Unas horas antes de que se diera esta conversación con EL TIEMPO, la diseñadora colombiana Paris Rodríguez había expuesto su pasarela Together, el 8 de septiembre, en la prestigiosa semana de la moda de Nueva York, que se concluyó hace ocho días. Con un show conformado por 22 salidas, se convirtió en la única colombiana invitada al evento este año.
Se lució con una presentación impecable que despertó elogios en el público y en los medios de comunicación especializados.
Para lograr esto, la quindiana ha trabajado durante 15 de sus 35 años: ha estudiado, ha trabajado para diferentes compañías, ha fundado sus propias marcas y ha expuesto en diferentes países, con lo que se ha hecho un nombre en la industria. Y va por más.
Además de hablarnos de su carrera y de contarnos cómo influyó en ella pasar parte de su niñez en Estados Unidos, nos dio los detalles de cómo se hizo un lugar en el Fashion Designers of Latin America (el desfile en el que expuso en Nueva York) a través de una conversación con su fundadora, Albania Rosario. También habló de su relación con Colombia, de sus visiones de la moda y de sus planes futuros.
Entiendo que usted sabía que iba a ser diseñadora de modas desde niña. ¿Cómo fue eso?
Fue algo muy bueno. Tantos años haciendo lo que amo me han permitido lograr estar aquí. He logrado vivir en muchos países. Me hubiera tardado más en llegar a este punto si hubiera descubierto que esto era lo que quería hacer a los 20 o 25 años. Mucha gente me dice ‘¡ay, pero tú estás muy joven y mira todo lo que has hecho!’. Pero es porque vengo luchando por esto desde chiquita. A los 16 años yo ya estaba estudiando moda. Esta siempre ha sido mi pasión, mi sueño. Realmente yo lo dejé todo por la moda.
¿Qué tanto influyó en ese proceso que usted pasara una parte de su niñez en Estados Unidos?
Justamente ayer, mientras caminaba por las calles de Manhattan, me fijaba en el arte que abunda en las calles, en los edificios. Además, la moda se ve por todas partes. Claro, al ver eso yo decía ‘ahora entiendo por qué amo el arte, por qué amo lo cosmopolita, por qué mis colecciones son así’. Crecer aquí tuvo mucho que ver con lo que hago ahora. Desde pequeña estuve en o con la moda y entendía de qué se trataba. Me parece impresionante que todo eso de mi niñez se quedara tan adentro de mí, que ahora lo plasmo en mis ideas, en mis diseños.
¿Y cómo entra ahí su colombianidad?
Se lleva la otra mitad. Mitad Estados Unidos y mitad Colombia, porque allí aprendí sobre la industria, la exportación, la artesanía. Creo que logré un balance perfecto. En mis diseños siempre está la identidad colombiana.
Viví una parte de mi vida en el Eje Cafetero. Conocí personas que creaban bolsos, prendas con las manos, de manera artesanal. Todo eso vuelve a salir en cada pieza que diseño. Traer esa cultura a un país cosmopolita como Estados Unidos es increíble.
¿Cree que la moda es para todo el mundo, no para ciertas élites?
¡Sí! Es lo que intenté mostrar en mi pasarela en Nueva York: quise darles la oportunidad de exhibir mis diseños no solo a las modelos, sino a otras personas. Sin importar la edad, la raza o el tamaño. De hecho, eso generó controversia. Creo que lo que importa es que la gente se sienta bien y feliz usando una prenda u otra. Y que valore el trabajo de todos los que estamos detrás, porque no soy solo yo. Lo ideal es que cualquiera pueda usar esta ropa, que la pueda llevar tanto a un coctel como a una playa. Es lo que siempre he querido: que mi país tenga la oportunidad de vestir piezas espectaculares y, además, asequibles.
¿Ha considerado diseñar ropa para hombres?
Hace más de un mes estoy estudiando tendencias para hombres. Y ya me hice una idea. Me imagino prendas cómodas, de algodón, hechas a mano, teñidas. Me imagino pantalones con los que se pueda usar transporte público, jugar golf o ir a una fiesta.
Hablemos del New York Fashion Week (NYFW), por favor. ¿Cómo fue esa llamada de 15 minutos en la que usted convenció a Albania Rosario, que la entrevistó?
Creo que lo que la convenció fue mi seguridad al hablar sobre mi trabajo. Ella tenía una lista de trabajo y yo ni la dejé hablar. Le contesté y le empecé a hablar de mi carrera completa. Una de las cosas que le llamó la atención fue que yo tenía la capacidad de industrializar los procesos. Me imagino que pensó que yo no estaba jugando, que si llegaba una tienda grande interesada en mi trabajo y me pedía mil prendas iguales a esta, tenía la capacidad de responder. También le interesó mi trabajo internacional y el apoyo que he recibido de las revistas europeas. Pero creo que lo que más le impactó fue mi seguridad. Al final de la conversación me preguntó: ¿por qué no escribes un libro?
¿Hubo una curaduría de qué iba a exponer usted por parte del NYFW?
¡Te cuento que yo no pasé por una curaduría! Cuando Albania Rosario me dijo ‘bienvenida al NYFW’, yo, toda inexperta, le pregunté que cuándo podía mostrarles los vestidos. Me respondió: ‘No necesito ver tus vestidos. Estoy segura de que lo que vas a presentar está bien. Y tampoco va a haber curaduría por parte del presidente de la asociación, ni por parte de Vogue. Tú ya pasaste’. Solo necesitaba llegar con mis vestidos a tal fecha y tal hora. Fue muy emocionante: en algún momento de la conversación me dijo que yo seré una de las siguientes grandes diseñadoras de Latinoamérica. Lloré y lloré.
¿Después la conoció personalmente?
Sí, luego pude ir a visitarla en su oficina. Me dijo que lo que es para uno es para uno. Me explicó que ella nunca tiene tiempo y que, de hecho, nunca busca nuevos diseñadores, pero que una vez recibió el correo electrónico que le mandé, le llamé la atención, aunque no lo revisó durante un tiempo.
Un amigo mío le insistió que viera mi trabajo, y Albania me contó que un día cogió un carro para ir de un lugar a otro, y en los 40 minutos del recorrido decidió ver mi correo y mirar mi trayectoria. Me confesó que le interesaron mis telas, mis colores, mis texturas, mis rios y, por supuesto, mi historia.
¿A qué le apunta ahora que pasó por Nueva York? ¿París? ¿Milán?
Mi relacionista público se burló de mí cuando le dije que después del NYFW iba a dedicarme a pasear un poco, a montar bicicleta, a dibujar. No, para nada: me contagió las ganas de ir a más shows, de diseñar más, etcétera. Esto me inspiró a ir por más. Quiero un show más grande, quiero trabajar con modelos colombianas. Hay que representar más a Colombia, hay que apoyar a los diseñadores de allá. Nunca en mi vida había sentido tanto amor de la gente como en este momento. Todo esto me hace sentir que esto vale la pena.
-MATEO ARIAS ORITZ
Redacción Domingo
EL TIEMPO
En Instagram y en Twitter: @mateoariasortiz