Las cifras son escandalosas: 7 de cada 10 homicidios en Bogotá en el 2018 sucedieron como consecuencia de una riña, mientras que en la línea de emergencia 123 se registraron 486.000 llamadas para reportar una pelea, de acuerdo con la Secretaría Distrital de Seguridad, Convivencia y Justicia. Estos datos obligan a reflexionar sobre cómo evitar engancharse a las emociones de otros y frenar posibles altercados que acaben con relaciones de pareja, familia o incluso con una vida. Expertos consultados por EL TIEMPO responden.
Rocío Hernández, sicóloga de familia y experta en resolución de crisis, explica que engancharse no solo se refiere a reaccionar a la ira del otro sino a su pesimismo, resentimiento, tristeza o frustración y no vencer esos sentimientos tan rápido como se debería.
“Hay quienes no logran superar situaciones propias que ya tendrían que haber sido resueltas y continúan sobre esas emociones como ‘pista de disco rayado’ y aunque son conscientes de que para ellos también es agotador, les cuesta soltar y liberar”.
Es decir, son esponjas que absorben las alteraciones de los demás, de manera que se convierten en un vertedero de sentimientos ajenos que determinan el estado de ánimo, al punto de cambiar el rumbo de su día y las reacciones con el entorno.
¿A quién no le ha sucedido que se molesta al encontrarse con un mal conductor, meseros maleducados, jefes ariscos o empleados displicentes? La clave está en cómo se reacciona y se resuelve la situación para que no supere una molestia pasajera y puedan evitarse catástrofes.
Muchas personas son como vertederos de basura emocional y a medida que se les acumula van buscando sitios dónde descargarla y si se lo permites, la descargarán sobre ti.
“La salida es centrarse en las cosas importantes de la vida en el menor tiempo posible”, aconseja David Pollay en su libro Reciclaje emocional, aprende a controlar tus emociones, en el que, además, define en pocas palabras la razón práctica de por qué detenerse a tiempo: “Muchas personas son como vertederos de basura emocional. Van de aquí para allá llenos de frustraciones, de rabia y de amargura. A medida que se les acumula la basura, van buscando sitios dónde descargarla y si se lo permites, la descargarán sobre ti. Así que cuando alguien quiera hacerlo, no te lo tomes como algo personal. Sonríe, saluda, deséales suerte y sigue adelante. Créeme, serás más feliz”.
Alejandra Tarazona, directora de Prevención y Cultura Ciudadana de la Secretaría Distrital de Seguridad, explica que el origen de la mayoría de las peleas en Bogotá tiene una alta carga cultural, asociado al concepto del ‘macho’ que siente la obligación de proteger a su pareja o hacer respetar a sus amigos propiciando una riña. Debido a esto, desde el 2016 nació el programa Farra en la Buena, que impacta zonas de rumba, pues son caldo de cultivo de peleas, en especial por la ingesta de alcohol.
“Aunque el peor de los escenarios es el altercado que ocasiona una muerte, hacer parte de una riña deriva en situaciones que también se tipifican como delito cuando hay agresión física; esto, además, puede llevar a multas, reparaciones al afectado, responsabilidad a terceros, cárcel y una serie de consecuencias imprevisibles que pudieron detenerse al hacer conciencia y control de las emociones”, añade la funcionaria.
Es así como se promueve la prevención en el grupo de amigos a través de un ‘cuidaparches’, es decir, uno de los al que se le entrega el ‘Manual para que no se dé en la jeta’ con indicaciones sencillas para frenar un conato de discusión, por ejemplo, retirar del lugar al amigo que propicie o responda a una agresión, respirar con él o ella para recuperar la tranquilidad, hablar con un lenguaje conciliador; escuchar lo que tiene que decir y ofrecerle agua o un dulce.
“Con este programa logramos disminuir las lesiones personales asociadas a las riñas en un 12 por ciento en las principales zonas de rumba de la ciudad en el 2018. Además, en el pasado Halloween se redujeron en un 25 por ciento los homicidios registrados y así mismo, un 63 por ciento el Día de la Madre; es decir, en el 2018 logramos ser más bailadores y menos peleadores”, enfatiza Tarazona.
Analfabetismo emocional
“Estas situaciones de enganche con las emociones de otros suceden porque el individuo no se conoce y permite que otros istren ese analfabetismo emocional. En el momento en el cual se reconoce a sí mismo y ya no se engancha, el otro tendrá que cambiar a la par o buscar a una nueva persona para mantener esos juegos sicológicos”, dice la sicóloga Rocío Hernández, quien dicta talleres en los que, a través de actividades prácticas, permite a las personas descubrir cuáles son las emociones y circunstancias que las enganchan con el otro, identificar si es un gancho para los demás, descubrir cómo manejar las emociones para encontrar las causas reales del enojo y ser asertivo para resolverlo.
Las consecuencias de vivir en un enganche emocional van desde arruinar situaciones de la cotidianidad hasta un despido injustificado, terminar una relación, lastimar a seres queridos y decirse a sí mismo frases que terminan convenciéndolo de que es un fracaso, que no tiene opción de sentirse diferente y dirigirse a estados que no lo dejan experimentar la cotidianidad con agrado, sino con ansiedad, depresión y otras emociones desgastantes.
Dos claves que da Hernández para manejar las emociones son entender que no siempre se tiene la razón, y escuchar al otro y filtrar lo que dice reconociendo su enojo. Además, comprender que no se cambia a nadie más que a sí mismo y que el control de las reacciones lo hace dueño de su futuro.
EDNA ROJAS
Para EL TIEMPO
@Soymanzanadulce