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El encanto de Colombia
A propósito de la película Encanto, de Disney, una lista de las maravillas del territorio nacional.
Los flamencos habitan entre el mar Caribe y el bosque seco de La Guajira, en lagunas costeras regadas por arroyos que abastecen de alimento a estas aves. Foto: Andrés Hurtado García
Así describía Juan de Castellanos la llegada de Gonzalo Jiménez de Quesada a la sabana de Bogotá. Estas inmortales palabras pertenecen a la Elegía de varones ilustres, en la que el autor narra en 150.000 versos episodios de la conquista en la Nueva Granada. Así es la Sabana y así es Colombia: “Tierra buena”.
Y de esas épocas remotas nos trasladamos a la expectativa que se ha generado en Colombia por la llegada de la película Encanto, que ya se anuncia y que trata sobre las bellezas de nuestro país. El film tiene el sello de Disney y sus personajes son dibujos animados de la familia Madrigal. La película se estrena el próximo 24 de noviembre, según nos han anunciado, y adelantan que tendrá voz de Maluma. Este artículo resume varios de los encantos de nuestro país que merecieron el honor de la película de Disney.
Por donde se la mire, Colombia es un filón de inagotables maravillas y encantos. Poseemos un inmenso territorio de selva amazónica, tres cordilleras, Llanos Orientales, cumbres nevadas, páramos, bosques de niebla, ríos, playas, islas, incluso desiertos.
‘La casa de la esquina’ la llamaba el Sabio Caldas por los inmensos balcones a los dos océanos. Para gozar del calor o del encanto de la nieve, los europeos deben esperar varios meses la llegada de las estaciones. En Colombia basta viajar dos horas para cambiar de clima y al cabo de otras dos de carretera de nuevo hay cambio de clima. Esto es asombroso.
Raudal Alto de Caño Mina, Guainía. Donde confluyen la selva, los ríos, los caños, los cerros que se levantan solitarios en la selva, los raudales y las cascadas. Foto:Andrés Hurtado García
Cuando yo estudiaba en España en la década de los 70 escribí un artículo en la revista de vuelo de Iberia, hablando de las maravillas de Colombia. Hasta hoy llevo la lista de más de 5.000 viajeros ilustres de todas las profesiones que han venido calladamente a visitar el país que yo les mostré y al despedirlos en el aeropuerto me dicen: “Hemos visitado el país más bello y variado del mundo” y así lo escriben al regreso en sus países de origen.
Con orgullo nos mostramos al mundo como el país más rico en los elementos más hermosos de la naturaleza: aves, orquídeas, mariposas, heliconias (que son los vistosos platanillos), esmeraldas y un río, Caño Cristales. Nunca nos cansamos de repetir nuestra riqueza en biodiversidad: poseemos entre el 10 y el 15 por ciento de todas las plantas y animales de la Tierra. Sí, Brasil es el primero, porque es siete veces más grande, lo que nos convierte en el número dos en el planeta y en número uno por unidad de área. Somos el segundo país en cantidad de plantas, anfibios y peces de río, el tercero en reptiles y palmas y el cuarto en diversidad de mamíferos. Todo esto se lo debemos a la cantidad de ecosistemas que poseemos, de selva, montaña, llanos y mares. Hay un ecosistema del que nos sentimos particularmente orgullosos: los páramos.
Estos territorios ubicados entre 3.000 y 4.000 metros en el trópico son de particular solemnidad y belleza y una fábrica constante de agua. Los musgos acumulan el precioso elemento; un kilo del material vegetal absorbe un litro y lo va soltando lentamente. Así nacen los ríos, una de nuestras mayores riquezas.
Contamos con 59 parques nacionales naturales y varios centenares de Reservas Privadas de la Sociedad Civil. Entre los parques nacionales sobresalen Chiribiquete, Jirijirimo y la Sierra Nevada de Santa Marta. Chiribiquete es el mayor tesoro americano en pictografías indígenas; Jirijirimo fue escogido por Jaqueline Kennedy por unas fotos que le envié como el lugar más exótico y bello del mundo y la Sierra Nevada es la montaña más alta del mundo a orillas del mar y hábitat del ave voladora más grande del planeta: el cóndor andino.
Guacamayas en Bojonawi, Vichada, una reserva natural creada hace más de 10 años, en la Orinoquia guayanesa. Foto:Andrés Hurtado García
He aquí un recorrido por nuestros ecosistemas. La selva amazónica es el hogar del ave rapaz más grande y poderosa del planeta, el águila harpía. Los Llanos Orientales fueron escogidos este año por el New York Times como uno de dos 52 “places to love” en el mundo. Reúnen el encanto de las sabanas, de los tepuyes y de los amaneceres y atardeceres millonarios en luces y colores. Allí se encuentran El Hato La Aurora, que es el edén de la fauna silvestre en Colombia y en cuyo seno han nacido 56 jaguares que se han expandido por las inmensidades del llano, y Hato Palmarito, el pionero en la creación de Reservas Naturales de la Sociedad Civil.
Las tres cordilleras dotan a Colombia de todos los pisos térmicos propicios para la agricultura y la biodiversidad. El Caribe colombiano posee playas de impresionante belleza como las del Tayrona, que fueron elegidas por The Guardian de Londres como las novenas playas más bellas del mundo.
El inmenso litoral Pacífico ofrece el encanto de las playas de arenas negras impolutas y el balcón para mirar el desfile de los delfines en los primeros meses del año y la llegada de las gigantes ballenas yubartas a partir de julio. Hay varios lugares propicios para estos avistamientos. El Ecolodge El Almejal, cerca de Bahía Solano, es uno de ellos.
Playa del parque Tayrona, en la costa Caribe, zona protegida que abarca las laderas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Foto:Andrés Hurtado García
Incluso tenemos un desierto, La Guajira, en el que vive una etnia, los wayús, poseedora de hermosas tradiciones y sabiduría ancestral. Entre los muchos lugares que el desierto de La Guajira ofrece al ávido visitante están las sugerentes arenas de Taroa, tras cuyas dunas uno esperaría encontrar al Principito, y la Serranía de la Macuira. Esta montaña es única en el mundo. Totalmente rodeada por el implacable desierto, levanta sus tres picos cimeros y se arropa con bosques de niebla; allí nunca llueve y los árboles toman el agua directamente de las nubes. Un milagro de la naturaleza.
Volvamos a la Amazonia, tesoro de Colombia y del planeta. Hay tres departamentos que concentran todo el encanto misterioso de la selva y de cuyo bienestar ambiental está encargada la Corporación CDA: Vaupés, Guainía y Guaviare. El primero alberga el raudal de Yuruparí, que narra la creación, y el raudal de Jirijirimo. El segundo ofrece los cerros de Mavecure, el río Inírida, el más completo de Colombia, y el raudal Alto de Caño Mina. Y el tercero, el tesoro de los petroglifos en varias de sus montañas.
Todas estas bellezas las he descrito en mis libros: Colombia secreta, Caminando Colombia, Parques Nacionales de Colombia y en Paraísos de Colombia, libro que aparece en estos días. Allí se han inspirado muchas agencias de viajes para organizar el turismo de naturaleza. Sí, Colombia es “tierra buena, tierra que pone fin a nuestra pena”.