En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Semana Santa: un Jesús muy personal
Consideraciones, desde los caminos de la razón, sobre la práctica de una fe.
El grupo de teatro Profecías representó el viacrusis de Jesús de manera virtual y utilizando las medidas de bioseguridad por la pandemia del covid-19 en Yumbo, Valle del Cauca, durante el Viernes Santo. Más de 500 personas vieron la transmisión de la atípica puesta en escena que contó con una ceremonia por los alrededores de la parroquia San Sebastián Martir. Foto: Juan Pablo Rueda Bustamante / El Tiempo
Un poco más de dos mil años después, la figura de Jesús continúa ocupando un lugar relevante en la vida de millones de personas, especialmente en Occidente.
Su mensaje y enseñanzas guían una religión organizada (católica), pero también a muchos que se congregan en miles (se estima que 6.000) de otras sectas o grupos que tienen otro tipo de interpretaciones sobre el legado de esta figura sorprendente que predicó y obraba milagros al norte del mar de Galilea. Pero a unos y otros resulta común la esencia reveladora de su mensaje de amor, la sobrecogedora circunstancia de su muerte y su resurrección.
La experiencia de Jesús en la vida de las personas es particular, no obstante lo que dicten las normas y los cánones de las religiones organizadas
Por cuenta de su vida, obra y milagros, la redención y la transformación han llegado a innumerables personas, como son también incontables las buenas obras que han llevado alivio y esperanza en circunstancias en las que es degradada la condición humana, por causa de la violencia, discriminación, hambrunas y catástrofes.
No obstante, a pesar de ser el Príncipe de Paz, no deja de ser lamentable que en su nombre se hayan desatado también guerras, violencia y odiosas discriminaciones. En muchos sentidos, el mensaje de Jesús es complejo y a veces parece ser contradictorio.
En sus palabras (no más de 70.000 en los evangelios) invita a amar y perdonar incluso a los enemigos, “al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra” (Lucas 6, 29), para no hablar de su invocación a la paz cuando en su memorable Sermón de la Montaña nos dice: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5, 9). Sin embargo, también dijo: “No penséis que he venido a traer paz a la tierra, sino espada” (Mateo 10, 34).
¿Con cuál versión de este Jesús deberíamos quedarnos hoy en día? Frente a los desafíos complejos y graves de estos tiempos, cuál sería la respuesta a la pregunta… ¿Y qué haría Jesús?
La experiencia de Jesús en la vida de las personas es particular, no obstante lo que dicten las normas y los cánones de las religiones organizadas. Para algunos se trata de una presencia cercana que sustenta, sobre todo, la vida cotidiana. Para otros, la mayor de las promesas es ir al cielo y alcanzar la vida eterna, mientras que para una buena parte de otros, la experiencia es lejana (de domingo) o reservada solo para circunstancias excepcionales (crisis). Sin embargo, para unos y otros, ser cristiano en su sentido más auténtico, es el mayor de los desafíos, casi un imposible. La fe hace que muchos persistan… pero otros desertan.
El grupo de teatro Profecías representó el viacrusis de Jesús de manera virtual y utilizando las medidas de bioseguridad por la pandemia del covid-19 en Yumbo, Valle del Cauca, durante el Viernes Santo. Más de 500 personas vieron la transmisión de la atípica puesta en escena que contó con una ceremonia por los alrededores de la parroquia San Sebastián Martir. Foto:Juan Pablo Rueda Bustamante / El Tiempo
Reinar con Jesús
Mi madre falleció hace pocos años. Partió de este mundo luchando contra una extrañísima forma de cáncer. Se fue abrigada por el amor de su familia y los mejores cuidados médicos posibles, segura de que se encontraría con Jesús.
Esta alegría que provenía de una absoluta certeza para ella contrastaba con una especie de frustración. Su anhelo era tener la experiencia del ‘rapto’, esa manifestación divina de los últimos tiempos según la cual la Iglesia de Dios va a ser llevada al Cielo en un “arrebatamiento” (1 Tesalonicenses 4:17).
A lo largo de su tratamiento, al mismo tiempo con su actitud juiciosa con el recetario médico, siempre estaba en alabanza y oración. “Sé que Dios me va a curar… mi gran deseo es ver resucitar a los muertos e iremos al cielo con Jesús para reinar junto a él en cuerpos incorruptibles”, proclamaba una y otra vez, con insistencia y desbordada emoción.
Desde joven, ella siempre fue una mujer de fe. En algún momento hizo incluso el noviciado, pero luego se alejó decepcionada del catolicismo, según ella, por las incoherencias entre la doctrina y la práctica.
Buscó de entre otras opciones, hasta que finalmente abrazó una en la que más que un Jesús útil y práctico para los azares de la vida diaria, encontró la promesa de un encuentro celestial “muy pronto”, a propósito de la segunda venida del Mesías (Apocalipsis 22:12). Para ella, el cambio climático, las pandemias, las crisis y las guerras eran las señales inequívocas de que “el tiempo ha llegado”.
El grupo de teatro Profecías representó el viacrusis de Jesús de manera virtual y utilizando las medidas de bioseguridad por la pandemia del covid-19 en Yumbo, Valle del Cauca, durante el Viernes Santo. Más de 500 personas vieron la transmisión de la atípica puesta en escena que contó con una ceremonia por los alrededores de la parroquia San Sebastián Martir. Foto:Juan Pablo Rueda Bustamante / El Tiempo
Dejar de creer
La gente se aleja de la fe, y especialmente de la religión organizada, por muy diversas razones, unas muy humanas, pero otras más místicas
Finalizando el año 2021 tuve un encuentro inquietante. Una circunstancia periodística hizo que me encontrara con una mujer irable en el sentido íntegro de la palabra.
De tiempo atrás la conocía, y a su juventud y belleza física sumaba un gran éxito profesional, pero también una devoción cristiana inquebrantable.
Ocupaba un lugar importante y de reconocimiento en las tareas de evangelizar y difundir el mensaje cristiano y era el ejemplo para muchos de quienes se congregaban en su iglesia. Quedamos de hablar en una próxima ocasión, pero recuerdo el final de ese breve encuentro cuando me dijo con firmeza: “Dejé de creer, ahora soy felizmente atea”.
¿Cómo había sucedido un giro tan dramático? La gente se aleja de la fe, y especialmente de la religión organizada, por muy diversas razones, unas muy humanas, pero otras más místicas.
De las primeras dan cuenta especialmente las incoherencias entre lo que se predica y lo que se hace, comenzando por las jerarquías. De las segundas hay asuntos tan complejos como por qué muchas oraciones no son escuchadas, mientras otras sí. O por qué a la gente buena le ocurren cosas malas.
Para una muy buena parte de creyentes hace mucho rato dejaron de ser satisfactorias las respuestas del tipo: “Fue la voluntad de Dios”, “es una prueba” o más lamentable aun, “es un castigo divino”.
Pero el caso que menciono no tiene que ver con una profunda decepción sino más bien con un descubrimiento. Esta buena amiga encontró en el conocimiento humano y la investigación académica respuestas para preguntas para las que antes solo era posible concebir a Dios. Y es cierto.
La fe en superar la pandemia y la resignación por las restricciones sanitarias marcaron la celebración de la Semana Mayor en buena parte del mundo. Foto:Efe y Afp
Muchos avances científicos han dado respuesta a misterios divinos como el de la creación, así como la física cuántica está dando cuenta de complejidades sobre la realidad que conocemos y experimentamos. No obstante, justo es decir que esos mismos avances para muchas otras personas no implican una negación de la existencia de Dios, sino todo lo contrario, la confirmación de su existencia y su infinito poder.
Pero se entiende que sea posible que ante el avance de la ciencia, en la vida más íntima de algunas personas, Dios ya no resulte útil ni necesario… Todo puede ser conseguido por el esfuerzo propio o entendido por el conocimiento humano.
En qué creo
En esa búsqueda de la experiencia divina, Jesús ha tenido un lugar de significación
No siempre fui creyente, incluso menos un hombre de fe. De niño, recuerdo que nuestra madre nos llevaba (no solo los domingos) a las reuniones de la iglesia en la cual se congregaba. Hacerlo era, para mí y mis hermanos, un asunto de obediencia al cual nuestro padre no se oponía, siendo que él no era especialmente creyente. Eran jornadas extensas y agotadoras que, al menos en mi caso, no lograron acercarme a Jesús.
Un poco más adelante, extraviado ya en los avatares de la guerra, en una circunstancia particularmente difícil (tortura y cárcel), prometí en oración que si salía de esa circunstancia excepcional me iba a dedicar a promover el mensaje de Cristo. Pese a esto, luego de un breve período de encierro, lo primero que hice fue visitar sorpresivamente a mi madre, pero para despedirme y regresar a las armas.
Fue mucho tiempo después, terminado mi periplo por varias guerras (en Colombia y otros lugares) y cuando se pactó la paz, que tuve mi encuentro personal con Dios.
Sucedió a propósito de la pérdida lamentable de un ser amado y tomó la forma de una extraordinaria epifanía. En esa búsqueda de la experiencia divina, Jesús ha tenido un lugar de significación, a pesar de no haber podido conciliarlo con otras profundas convicciones que alientan mi espiritualidad, pero que abrevan en fuentes de Oriente, como las representaciones de Dios, la reencarnación, la naturaleza del bien y del mal, entre otros.
Mi hija Mariana me “acusa” de tener una muy particular forma de seguir a Jesús que se acomoda, según ella, a lo que yo quiero. “Es muy conveniente ese Jesús tuyo…”, me replica con frecuencia de forma amorosa pero contundente. Ella, vivo ejemplo de su madre, es profundamente devota y comprometida con la causa de Jesús y la Virgen María, lo cual acompaña con un impresionante trabajo con niños con cáncer (en Instagram @moments.of.hope).
Nuestras conversaciones son intensas, llenas de argumentos, preguntas y contrapreguntas, en medio de un gran respeto, pero que al final resultan improductivas en términos de un entendimiento mutuo. “¿Es Jesús el único camino para llegar a Dios?”, le pregunté en uno de nuestros debates.
Espacios como el cerro de las Tres Cruces, conocido por ser uno de los más concurridos durante la Semana Santa, en testa ocasión, lució desolado y cubierto por la niebla. Foto:Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO
“Por supuesto”, me respondió ella, “Él es el único, tal y como dijo: ‘Yo soy el camino, la verdad, y la vida’”. Así que yo le contrapregunté: “¿Y en qué quedan otras personas santas e iluminadas que han guiado a millones de personas hacia la paz, el amor y la compasión, incluso desde antes de Jesucristo?”, o “¿cómo explicas que Dios obre milagros y escuche la oraciones de tantas personas que no son cristianas?”. Y así por el estilo...
El mandato de amar
Todos estamos llamados a ser santos, no porque tengamos que ser puros o devotos, sino en el sentido de, simplemente, volver a amarnos los unos a los otros
Dado que las doctrinas imponen un camino dificilísimo (tal vez sobrehumano) para ser verdaderos seguidores, yo postulo la necesidad de un Jesús más personal, práctico y útil, cuya cercanía derive más del amor que del temor.
Es un camino que igual exige de disciplina, compromisos y renuncias, no solo para la salvación del más allá, sino también para hacer posible en esta tierra el mandato de amar, que es tal vez la más importante de las enseñanzas de Jesús, pero que se encuentra extraviada entre discusiones teológicas y el caos apocalíptico propio de estos tiempos.
Y aquí bien pueden ser retomadas las palabras de la activista ambiental estadounidense Joanna Maicy: “Para nosotros, considerar las guerras y los mares agonizantes como una monstruosa injusticia puede significar que no nos estamos tomando en serio el mandato de amar. Quizás pensamos que las enseñanzas de Jesús estaban destinadas solo para un grupo especial de personas, pero ahora vemos como una extraordinaria revelación, que todos estamos llamados a ser santos, no porque tengamos que ser puros o devotos, sino en el sentido de, simplemente, volver a amarnos los unos a los otros”.