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La odisea de traer a joven enfermo en Australia de regreso a Colombia
Julián Sáenz viajó a aprender inglés en el país oceánico, pero su vida dio un giro de 180 grados.
Julián tiene 26 años y es Contador Público. Foto: Tomado del Facebook de Julián Sáenz
A Julián Sáenz sus amigos lo recuerdan como una persona intachable que defendió su fe hasta los últimos días de vida, que resultaron una odisea para su familia en medio del proceso de traerlo de nuevo a Colombia.
Viajar a Australia a aprender inglés era un sueño que Julián Sáenz, un joven nacido en Villavicencio, había estado forjando por mucho tiempo. Y en 2018, luego de trabajar fuertemente, logró obtener la visa y los recursos para irse a Melbourne.
Quienes lo conocían no dudaban del éxito que el joven iba a tener en el extranjero, pues desde siempre lo consideraron trabajador, sensato y un modelo para otros.
“Teníamos 16 años, pasamos por esa etapa en la que hacíamos de todo, pero Julián siempre fue muy correcto. El tema de Dios era criticado por sus pares, pero él siempre defendió sus creencias. Siempre tuvo mucha fe”, le contó a EL TIEMPO Ginna Echeverri, amiga de Julián desde el colegio.
Su viaje, sin embargo, sí que iba a poner a prueba esa fe y a develar lo difícil que puede ser para una familia en Colombia traer de regreso a sus seres queridos cuando se presentan situaciones adversas.
Aparecen los síntomas
Pocos meses después de haber llegado al país oceánico, el sueño de Julián se vio truncado rápidamente por la aparición de una inapetencia constante, acompañada de vómitos y una acelerada pérdida de peso. Las molestias lo llevaron a consultar al médico y, en ese momento, empezó un calvario que jamás imaginó: incontables exámenes especializados y el deterioro veloz de su estado de salud, con una pérdida de más de 30 kilos de peso.
Luego de dos meses de vivir esta crisis de salud, hacia noviembre de 2018, Julián optó por avisarle a su madre, Concepción Velasco, para que buscara la forma de viajar hasta el lejano país y lo acompañara en su enfermedad, cuyo diagnóstico era incierto. Ella hizo todo tipo de esfuerzos para obtener la visa y el 31 de diciembre de ese mismo año pudo arribar a Melbourne.
Juntos, Julián y Concepción, libraron una batalla por la vida que implicó incluso enfrentar a la compañía de seguros que se contrató antes de viajar. En principio, la empresa no quería solventar los gastos del joven porque aseguraba que lo que tenía Julián era una enfermedad preexistente. Esto, pese a que los médicos ni siquiera habían determinado en ese momento qué estaba consumiendo tan rápidamente a Julián.
Julián Andrés Sáenz Velasco es oriundo de Villavicencio. Foto:Archivo particular
Además, ni él ni su madre sabían inglés, por lo que fueron varios los esfuerzos del hospital Austin de Melbourne por lograr una comunicación con la familia. Incluso, varios voluntarios se sumaron a la lucha de la familia y trataron de mediar para que la situación fuera más llevadera para ellos.
Hasta ese entonces, el padecimiento de Julián se trató como enfermedad desconocida, y aunque fue sometido a varios exámenes, no se le entregó un único diagnóstico.
En otro frente estaban los gastos de los tratamientos médicos, los cuales, gracias a varias campañas de apoyo en Australia y también en Colombia, se lograron costear.
“Esto nos ha quebrado el corazón a todos, menos a él. Julián continúa con su fe inquebrantable, consciente de que solo un milagro de Dios podrá salvarlo y él dice que así será”, dijo en su momento a este diario Rosemary Watson, una de las voluntarias en Australia.
La carrera contrarreloj avanzaba y, además, la visa de Julián estaba por expirar, por lo que tuvieron que acudir al consulado por apoyo para presentar la situación del joven.
“Pese a todo lo que tuvieron que vivir, Julián nunca se quejó, nunca desfalleció, nunca le preguntó a Dios por qué le había pasado eso a él”, agregó Ginna, su amiga.
Incluso, el 26 de abril de 2019, él mismo colgó un video en sus redes sociales para agradecerles a las personas que lo estaban apoyando.
“Quiero aprovechar este video para darle las gracias a cada persona que se ha tomado el tiempo para estar pendiente de mi madre y de mí, para ayudarnos. Sin embargo, quiero que este video sea para darle las gracias a Dios porque hoy estoy vivo. Porque a través de lo que estoy viviendo he aprendido muchas cosas. Muchos dirán: ‘¡Ese muchacho está loco!’. Pero yo creo que si no estuviera en estas condiciones, no hubiera aprendido tanto”, dijo Julián en la grabación. Estas fueron las últimas palabras en público que se le escucharon.
Regreso a Colombia
Pasaron meses hasta que la familia, bajo la petición de máxima reserva y respeto por la vida de Julián, logró traerlo a Colombia para que fuera atendido en un hospital de Bogotá. Sin embargo, la lucha terminó en la capital, donde Julián murió rodeado de su familia. ¿La causa? Un cáncer de estómago que lo consumió rápidamente, pero que en ningún momento le arrebató su fe.
“Julián siempre fue ejemplo de fortaleza, alegría y tranquilidad. Nunca lo vi enojado o molesto por algo, y así lo voy a recordar siempre”, finalizó su amiga.
El tiquete que Julián compró lo llevó siempre a un destino de fe, y las personas que estuvieron a su alrededor recalcan la entereza con la que siempre confió en que Dios sabía lo que era mejor para él. En homenaje a esa fortaleza, EL TIEMPO retoma su historia y el camino que transitó.
hasta que se fue de este mundo, pero dejando un mensaje de lucha, perseverancia y amor por sus creencias e ideales.