El terremoto bíblico que podría datar la fecha de la muerte de Jesús

Durante siglos, dos fechas con respecto a la vida de Jesús han inquietado tanto a fieles como a científicos: el nacimiento y la muerte del hombre en el que está basada la fe de millones de personas alrededor del mundo.

Sin embargo, esta no ha sido una tarea nada sencilla. Para ello, la ciencia ha tenido que hacer uso de registros históricos como de eventos naturales, y compararlo con el contenido de las escrituras.

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Y mientras el estudio respecto a la fecha del nacimiento se ha centrado gran parte en desentrañar el misterio de la llamada ‘estrella de Belén’, en el caso de la muerte de Cristo, gran parte de la atención se ha concentrado en determinar si efectivamente existió un terremoto en la zona de Palestina, tal y como lo registra la Biblia.

Concretamente se trata del capítulo 27 del evangelio de Mateo, el cual narra los acontecimientos de la muerte de Jesús. Concretamente, en el versículo 51, justo en el momento en que Cristo exhala su último aliento, se lee:

Este ha sido un enigma que ha inquietado a científicos por mucho tiempo. ¿Será posible determinar la fecha de la muerte de Jesús a través de algún movimiento telúrico que haya ocurrido en la misma región de Palestina, en la misma época en que los hechos narrados por los evangelios tienen lugar?

Pues bien, efectivamente ya existen estudios en la materia, y un grupo de geólogos ha podido determinar al menos dos eventos sísmicos que podrían coincidir con los sucesos bíblicos.

Se trata de un estudio publicado por la International Geology Review en el año 2011 titulado ‘Un terremoto de principios del siglo I en el Mar Muerto’, elaborado por Jeffeson Williams del Supersonic Geophysical, Markus Schwab y Achim Brauer, del Centro de Investigación alemán de Geociencias.

Los investigadores se dieron a la tarea de encontrar rastros geológicos que permitieran determinar la ocurrencia de eventos sísmicos durante el siglo I, en el Mar Muerto, particularmente cerca a lo que en esa época era conocido como Judea, Samaria y Galilea, las tres regiones en las que Jesús desarrolló su ministerio y que hoy comprende los territorios de los estados de Israel y Palestina.

Para ello, analizaron de manera minuciosa cada una de las varvas ( las capas sedimentarias de pequeño espesor formadas estacionalmente en el fondo de lagos) en el fondo del oasis de Ein Guedi, el cual está ubicado en la ribera del Mar Muerto. Y lo que hace de este un lugar perfecto para el estudio es su proximidad con la ciudad de Jerusalén, donde Cristo habría muerto: tan solo 70 kilómetros.

Lo que encontraron, podría de alguna forma coincidir con el texto bíblico. Se encontraron rastros de dos sismos en fechas muy cercanas a las que, tradicionalmente, se otorgan a la pascua cristiana.

El primero de ellos, se trata de un temblor generalizado, es decir, que afectó gran parte de la región, y cuya datación fue dada en el año 31 d.C. Sin embargo, este mismo no es el que los científicos creen que es referenciado por el autor del evangelio de Mateo.

El segundo sismo es datado también, pero de manera tentativa, en el año 31 d.C, pero con una precisión de más o menos 5 años. Esto quiere decir que los rastros del movimiento detectado por los investigadores pudo ocurrir entre los años 26 y 36 d.C.

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Sin embargo, para determinar si estos terremotos ocurrieron exactamente el día de la muerte de Cristo, hacía falta cruzar los datos con otros registros históricos que permitieran ser asociados con la narración bíblica.

Al hacer esa labor, llama la atención que no se han encontrado registros históricos de terremotos alrededor de esas fechas.

¿Cómo es posible, entonces, que la investigación científica de cuenta de un sismo en aquella época, pero que solo haya sido registrado por la Biblia?

De acuerdo con la investigación, los sedimentos estudiados apuntaron que sí ocurrió un terremoto local entre el 26 y el 36 d.C, lo suficientemente enérgico como para deformar los sedimentos en Ein Gedi pero no tanto como para que se registrara en fuentes externas a la Biblia.

Ahora bien, advirtieron Williams, Schwab y Brauer en su artículo: esto no quiere decir que el terremoto haya ocurrido exactamente en el mismo momento en que Jesús estaba en la cruz.

“El estudio indica que efectivamente hubo un sismo que se sintió solo en lo que es hoy Israel entre los años 26 y 36 d.C. Es decir, en un lapso de 10 años. Pudo ocurrir en cualquiera de esos 3.650 días”, explica Luis Esteban Castro, doctor en teología y especialista en historia del cristianismo.

Y agrega: “Lo más probable es que el recuerdo de dicho temblor estuviera, de alguna forma, todavía presente en la memoria del autor de San Mateo para la época en que fue escrito, y utilizó ese hecho a manera de alegoría, de figura literaria”.

De acuerdo con Castro, quien ha analizado con detenimiento el estudio de 2011, para los científicos es claro que el temblor que detectaron no era lo suficientemente fuerte para romper rocas y abrir sepulcros, como dicen las escrituras.

¿Es esto motivo suficiente, entonces, para desacreditar uno de los elementos más emblemáticos de la fe cristiana? Castro cree que no: “La fecha exacta de la muerte de Cristo ha sido un misterio, y lo único que sabemos de ella, no solo por el relato bíblico sino por fuentes externas, es que ocurrió en las celebraciones de la pascua judía en algún momento entre los años 29 y 36 d.C.”.

Y agrega: “Historiadores como Flavio Josefo registraron la crucifixión. En el llamado ‘Testimonio Flaviano’, en sus ‘Antigüedades Judías’, que ha sido tomado, tal vez, como la principal fuente externa sobre estos acontecimientos, evidencia el impacto cultural que tuvo la muerte de Jesús, como una verdad histórica. Se puede especular mucho sobre lo que rodeó su muerte, pero no que haya vivido y que haya muerto crucificado”.

Concretamente, el pasaje mencionado por Castro y registrado por Josefo, en su versión más antigua y, por lo tanto, menos manipulada, dice: “Por este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, y atrajo hacia él a muchos judíos. Y cuando Pilato, frente a la denuncia de aquellos que son los principales entre nosotros, lo había condenado a la cruz, aquellos que lo habían amado primero no le abandonaron. La tribu de los cristianos, llamados así por Él, no ha cesado de crecer hasta este día”.

El mismo capítulo 27 del evangelio de Mateo menciona otro evento que ha inquietado a científicos, particularmente a los astrónomos. Se trata concretamente del versículo 45, el cual señala: “Y desde la hora sexta (el mediodía) hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena (las 3 p. m.)”.

Se trata de un momento de oscuridad mencionado por la Biblia que coincide con el tiempo en que Jesús estuvo colgado en la cruz.

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A propósito también ha habido varias investigaciones que buscan encontrar un eclipse al que el autor pudiera referirse y que haya ocurrido cercano a las fechas posibles de la muerte de Cristo.

Uno de los que ha tenido mayor repercusión mediática fue desarrollado por la doctora en astrofísica, Inés Rodríguez Hidalgo. El artículo titulado '¿Hubo un eclipse durante la crucifixión de Jesús?', explica que un fenómeno astronómico como un eclipse solar dura unos minutos; no tres horas como dice en el pasaje bíblico. Sin embargo, y dado que los eclipses completos ocasionan una gradual disminución de luz, la oscuridad enunciada en las escrituras puede referirse a tal proceso.

Sin embargo, una vez más, todo parece indicar que, o efectivamente fue un milagro inexplicable o una nueva figura literaria del autor. Esto debido a que la Pascua judía obedecía, precisamente, al calendario lunar, y coincidía con la primera luna llena de primavera.

De esta forma, y si los eventos de la pasión ocurrieron durante la Pascua, la Luna era casi lleva y, por definición, un eclipse de sol (en el que la Luna obstaculiza la luz del sol al interponerse entre este y la Tierra) ocurre cuando hay luna nueva, es decir, cuando no es visible en las noches.

En cambio, sí se tiene conocimiento de un eclipse lunar que habría tenido lugar el viernes 3 de abril del 33 d.C, fecha que cae precisamente, en las celebraciones de la pascua judía.

El problema con asociar este evento astronómico con el relato bíblico es que, al ser lunar, ocurrió en horas de la noche (a las 6:20 p.m. exactamente), es decir, después del momento en que las escrituras dicen que Cristo había exhalado su último aliento.

Como mencionaba Castro, existen múltiples evidencias históricas que dan cuenta del paso de Jesús por la tierra. Una de ellas fue, efectivamente Josefo, quien lo menciona en tres pasajes diferentes, uno de ellos hablando de su muerte. Pero no fue el único.

El historiador romano Tácito, célebre por ser el autor de los ‘Anales’, una historia del imperio romano entre los años 14 y 68 d.C. también menciona a Cristo y su ejecución por orden de Poncio Pilato.

Lo hace con un tono despectivo y hasta ofensivo en contra del movimiento cristiano, que por esos días recién estaba iniciando, lo cual, de acuerdo con investigadores como Paul Rhodes Eddy y Gregory Boyd, hace poco probable que se trate de una invención cristiana.

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El hecho que tanto Josefo, como Tácito y la biblia mencionen que la orden fuera dada por Pilato, da un indicio de la fecha de su muerte. La prefectura de este último ocurrió entre los años 26 y 36 d.C.

Así mismo, según el relato bíblico, cuando Jesús está ante Pilato, este se da cuenta de que es galileo, por lo que estaría bajo la jurisdicción de Herodes Antipas, quien reinó entre los años 4 a.C y 39 d.C. Todas estas son figuras históricas reales, por lo que es posible ubicar la muerte del Jesús histórico en estas fechas.