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13 de mayo: historia de la Virgen de Fátima y su fervor
Un 13 de mayo se le apareció por primera vez a tres pastorcitos en Cova de Iría, a 100 km de Lisboa.
El santuario espera unos 150.000 visitantes, por debajo de los 190.000 de 2019, aunque no son cifras oficiales, ya que no todos los fieles se registran al llegar. Foto: AFP
Es quizás una de las historias de apariciones de la virgen más conocidas por el mundo católico, incluso el mes de mayo es todo un homenaje a María. Es el 13 de mayo de 1917. En Cova da Iría, Portugal, tres niños pastorcitos ven a la Virgen María con un Rosario en la mano. Es la primera de las seis apariciones de la Virgen a Lucía dos Santos y a sus primos Francisco y Jacinta Marto.
Las apariciones ocurrieron del 13 de mayo al 13 de octubre de 1917. Los videntes fueron Francisco, de 9 años; su hermana Jacinta, de 7 años y Lucía, prima de estos que contaba con 10 años.
"Allí, la Virgen se manifestó a niños de corta edad: Lucía, de diez años, Francisco, su primo, de nueve años, un jovencito tranquilo y reflexivo, y Jacinta, hermana menor de Francisco, muy vivaz y afectuosa. Tres niños campesinos muy normales, que no sabían ni leer ni escribir, acostumbrados a llevar a pastar a las ovejas todos los días. Niños buenos, equilibrados, serenos, valientes, con familias atentas y premurosas", se lee en el portal es.catholic.net.
Estos habían llevado sus ovejas a pastar a una hondanada cubierta de carrascas y de olivos, y que se conocía con el nombre de Cova de Iría. La Virgen le pide a los niños que acudan a ese mismo lugar el día 13 de cada mes, durante seis meses consecutivos.
Con las palabras de Lucía, en el libro Lucia racconta Fátima (Editrice Queriniana, Brescia 1977 y 1987), los hechos sucedieron así: "Entonces un viento fuerte sacudió los árboles y nos hizo levantar los ojos... Vimos entonces que sobre el olivar venía hacia nosotros aquella figura de la que ya he hablado. Jacinta y Francisco no la habían visto nunca y yo no les había hablado de ella. A medida que se acercaba, podíamos ver sus rasgos: era un joven de catorce o quince años, más blanco que si fuera de nieve, el sol lo hacía transparente como de cristal, y era de una gran belleza. Al llegar junto a nosotros dijo: "No tengan miedo. Soy el ángel de la paz. Oren conmigo". Y arrodillado en la tierra, inclinó la cabeza hasta el suelo y nos hizo repetir tres veces estas palabras: "Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman". Luego, levantándose, dijo: "Oren así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus súplicas". Sus palabras se grabaron de tal manera en nuestro espíritu, que jamás las olvidamos y, desde entonces, pasábamos largos períodos de tiempo prosternados, repitiéndolas hasta el cansancio (ibíd, p. 47)".
Peregrinos durante la procesión en honor a la Virgen de Fátima. Foto:AFP
Su mensaje es de penitencia por los pecados que cada día se cometen, el rezo del santo rosario por esta misma intención, y la consagración del mundo a su inmaculado corazón.
El 13 de octubre, día de su última aparición, tuvo lugar un prodigio que fue observado por miles de personas; el sol, como un disco luminoso, comenzó a girar sobre si mismo, semejándose a una rueda de fuego. El fenómeno duro unos minutos.
La consagración del mundo al inmaculado corazón de la Virgen de Fátima, fue realizada por el Papa Pío XII, el 31 de octubre de 1942, luego renovada por Juan Pablo II.
En Fátima las peticiones de la Virgen han sido atendidas: ya en 1919 fue erigida por el pueblo una primera modesta capilla. En 1922 se abrió el proceso canónico de las apariciones y el 13 de octubre de 1930 se hizo pública la sentencia de los juicios encargados de valorar los hechos: "Las manifestaciones ocurridas en Cova da Iria son dignas de fe y, en consecuencia, se permite el culto público a la Virgen de Fátima".
"También los papas, de Pío XII a Juan Pablo II, estimaron mucho a Fátima y su mensaje. Movido por una carta de sor Lucía, Pío XII consagraba el mundo al Corazón Inmaculado de María el 31 de octubre de 1942. Pablo VI hizo referencia explícita a Fátima con ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II. Juan Pablo II fue personalmente a Fátima el 12 de mayo de 1982: en su discurso agradeció a la Madre de Dios por su protección justamente un año antes, cuando se atentó contra su vida en la plaza de San Pedro", dice el portal es.catholic.net.
Con el tiempo, se han construido en Fátima una grandiosa basílica, un hospital y una casa para ejercicios espirituales. Junto a Lourdes, Fátima es uno de los santuarios marianos más importantes y visitados del mundo.