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Noticia

Si la culpa del aburrimiento no es del lunes entonces, ¿de quién es?

Un libro revelador, lleno de claves para salir del rebaño y liberarse de las ideas falsas de éxito.

Andy Molina, Nació en Medellín. Estudió Derecho y durante 8 años ejerció la carrera.

Andy Molina, Nació en Medellín. Estudió Derecho y durante 8 años ejerció la carrera. Foto: Editorial Sin Fronteras

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Andy Molina, Nació en Medellín. Estudió Derecho y durante ocho años ejerció la carrera, sin embargo, no era feliz. Fue en ese momento donde decidió explorar un nuevo camino e involucrarse en proyectos significativos reafirmando la importancia de emprender desde el ser para alcanzar una auténtica prosperidad.
Ahora, Molina lanza su primer libro La culpa no es del lunes, de editorial Sin Fronteras. Una historia llena de claves para salir del rebaño y liberarse de las ideas falsas de éxito que durante años nos han hecho creer. Es conferencista y creadora de cursos digitales a través de los cuales enseña como crear marca personal. 
“Si el domingo por la noche empiezas a sentir la angustia del día laboral que se avecina, ese lunes que quizás te recuerda que estás estancado en un trabajo que no te gusta y que te hace sentir que no has hecho nada con tu vida y se te está acabando el tiempo.
Te duermes, suena la alarma al otro día y sales a trabajar en modo automático, sin alegría, desanimado, siguiendo los pasos de todo el mundo sin siquiera saber por qué lo haces... ¿Alguna vez te has sentido así?
Andy Molina, Nació en Medellín. Estudió Derecho y durante ocho años ejerció la carrera.

Andy Molina, Nació en Medellín. Estudió Derecho y durante ocho años ejerció la carrera. Foto:Editorial Sin Fronteras

¡Yo también! Pero la buena noticia es que la culpa no es del lunes y puedes darle la vuelta a esa situación. En este libro te voy a explicar las claves para salir del rebaño en el que la sociedad te ha metido y te diré cómo liberarte de esas falsas expectativas de éxito con las que nos han bombardeado durante años."

Fragmento: El rebaño

Seguridad vs. Autenticidad:
"Después de aproximadamente cinco años de estudios universitarios, finalizas tu formación y te lanzas a la búsqueda de empleo. Encuentras un trabajo, ya sea bien o mal remunerado, y te conviertes en un motivo de orgullo para tu familia. Inicias una vida corporativa que, al principio, puede resultarte satisfactoria… o no.
Sin embargo, llega un momento en el que te sientes atrapado en esa rutina de 8 a 5 en la que tu existencia se reduce a esperar el final de la jornada, a contar los días que faltan para el viernes y las vacaciones. Los domingos por la tarde, la melancolía se apodera de ti, ya que al día siguiente es lunes y debes regresar a lo que tanto desprecias. 
Entre quejas y bromas sobre lo aburrida que puede ser la vida de quienes no disfrutan de su trabajo o lo que hacen, nos acostumbramos a la idea de que el trabajo es sinónimo de sacrificio, dolor y monotonía. Se te van años y años (tu juventud, posiblemente) y aunque eres consciente de que no estás donde deseas, te parece algo normal. Te has adaptado a esa vida al igual que el resto de tus compañeros de rebaño.
Molina lanza su primer libro “La culpa no es del lunes” de editorial Sin Fronteras.

"Cuando yo decidí salir del rebaño, estaba segura de que lograría crear un proyecto que me generara satisfacción". Foto:Editorial Sin Fronteras

Este gran fenómeno ocurre porque comúnmente el trabajo se ha entendido como algo que jamás haríamos si no nos pagaran. Entonces, de ahí que te parezca imposible salir de él, desplegar tus alas y crear una vida en la que generes tanta abundancia que los lunes dejen de pesar y que todos los días parezcan viernes. 
Seguro estarás pensando: ufff, eso sería genial. ¿Que me paguen por hacer lo que me gusta? Eso sería increíble. Qué rico sería decir adiós y ser feliz, hacer lo que siempre he querido, despertar con esas ganas devoradoras de sacar adelante el proyecto que he soñado por tanto tiempo, pero… ¿sí podría hacerlo? ¿Existe esa opción para mí? ¿Será muy difícil?
 Te respondo porque estuve en esa situación: claro que puedes. Esa opción existe para ti, aunque debo advertirte que es difícil. Cuando yo decidí salir del rebaño, estaba segura de que lograría crear un proyecto que me generara satisfacción. 
En este entonces quería crear una marca de vestidos de baño. ¿La razón? Te la digo si no te ríes de mí. O, bueno, ríete con tranquilidad porque a mí también me causa, además de risa, ternura por mi ingenuidad. Elegí esta idea de negocio porque en esa época los vestidos de baño me parecían bonitos.
Entre quejas y bromas sobre lo aburrida que puede ser la vida de quienes no disfrutan de su trabajo o lo que hacen, nos acostumbramos a la idea de que el trabajo es sinónimo de sacrificio, dolor y monotonía".
Esa fue la única razón. Y, claro, cuando empecé a investigar sobre el proceso de confección y distribución, comprendí que, para elegir en qué emprender, hay que saber muchas más cosas y no solo hacerlo porque algo te parezca bonito. Esto suena obvio, pero para mi yo de hace ocho años no lo era.
Ya me perdoné por eso y aprendí la lección después de emprender exitosamente en varios negocios y de tener muchísimos fracasos también. Uno de ellos, antes de mi primer emprendimiento estable, fue hacer chocolates en casa y venderlos en un parque cerca al lugar donde vivía. También aprendí a hacer productos artesanales de limpieza que producía en casa y luego los ofrecía puerta a puerta. La culpa no es del lunes.
Eso fue durísimo porque yo no me había salido del rebaño para vender productos en la calle. No estaba disfrutando de lo que hacía y mi ego estaba por el piso. Un año después, monté un estudio de tatuajes (sin ser tatuadora, aclaro) con quien fue mi socio durante varios años. 
Ese negocio me transformó porque aprendí mucho de él y porque me desvió de mi verdadero propósito de vida. Cuando fui dueña del estudio de tatuajes, mi finalidad era facturar y facturar. No lo disfrutaba en lo absoluto. Me sentía igual o hasta más aburrida que cuando ejercía el derecho. ¿Por qué?, me preguntaba con asombro.
Si tengo un negocio exitoso, si no tengo jefe y si soy libre, ¿por qué no soy feliz? En el 2020 fui capaz de reconocer que, aunque había alcanzado parte del éxito empresarial, esa no era yo. No me despertaba con ganas de trabajar y no hacía clic con mi socio ni con los ideales que habíamos definido años atrás. Entonces volví a emprender el vuelo, vendí mi porcentaje y me retiré de la sociedad.
 En ese momento fue donde me hice las preguntas que seguramente te estás haciendo: ¿cómo es posible que me paguen por hacer lo que me gusta? ¿Y qué es lo que me gusta? ¿Por qué alguien me pagaría por algo que yo haga? No tenía las respuestas y era muy frustrante sentirme inútil e incapaz de aportar. Pero entonces inicié un proceso de autoconocimiento y reflexión con ejercicios muy similares a los que te compartiré en este libro.
"El trabajo no tiene por qué saber a mierda. Pero, de entrada, te advierto que salir del rebaño es de valientes".

"El trabajo no tiene por qué saber a mierda. Pero, de entrada, te advierto que salir del rebaño es de valientes". Foto:Editorial Sin Fronteras

Fue en ese instante cuando me di cuenta de que me apasiona comunicar, hablar en público y enseñar. ¡Y tenía esas habilidades! En la actualidad, me dedico a lo que me apasiona: enseñarles a las personas a crear su marca personal. 
El rebaño es una herramienta que te permite construir un proyecto a partir de lo te gusta y sabes hacer. Por eso, con conocimiento de causa, te digo: claro que te pueden pagar por algo que disfrutas. 
El trabajo no tiene por qué saber a mierda. Pero, de entrada, te advierto que salir del rebaño es de valientes. Por eso la minoría toma la decisión de decirle adiós a lo familiar, a lo seguro, a los estándares de éxito, de tener un buen cargo, ganar mucha plata, comprar casa, carro, vivir ocupado 24/7, ascender en una empresa y sentirse protegido por el pastor/jefe que te dice lo que debes hacer para cuidar tu seguridad. Prefieren estar seguros que libres. 
Quieren volar, pero escogen estar amarrados con tal de no asumir riesgos. Deciden vivir enterrados en vida que vivir realmente sus vidas. Con tal de tener un poco de seguridad, te encierras, te cohíbes, te mutilas y te dibujas una sonrisa falsa para que los demás te vean exitoso, cuando la realidad es que por dentro estás partido en mil pedazos por la desidia que te provoca tu rutina, tu día a día. ¡Tu vida! La vida te seca el alma, te aniquila los sueños, es una jaula, una cárcel.
No puedes ser tú, pues tienes que encajar en parámetros ridículos de cómo ser, de qué logros alcanzar, de cómo pensar, de qué tener. ¿Vivir para encajar y atentar contra lo que eres? ¿Es en serio? ¿De verdad nos hemos permitido llegar a este punto? Sería entendible si esta vida fuera un ensayo.
 Si tuvieras muchas vidas como Mario Bross, que puede morir las veces que sea y no pasa nada. Pero no, tristemente así no es. Esta es tu única vida y se acaba día a día. Lamento si es duro lo que te digo, pero esta razón debería ser suficiente para decidir, para tomar consciencia y para salir de donde no eres feliz. El tiempo no se recupera, se esfuma, te pasa ante los ojos y ni cuenta te das.
¿Qué es lo que tantas esperas? ¿Qué es lo que tanto postergas? Si bien nos encantaría salir del rebaño solo cuando nos graduemos con honores del curso de «cómo emprender el vuelo y nunca fallar» para así evitar el fracaso, la pérdida, los errores y demás metidas de pata que hacen de la vida esta aventura tan enriquecedora, es imposible tener a priori todo bajo control para tomar la decisión

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