.
A partir de la restauración ecológica de diversos ecosistemas ubicados en municipios del corredor de la palma de cera, se protegerá la especie vegetal y la fauna de la región
Otros objetivos contemplados por el
Ministerio de Ambiente consisten en recuperar la conectividad del bosque altoandino, asociado a los últimos remanentes de palmares que quedan; mantener la muestra más representativa de la población de palma de cera del Quindío en la microcuenca del río Tochecito, usar sosteniblemente los recursos naturales que allí se encuentran y proveer espacios naturales asociados al patrimonio cultural e histórico del área, puesto que
allí serpentea el famoso Camino del Quindío, la ruta que por más de 300 años comunicó a Ibagué con Cartago y por donde anduvieron ambientalistas como Humboldt y Jean-Baptiste Boussingault, además de Simón Bolívar.Sin embargo, Tochecito no puede entenderse como un lugar aislado. Las personas que allí viven temen –y es aquí donde se ha demorado y enredado más el proceso– que con la declaratoria de una nueva área protegida queden impedidas para desarrollar sus actividades económicas tradicionales. Algunas, incluso, hablan de que les van a quitar la tierra para sacarlas de allí, pues lo único que se permite hacer dentro de una reserva forestal protectora es el aprovechamiento de los frutos secundarios del bosque.
César Augusto Rey, director de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del Minambiente, explica que por eso están haciéndole un ajuste al régimen de uso de las reservas forestales, que estará listo en menos de dos meses, para que los propietarios –que no son más de 25– y los habitantes –los cuales no superan las 80 familias– estén tranquilos con el proceso.
“Cuando se declara un área protegida, inmediatamente creemos que nos van a quitar la tierra en la que hemos vivido por generaciones enteras, pero no es así”, dice Rey. Y continúa: “Lo que queremos es cambiar la lógica económica ganadera y de cultivo de arracacha que hay en Tochecito, y reeemplazarla por el turismo de naturaleza. El área es de una belleza impresionante, así que con ese patrimonio son muchas las posibilidades, y es necesario tener un balance”.
En concreto, explica el funcionario, el ajuste consiste en formular todo un plan de negocio alrededor del turismo de naturaleza en Tochecito, donde el Ministerio de Ambiente preste el acompañamiento necesario para lograr una transición gradual hacia actividades sostenibles, que no vayan en contravía del ecosistema.
“Esta apuesta debe ser asociativa y no será posible si un solo propietario decide adecuar su finca para prestar un servicio de hospedaje y los demás no, por ejemplo. Se necesita un trabajo colectivo para que los beneficios económicos sean equitativos. Por otro lado, no le estamos diciendo a la gente que todo será bosque de palmas, sino que podrá haber actividades agropecuarias, pero en menor escala, porque el bosque necesita recuperarse”, afirma Rey.
Según el Ministerio de Ambiente –que viene trabajando junto con Parques Nacionales Naturales, WWF, WCS, la Fundación Mario Santo Domingo, el Jardín Botánico del Quindío, el Instituto Humboldt y la Red Colombiana de Reservas Naturales de la Sociedad Civil–, aunque todavía no está ciento por ciento decidida la categoría de protección de Tochecito, la idea es que sea de orden nacional, pues en ese bosque está el principal centro de distribución genética de la palma de cera del Quindío. Es un paraíso especial.
TATIANA PARDO IBARRA
EL TIEMPO