Hay una película estreno en Netflix que les quiero recomendar. Se llama The Adam Project. Sin hacer spoiler, les cuento que es la historia de un hombre que regresa del futuro y se reencuentra consigo mismo, cuando tenía 12 años de edad. La versión del futuro es un hombre de 30 y pico de años, mucho más atractivo, fuerte y hábil, pero con una tristeza y rabia que le salen por los poros.
Aun cuando la rabia nos evite sentir dolor, al mismo tiempo nos inhibirá de sentir la inmensidad del amor.
Al encontrarse con su versión preadolescente, al principio recuerda lo difícil que fue tener esa edad y la soledad profunda que sintió cuando su papá murió; pero al mismo tiempo ve a un chico inteligente, lleno de humor y valentía. Después de unos momentos de críticas, reproches y hasta agresión, ambos se ‘enamoran’ el uno del otro y logran su cometido.
Lo que me fascinó de la película radica en los mensajes tan poderosos que de una manera ligera y graciosa logra transmitir. Uno de los más dicientes, y con el cual me identifiqué, es el momento en el que las dos versiones del mismo hombre se sientan a hablar. El adulto le aconseja a su versión adolescente que deje de idolatrar a su papá, porque en realidad no era buena persona y además, muy mal padre. Ante esa afirmación tan fuerte, el niño le refuta con vehemencia: ¡su papá era maravilloso! Lo que pasaba era que él se había autoconvencido de que su padre era ‘malo’ para tener la excusa de llenarse de rabia y no afrontar el inmenso vacío que había dejado su muerte.
Esto me recuerda la cantidad de veces que inconscientemente buscamos pelea con nuestros seres más cercanos y queridos antes de separarnos (por un viaje u otras circunstancias de la vida) o aquellas parejas que autosabotean la relación por miedo a sentirse vulnerables. La rabia nos hace sentir más poderosos y, de alguna manera, ‘en control’ de las situaciones. Por el contrario, la tristeza tiene una connotación de debilidad y sentirla nos genera una inmensa molestia.
Sentarnos en la incomodidad de la tristeza es difícil, pero increíblemente necesario para que no vayamos por la vida creando una coraza de ira y resentimiento, creyendo que eso nos protegerá del dolor. Porque hoy les recuerdo que quizá, aun cuando la rabia nos evite sentir dolor, al mismo tiempo nos inhibirá de sentir la inmensidad del amor.
ALEXANDRA PUMAREJO
@DeTuLadoConAlex
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