Eran jóvenes, profesionales, cosmopolitas y recibían jugosos salarios en Wall Street; sin embargo, a los yuppies de los noventa no les pasaba por la mente que sus excesos laborales, financieros y sociales estaban configurando un cortocircuito que hoy, 30 años después, ha venido incinerando física y mentalmente a la fuerza de trabajo mundial bajo un síndrome conocido como el burnout, o del ‘quemado’.
Para la Organización Mundial de la Salud, se trata de una patología asociada al agotamiento mental, emocional y físico causado por el trabajo. Así lo definió en el 2019 cuando, tras varias décadas de estudio, incluyó al síndrome del quemado en la Clasificación Nacional de Enfermedades debido a los graves efectos sobre la salud de las personas.
“Tiene particularidades ocasionadas por el cansancio, como episodios de ansiedad, cansancio emocional evidente en el insomnio, desinterés, pérdida de la motivación y, sobre todo, irritabilidad al ser la manera más común que el cuerpo encuentra para expresarse a nivel emocional”, dice Paloma Carvajalino, psicóloga clínica especialista en trastornos emocionales y del estado de ánimo.
De la empresa, al hogar
Antes de la pandemia, la OMS era enfática en aseverar que el burnout se debía exclusivamente a una sobrecarga de trabajo y preocupaciones derivadas del mismo. De ahí que el estrés del hogar y los demás escenarios ajenos a la oficina no entraban en el incendio personal, y por ello las recomendaciones para los empleadores eran garantizar un trabajo saludable en el que la presión correspondiera con sus capacidades y recursos, el grado de control sobre su actividad y el apoyo de sus compañeros.
No obstante, la pandemia llevó el escritorio a la casa y puso sobre este también las tareas de los hijos, las labores del hogar y el cuidado. ¿El resultado? Un desequilibrio entre las exigencias y presiones a las que se enfrentan las personas frente a sus conocimientos y capacidades, situación que ha puesto en desventaja sobre todo a las mujeres.
“La carga del trabajo doméstico ha recaído históricamente de manera desproporcionada sobre ellas, pero ahora muchas están trabajando lo que Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, llama un ‘doble turno doble’.
Algunas pueden tener carreras de tiempo completo, pero también se espera que se ocupen del hogar y cuiden a los niños o a parientes mayores a tiempo completo, y están dedicando muchas horas a ello”, explica Cassandra Napoli, estratega de WGSN Insight.
Y las cifras mundiales lo confirman. De acuerdo con un estudio sobre el efecto del covid-19 en las finanzas, la seguridad laboral, la vida en el hogar y el bienestar de las estadounidenses llevado a cabo por la organización femenina LeanIn, ellas están experimentando el doble de estrés y burnout frente a los hombres.
Así, mientras los síntomas físicos de ansiedad severa como taquicardia incrementaron en 11 por ciento para los hombres, en las mujeres el aumento fue del 25 por ciento; y el 52 por ciento de las norteamericanas están presentando problemas de sueño, frente al 32 por ciento masculino.
En Colombia, la Encuesta de Pulso Social realizada por el Dane en 23 ciudades del país entre julio de 2020 y enero de 2021 determinó que el 49,5 % de las mujeres manifestó sentir preocupación o nerviosismo, frente al 45,4 % de hombres durante el mes de enero de 2021.
Por su parte, el mes de julio del año pasado representó el de mayor soledad para ellas, con un 14,9 % frente a 11,4 % de hombres (el porcentaje, a enero de 2021 pasó a 10,8 para las mujeres y 9,3 para los hombres). Mientras que la depresión afectó al 19 % de las colombianas el pasado mes de enero, frente al 13,9 % del género masculino.
“El burnout lo hemos visto en consulta en esta época, sobre todo en las mujeres, porque han tenido sobrecarga en términos laborales, en las actividades del hogar y además del cuidado de sus hijos; muchas mamás son solteras, cabeza de familia, lo que empeora el cuadro”, agrega Carvajalino, quien destaca el caso de las mujeres con hijos en edades preescolares, para quienes la sobrecarga incrementó al tener que aprender “porque no estaban familiarizadas con las plataformas de comunicación digital.
Y tener niños más pequeños implica el reto de mantenerlos conectados. Ahora no solo deben estar pendientes de sus trabajos, sino de la conexión y participación del niño en clase”.
Señales de humo
Además de derivar en comportamientos disfuncionales y afectar el rendimiento del trabajador, el burnout se manifiesta mediante la dificultad de separar los ámbitos laboral y personal y en actitudes como angustia e irritación constantes, incapacidad de relajarse y mantener la concentración, ausencia de pensamiento lógico, falta de capacidad de decisión, desinterés por las actividades que antes disfrutaba, evasión de los compromisos laborales, y cansancio, insomnio, sentimientos de tristeza e intranquilidad.
Además, las señales físicas que incluyen cardiopatías, trastornos digestivos, aumento de la tensión arterial y dolor de cabeza y trastornos músculo-esqueléticos como lumbalgias y dolores de los superiores.
Consejos claves
Prevenir o salir de un período de burnout es un trabajo que no solo implica a la persona quemada, al entorno laboral y a la familia. De acuerdo con los expertos en salud mental, se trata de un cambio desde las estructuras socioculturales.
“La gerencia del hogar debiera ser reconocida como un trabajo; la gente hasta que no tuvo que vivir el cuidado del hogar, los hijos y el trabajo en casa, no lo había entendido como una actividad laboral”, asegura la psicóloga Carvajalino; de ahí la importancia de hacer una equitativa repartición de las labores familiares y de cuidado.
Desde la OMS han propuesto alternativas para tratar el síndrome, como la modificación de las exigencias laborales (por ejemplo, cambiando los procesos de desarrollo de las actividades o de repartición de las mismas entre los trabajadores), el aumento del control del empleado sobre la manera en la que desarrolla sus funciones (lo que apunta hacia horarios ‘personalizados’) y sobre todo ser un empleador más flexible, algo que ha cobrado mayor relevancia en el último año debido al ajuste que debieron hacer las empresas, tanto en planta física, horarios y cargas laborales de sus empleados.
“Pasó, además, que las empresas llamaban a sus empleados al trabajo presencial, pero no tenían en cuenta que los hijos de muchos de ellos debían seguir en casa, en clases virtuales, porque no se había autorizado el regreso presencial. Entonces, cuando uno revisa esas incoherencias, entiende que se necesita mucha más conciencia sobre el bienestar integral de la persona para que pueda funcionar en su entorno laboral”, puntualiza Carvajalino.
PILAR BOLÍVAR
Especial para EL TIEMPO
@lavidaentenis