En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Luchar por nuestros derechos, sin dejar lo fabuloso de ser mujer
Entiendo que haber nacido mujer implica que debo dar ciertas batallas que tal vez el género masculino no tiene que enfrentar... y es precisamente eso lo que nos hace fuertes, resilientes y maravillosas. No lo veo como una debilidad; por el contrario, lo considero un reto y un privilegio.
Nosotras hemos ido ganando espacios en los ámbitos sociales, laborales y políticos, lo cual significa que los esfuerzos de nuestras antecesoras y de las valientes de hoy van dando fruto. No nos han dado nada fácil ni gratis, y son estas luchas las que nos han fortalecido como género.
Sin embargo, ese sentimiento de orgullo no nos da permiso para creer que somos mejores que ellos; tampoco nos otorga el derecho a empoderarnos a costa de hacerlos sentir mal.
Creo vehementemente que debemos ser remuneradas lo mismo que un hombre por hacer el mismo trabajo. Quiero que a la hora de competir por un puesto, me lo den porque soy la más capacitada o la más idónea (no por ser mujer).
marcha feminista Foto:Vanexa Romero/EL TIEMPO
Soy feminista en el estricto sentido de la palabra. Debemos luchar por nuestros derechos, pero sin dejar de lado lo fabuloso de ser mujer. Yo no quiero ser una mala versión de un hombre, quiero ser la mejor versión de una mujer. Somos diferentes física, emocional y psicológicamente; está comprobado que tomamos decisiones de una manera distinta, afrontamos los retos con perspectivas diferentes, y esto no es bueno ni malo. En lugar de tratar de parecernos, deberíamos aprovechar las diferencias para complementarnos y ayudarnos.
Tampoco creo que tenga que gritar a los cuatro vientos que no necesito que me abran puertas, me corran sillas o me inviten a comer. No me siento menos ‘poderosa’ porque me gusta que me ayuden con una maleta pesada, ni porque me enamore que me escriban cartas de amor y me den serenatas. Y menos me hace perder parte del terreno que hemos ganado como mujeres consentir a mi pareja, llevarle tinto a la cama o prepararle su comida preferida. No soy menos independiente ni empoderada por apoyarlo y hacerlo sentir ‘poderoso’ a él también.
Una mujer empoderada sabe quién es, sabe que es valiosa y se quiere a sí misma en cualquier situación. Si tiene esto claro, jamás se dejará maltratar, estará tranquila siendo soltera o casada, no se sentirá menos si tiene hijos o si decide no tenerlos, apreciará su cuerpo si es 90-60-90 o si no lo es. Entenderá que el tiempo pasa y que las arrugas son parte del proceso. Les enseñará a sus hijas a respetar sus cuerpos y a tomar su sexualidad con orgullo y conciencia. ¡No sentirá envidia de mujeres exitosas y nunca andará por el mundo sintiéndose menos que nadie!