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Estos son los pueblos más bonitos de España, según 'National Geographic'
La publicación hizo una selección de las 100 poblaciones más bellas de ese país europeo.
Viajes National Geographic se dio a la tarea de elegir los 100 pueblos más bonitos de ese país europeo, tomando como base los criterios editoriales de los de esta publicación.
Se trata, según lo describe la publicación, "de un viaje por la España rural y por sus principales poblaciones. Por aquellas que, incluso, son Patrimonio de la Humanidad, como es el caso de Guadalupe y de Taüll, por todos los tesoros que guardan".
Estas son diez de las localidades seleccionadas; todas son representativas de la belleza rural del país, de su "variedad geográfica, desde los pueblos de montaña hasta los costeros, sin dejar a un lado aquellos conjuntos artísticos e históricos que son un destino en sí mismo", señala la publicación.
Diez de los más bellos
Aínsa, Huesca (España) Foto:Expansión
Aínsa (Huesca)
El castillo de Aínsa es lo primero que ve el visitante en cuanto es capaz de apartar la vista del murallón del Monte Perdido, esa legendaria cumbre que se eleva por el norte anunciando un mundo de roca y nieve. Otro mundo, en este caso medieval, se abre al cruzar el puente que conecta el aparcamiento con el casco histórico a través de su milenaria fortaleza. De aquella inexpugnable construcción quedan los muros y el gran patio de armas, una antesala de lujo para uno de los núcleos medievales mejor preservados de Aragón.
La Plaza Mayor se transforma en el escenario de la fiesta de la Morisma. A lado y lado del Ayuntamiento salen sendas calles que confluyen en la plaza de Santo Domingo: la Mayor y la de la Santa Cruz, que lleva a la iglesia de Santa María, del siglo XIII. Aínsa sigue disfrutado de un emplazamiento único, en la confluencia de los ríos Cinca y Ara, con la sierra de Guara al sur y el túnel de Bielsa al norte, puerta a las maravillas pirenaicas del Parque Nacional de Ordesa y el Monte Perdido.
Hay muy pocos lugares en el mundo en los que sea tan sencillo explicar el porqué de un emplazamiento como en Alarcón. Y es que esta hoz trazada por el río Júcar lo tiene todo para ejercer de baluarte defensivo. Es muy probable que casi todas las civilizaciones que han poblado La Mancha se dieran cuenta de esta ventaja, pero fueron los árabes quienes, en el siglo VIII, levantaron una primera fortaleza en esta ubicación y, además, le pusieron nombre al lugar. Eso sí, lo primero que se observa al llegar al mirador exterior del pueblo es una maqueta impoluta del perfecto castillo cristiano. Es entonces cuando el viaje se convierte en épica y la visita, en conquista.
Albarracín (Teruel)
Esta localidad, en la que viven unos mil habitantes, fue reino de taifas; se encuentra fortificada por una muralla del siglo XI; aún se conservan algunos de sus torreones y las rutas de subida hacia lo alto son más que recomendables, pues se obtiene una maravillosa panorámica del pueblo. Sus muros arropan el conjunto de edificios de interés y casas que parecen asomarse por abruptos precipicios y encierran el entramado de calles adoquinadas. En uno de sus extremos se halla el Castillo de Albarracín, una fortaleza encaramada en lo alto de un peñasco asociada al origen islámico de la ciudad que aún se puede visitar. Más abajo, su plaza Mayor esconde mucho encanto, casi tanto como la Catedral de El Salvador, que data del siglo XVI y fue construida sobre un anterior templo románico o mudéjar.
Alcalá del Júcar (Albacete)
Surcada por el cauce de los ríos Júcar y Cabriel, la comarca de La Manchuela, en la provincia de Albacete, exhibe un aspecto diferente al resto de la comunidad. Los ríos han modelado el paisaje creando un juego de contrastes que se mueve entre los desniveles de los valles y las planicies del llano. En un meandro del río se asienta Alcalá del Júcar, un puñado de casas coronadas por tejados anaranjados que se agrupan en la ladera de la peña sobre la que los almohades construyeron un castillo en el siglo XII.
Una de las estampas más bellas de esta localidad se refleja en las aguas del río, sobre las que cruza el puente romano que conecta la zona moderna con el casco antiguo.
Allariz, Ourense (España) Foto:Sitios de España
Allariz (Ourense)
A Ourense siempre la ha marcado su orografía. El haber estado regada por ríos escultores ha hecho que sus colinas se volvieran más vertiginosas y bellas. Son tierras de viticultura, de termalismo, de cañones escarpados y, también, de pueblos que no se conformaron con domesticar el entorno, sino que a menudo han querido rivalizar en belleza con él. Buena prueba de ello es Allariz, un pueblo enclavado en la Reserva de la Biosfera homónima y atravesado por la Vía de la Plata jacobea. Como otros muchos municipios gallegos, el paisaje de Allariz está íntimamente unido a un río.
La que llegó a ser conocida como Llave del Reino de Galicia por Sancho IV y la que se convirtió en escenario de la educación de Alfonso X el Sabio, conserva todo su esplendor tras un largo trabajo de recuperación, que en 1994 mereció el Premio Europeo de Urbanismo.
Una de las principales atracciones turísticas de Almagro es su corral de comedias, un teatro público del siglo XVII único en su género, que se ha mantenido intacto y activo desde su origen. Con más de 400 años, su interior acoge cada verano uno de los eventos culturales más conocidos del mundo teatral: el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. Otra visita indispensable es su Plaza Mayor, que está considerada una de las más bellas de España y es la única acristalada de estilo centroeuropeo en todo el país.
Siguiendo el recorrido a pie por las calles de Almagro se encuentran tesoros ocultos como su Parador, que ocupa el espacio de un convento franciscano del siglo XVI con un antiguo claustro y 14 patios interiores decorados al detalle.
Alquézar, Huesca (España) Foto:Radio Huesca
Alquézar (Huesca)
Alquézar mantiene el equilibrio al filo del barranco del río Vero, mientras por el otro lado se extienden olivares y viñedos de la D.O. Somontano que aún beben de acequias de origen musulmán. Al franquear el arco que da paso al núcleo medieval –la única de las cuatro puertas que quedan– conviene estar pendiente de los detalles para descubrir blasones en los dinteles o pasajes cubiertos que saltan sobre las calles, o bares con terrazas asomadas al vertiginoso barranco del río Vero.
Tres largas calles cruzan el pueblo. En el centro del cogollo se abre la porticada Plaza Mayor, que en 1528 obtuvo el privilegio del rey para acoger un mercado semanal.
Altea (Alicante)
Bajo los primeros rayos de sol, Altea se levanta con el graznar de las gaviotas, acompañadas fielmente por unos barcos que duermen en el puerto y otros que, desvelados en la lejanía, recuerdan que este pueblo alicantino una vez fue de pescadores y de labradores. Hasta hace poco, la calle del Sol todavía olía a pescado y a saladura, y de las puertas colgaban cortinas negras, indicando que se estaba en el barrio marinero. Ahora, esta calle se enfila por el barrio de El Fornet, con sus callejuelas empedradas y sus casas blancas engalanadas con la algarabía cromática de geranios, jazmines y buganvillas.
Aracena (Huelva)
En el norte de Huelva la tierra se pliega y gana altura. Encinas, alcornoques, robles y castaños alfombran el lugar donde acaba Andalucía, comienza Extremadura y el Alentejo portugués se extiende hacia el oeste. El pueblo de Aracena da nombre a la sierra y es la capital de la comarca homónima. La variedad de sus blancas y apiñadas casas y sus calles de suelo empedrado convierten cualquier paseo en una delicia. Desde las almenas y arcos de su castillo templario se contemplan los pueblos como motas blancas que destacan a lo lejos, entre altozanos, dehesas y praderas.
El monte donde se alza la fortificación está horadado y se entra en él a través de la Gruta de las Maravillas. La primera sorpresa que depara la cueva es su ubicación, en pleno centro del pueblo.
Atienza (Guadalajara)
El paisaje es medieval, pero Atienza fue una vez Troya. Sucedió en 1970, cuando el director griego Michael Cacoyannis lo escogió como escenario para Las Troyanas. Tres meses de rodaje fueron suficientes para que Katharine Hepburn se enamorara del pueblo. De aquella época, hay una foto de la estrella y del director frente al arco Arrebatacapas, que forma parte de la primera muralla. Atienza se encontraba protegida por dos líneas de murallas que se adaptaban al cerro como un guante. De ahí que el Cid Campeador, que pasó por estas tierras de la Serranía de Guadalajara en su camino hacia el destierro, dijera de Atienza y su castillo que era "peña muy fuerte".
Cerca del castillo se encuentra la iglesia de Santa María del Rey. Fue una de las catorce que hubo durante la Edad Media.
Lea el listado completo de los cien pueblos más bonitos de ese país en este enlace.