Pocos destinos son tan placenteros como Santa Marta y Magdalena. Más allá de sus playas, reconocidas entre las mejores del mundo, hay una ruta histórica por la que debería dejarse seducir.
En una caminata por el Centro Histórico, se ven los inmensos cruceros que atracan en el puerto de la ciudad. Allí se siente el ambiente caribeño, adornado con los restaurantes sobre los adoquines y ambientado por la cultura musical, con los sonidos de la champeta y de Carlos Vives. La capital samaria es sinónimo de paraíso, de aventura extrema y travesía por la cultura Tayrona. Estas son actividades imperdibles en este destino de sol y playa.
Volar por la playa
Primera imagen de Santa Marta: el mar. Este debe ser el punto de partida. Una de las opciones es playa Blanca, un lugar ubicado a pocos minutos del Rodadero y a donde se llega en lancha.
Lo sorprendente aquí no es el sol resplandeciente o la arena blanca, sino la tirolina que impacta a cualquier turista que quiera volar sobre el mar. Por una larga cuerda de 450 metros puede ver desde el cielo la profundidad del mar cuando se deja llevar por la adrenalina, a más de 100 metros de altura. Aquí, de verdad, puede sentir que vuela, con una velocidad que va en aumento cuando se choca contra la almohada que lo recibe del otro lado.
Luego del vuelo puede acostarse en la arena, dejarse broncear por el sol y luego lanzarse al mar. Así saldrá renovado a otra aventura.
Ciudad Perdida
Viajar a la majestuosa Ciudad Perdida, una maravilla colombiana que fue apenas descubierta en 1976, puede ser complicado para algunos, pues se requieren entre 4 y 6 días para llegar.
Sin embargo, a una hora de Santa Marta están algunos vestigios de la civilización Tayrona. Se trata de Tayronaka, un amplio terreno en montaña donde hay 10 terrazas indígenas recuperadas hace 15 años.
El recorrido hacia Tayronaka se hace a través del río Don Diego, cuyas aguas eran frecuentadas por los indígenas. Esta ruta, adornada por caracolíes, macondos y robles, es un espacio de tranquilidad y desconexión. En su suelo aún se encuentran piezas rotas de barro cocido; además, los caminos en piedra y las terrazas están intactos.
Aquí se puede compartir con familias kogui que visitan estas terrazas sagradas, en un recorrido que toma alrededor de 90 minutos. La travesía culmina con el descenso en neumático por el río Don Diego.
El valor de alojamiento por noche y recorrido es de $ 142.000. Hay servicio de pasadía.
La vida sobre el agua
En Magdalena hay un arcoíris sobre el agua formado por el reflejo de las casas que flotan en la ciénaga del Pajaral. Son rojas, verdes, naranjas, amarillas y azules; están clavadas con palotes y parecen una ilusión: es mágico.
A Nueva Venecia, corregimiento de Sitionuevo de 500 casas de palafito, se llega tras un recorrido de 90 minutos en lancha por la Ciénaga Grande. Cientos de peces revolotean a lado y lado. Aves como gaviotas o alcatraces se lanzan a la caza y pican en al agua para comer.
Al llegar al pueblo, un letrero de bienvenida y un pescador navegando cerca son la primera imagen. Los lugareños saludan desde sus casas a quien pase en canoa. Los pocos perros ladran.
Nueva Venecia es ideal para escuchar historias de viejos pescadores con hijos en cada pueblo, de desplazados que se asentaron allí tras su desgracia y de los malos recuerdos que les dejó la toma paramilitar que acabó con 39 de sus habitantes en noviembre del 2000. Pese a todo, ofrecen una sonrisa y una buena conversación.
Este recorrido de pasadía se debe hacer desde tempranas horas de la mañana y es ideal para los fanáticos de la fotografía. Además de las viviendas en palafito se puede apreciar la cancha que Falcao García donó para los niños, aunque ya no tienen balones con qué hacerlo, pues las aguas de la ciénaga se los llevaron todos.
Tayrona, infaltable
Las playas del parque Tayrona están seleccionadas entre las mejores del Caribe, pero debe tener en cuenta que se tiene que apartar al menos tres días para explorar este sitio paradisíaco.
El parque ofrece playas como Arrecifes, La Piscina, Cabo San Juan, Cañaveral, algunas de las cuales ofrecen servicios de cabañas o campin.
Tras largas caminatas por subidas y bajadas en una espesa vegetación se encuentran los frutos cuando se empieza a escuchar el choque de las olas con las piedras inmensas y, luego, a divisar un mar esplendoroso, azul, y cuya playa es de arena blanca, limpia.
El horario de entrada es a las 5 de la mañana. Es posible hospedarse en las ecohabs. Una noche vale alrededor de 750.000 pesos.
Si usted va
Santa Marta cuenta con una amplia oferta hotelera; uno de los recomendados es el recién inaugurado Garden Inn Hilton, el cual está ubicado en plena zona histórica y al lado del puerto marítimo. Otra buena opción es el Irotama by Karisma, hotel que ofrece la experiencia de que la habitación en la cual se hospeda quede prácticamente al lado del mar.
CRISTIAN ÁVILA JIMÉNEZ
* Invitación de la Asociación Hotelera y Turística de Colombia (Cotelco)