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Hay que organizarse en vida para partir en paz
Expertos invitan a organizar herencias y testamentos. No le deje problemas a su familia.
Los líos legales ocasionan sufrimiento a las familias. Foto: iStock
‘Ni la mencione, que la atrae’, han repetido ancestros, abuelos, padres e, incluso, algunos jóvenes (los menos liberales y más agoreros). No obstante haber sido tan normal preparar la mortaja como lo es hoy elegir el look del día desde épocas remotas como Egipto, Grecia o Roma, la muerte fue un tabú (aun en nuestro continente) hasta hace apenas un par de años, cuando empezaron a atomizarse, desde los países escandinavos y orientales, las tendencias o filosofías aliadas de la búsqueda de la paz espiritual; entre ellas, el döständing –arte sueco de ordenar antes de morir– y el budismo, dos de las más sonadas.
Organizar papeles, objetos y herencias. Foto:iStock
Para la médica cirujana experta en cuidado paliativo Luz Marina Cano Molano, “la sociedad occidental rechaza a la muerte. Hay un pensamiento psicomágico según el cual si hablamos de ella, se considera mal presagio. En Colombia tenemos pensamientos disyuntivos alrededor de la muerte, ya que somos un país violento en donde todos los días hay noticias sobre la muerte y queda normalizado el tema, excepto los casos que pueden producir algo de indignación, a causa del estallido social, pero no pasa de allí”.
Y si a ello le sumamos el auge de los servicios funerarios para mascotas antes de la pandemia, las pérdidas de familiares por el coronavirus y, más recientemente, la discusión en torno a la eutanasia en nuestro país, se ha seguido esclareciendo el abordaje del llamado ‘viaje al más allá’.
“Dejamos de hablar de la muerte en 1800, cuando se empiezan a construir los hospitales y la medicina encuentra nuevas formas de detección de enfermedades, pues evoluciona la infectología y se crean medicamentos, incrementándose la expectativa de vida. La muerte sale de la casa (la familia y la comunidad se reunían en tanto la muerte tenía un sentido de pertenencia) y pasa a ser del hospital, del médico. Deja de ser algo natural para ser un fracaso terapéutico”, añade la Ph. D. en educación y en pensamiento complejo.
Un nicho en consolidación
Tal ha sido la importancia cobrada por este diálogo en el último año que ya hay quienes acompañan y asesoran a las personas (enfermas, sanas, jóvenes, ancianos, etc.) para tener todo organizado. “Cuando esa persona no está y la familia empieza a ver qué objetos, asuntos y situaciones tenía pendientes, es cuando uno se detiene a pensar: ¿qué tan pertinente es mantener al día mis cosas? Y no solo por si acaso me muero, sino para vivir tranquila. Y si acaso me muero, al menos no les dejo tantos líos a mis familiares”, dice Lina María Pinzón Eslava, abogada y socióloga consultora en orden y organización con énfasis en el método KonMari.
“Hay muchas personas que no pueden ‘morir en paz’ porque tienen algún lío familiar, una deuda, tema de inmuebles y el conflicto las abruma".
Con Tracy Arango, diseñadora, consultora en creatividad y experta en organización de espacios certificada por Marie Kondo, fundaron Las Ordenautas, una iniciativa que más allá de enseñar a organizar el desorden, ha asumido la tarea de ayudar a quienes quieran morir en paz (sin dejarles ‘chicharrones’ a quienes organizan sus bienes y pertenencias post mortem).
“Hay muchas personas que no pueden ‘morir en paz’ porque tienen algún lío familiar, una deuda, tema de inmuebles y el conflicto las abruma. La última Encuesta de Seguridad Ciudadana dice que un 44,8 por ciento de las personas que tienen alguna necesidad jurídica (llámense alimentos, deudas, etc.) no hacen nada, pues, hasta ahora, ese es un universo desconocido y viene abordándose desde los sociólogos jurídicos de los 80 de Estados Unidos (en inglés se conoce como avoidement (evitar enfrentar algún problema jurídico). Es la clásica del padre que tiene el hijo perdido y nunca le dijo a la familia. O el que nunca cuadró la sucesión del abuelo y empezó a nacer un montón de gente hasta caer en un rollo la casa del abuelo”, añade Pinzón.
“Hay directrices anticipadas, hay planeación. Puedo dejarlo todo suscrito en mi voluntad anticipada y, de hecho, yo no debiera esperar a tener una enfermedad para suscribir mi voluntad. Foto:Pexels.com
Igual opina la doctora Cano: “Los líos legales ocasionan sufrimiento. Por ejemplo, es difícil cuando al lecho de muerte llegan tres esposas, y entonces ¿quién tiene la razón? Llegan los hijos no reconocidos y viene la culpa, pero ¿qué hacemos si la persona ya está moribunda? Esas tensiones y peleas deben abordarse desde el principio por el abogado para que, al final de la vida, la persona deje resueltos sus líos. Es difícil, para el especialista en cuidado paliativo, que la esposa del paciente no permita aplicarle morfina porque él no ha firmado el traspaso de las escrituras... Porque pasa”.
Diseñe su muerte
“Pues cuando me siento a reflexionar sobre la muerte debo pensar cómo estar en paz para morir y plantear los escenarios posibles".
Así como entre los ‘mandamientos’ de las organizadoras profesionales está la conservación de lo que haga realmente feliz a la persona, para Tracy Arango, “tener el privilegio de definir en vida qué harán los que queden (cuando yo muera) con eso que yo cuido a diario es un derecho en este mundo del orden y que podríamos poner en práctica para vivir más tranquilos. Y es un acto de amor hacia los demás, hacia los que nos despiden”. Por ello, poner etiquetas o hacer listados de sus posesiones o tesoros más preciados con el nombre de quien lo heredará cuando usted no esté no es descabellado.
“El döständing viene de un libro de una autora sueca que narra el proceso que ella vivió arreglando pertenencias post mortem de otras personas; su reflexión personal fue: ‘No quiero dejarle este chicharrón a nadie’. Otra parte que me parece interesante es que hay etapas de la muerte en vida (pequeños duelos o muertes) cuando se acaban ciclos que hacen que la persona tenga que cambiar su estado, su espacio o su manejo del tiempo”, añade Arango.
De ahí la necesidad de diseñar la propia muerte (sin que ello signifique que la está buscando). “Hay directrices anticipadas, hay planeación. Puedo dejarlo todo suscrito en mi voluntad anticipada y, de hecho, yo no debiera esperar a tener una enfermedad para suscribir mi voluntad. Y puedo actualizarla en la medida que mi vida y mis prioridades cambien”, dice Cano sobre el documento de voluntad anticipada (DVA), que quedó regulado en la resolución 2665 de 2018 y se baja de la página del Ministerio de Salud.
Para su diligenciamiento no hay que esperar a enfermar, “pues cuando me siento a reflexionar sobre la muerte debo pensar cómo estar en paz para morir y plantear los escenarios posibles: si me muero en un accidente, no quiero que me reanimen, por ejemplo; si me da una enfermedad neurodegenerativa o un infarto, quiero que hagan esto; tal persona puede hacer valer mi voluntad si pierdo la conciencia, etc. Si hago mi voluntad anticipada en mis cinco sentidos, yo diseño mi muerte”, puntualiza la doctora Cano.