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¿Cuándo acudir a urgencias?

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Ser padres primerizos no es fácil. Basta el paso de los primeros meses de vida del bebé para experimentar un estado de alerta permanente. Cualquier síntoma, quejido o alteración del estado de salud del niño dispara automáticamente los niveles de angustia y temor de los nuevos padres. ¿Se le subió un poco la temperatura? ¿Lloró toda la noche? ¿Sus deposiciones están más blanditas? ¿Tuvo un asomo de tos? ¿Vomitó algo de leche? En muchos casos, sobredimensionar estos episodios hace que los progenitores terminen, muchas veces sin necesidad, en un servicio de urgencias.
La zozobra, la impotencia y la duda de que algo malo le sucede al niño suelen ser las razones de buscar ayuda médica a la hora que sea. Y esto, aunque es normal cuando se es padre por primera vez, no por ello deja de ser bastante agotador.
Por eso, es esencial que aprendas a reconocer en qué casos y hasta qué punto puedes atender a tu bebé en casa y cuáles son los síntomas y signos de alarma que te indican que debes acudir al médico inmediatamente.
Con ese fin, hemos elaborado para ti un listado de los malestares más comunes de los bebés en sus primeros meses de vida y, con la asesoría médica del pediatra Álvaro Jácome Orozco y de Martha Beltrán González.
Lo primero que debes saber de la fiebre es que es un síntoma bueno, un aliado que te permite saber que el organismo de tu pequeño está activando correctamente los mecanismos de defensa ante una infección que puede ser viral. Ocurre cuando su temperatura supera los 37,5°C, comprobados a través de la medición con un termómetro digital o de mercurio, pues como lo explican los pediatras, no existe la fiebre interna y no se puede sospechar que el pequeño tiene fiebre simplemente porque tenga la cabeza caliente y las manos frías.
La fiebre puede ser continua (se mantiene a lo largo de cierto tiempo, generalmente tres días) o recurrente (aparece y desaparece, de forma intermitente, por ejemplo, cada una o dos semanas).
Ahora bien, para el doctor Álvaro Jácome, si tu bebé es menor de tres meses y presenta fiebre debes consultar inmediatamente al médico para que le realicen exámenes. En cambio, a partir de los tres meses, puedes darle un tratamiento en casa intentando refrescarlo de forma convencional, es decir, liberándolo de ropa; poniéndole paños húmedos y tibios en la frente o bañándolo con agua tibia, nunca fría, ni en alcohol, pues esto último aumenta la temperatura.
No obstante, si la fiebre se mantiene por más de tres días, se eleva a 40°C y si su condición no mejora con el manejo que le ha dado en casa, debes acudir a urgencias o comunicarte con el pediatra para seguir sus indicaciones y superar la situación.
La primera causa de diarrea y el vómito en la población infantil son los virus, seguidos por la contaminación de los alimentos. También se puede originar por causas fisiológicas propias del sistema digestivo del niño como dificultades en la absorción del alimento o inflamaciones en la pared intestinal que incrementa la pérdida de líquidos y de nutrientes. Por eso es que cuando hay diarrea y/o vómito el mayor riesgo que corre tu pequeño es que padezca una deshidratación si no es tratado adecuadamente.
Adicionalmente, debes tener en cuenta que los niños menores de un año de edad, pierden líquidos a mayor velocidad debido a que su cuerpo cuenta con una mayor composición de agua, comparado con los niños más grandes.
En ese sentido, puedes tratarlos en casa haciendo una adecuada reposición de líquidos: si tu bebé es lactante es importante que por ninguna razón suspendas la lactancia materna y continúes ofreciéndola con mayor frecuencia. Si es mayor, puedes ofrecer sueros de rehidratación oral y ofrecer normalmente la alimentación que tu pequeño viene recibiendo pero reduciendo el consumo de grasas.
Si tu pequeño continúa comiendo con normalidad y las deposiciones se empiezan a normalizar, no hay problema en tratarlo en casa. Según los expertos, estos episodios pueden durar entre tres y cinco días. No obstante, si el niño empieza a presentar deposiciones o vómitos con sangre o signos de deshidratación como boca seca, llanto sin lágrimas, ojos hundidos, signo de pliegue (halas su piel y esta retorna lentamente a su estado original) o deposiciones líquidas imparables y bastante fétidas durante 24 horas seguidas, debes acudir inmediatamente al médico.
La tos y los mocos son, en principio, mecanismos de defensa que tiene el organismo de tu bebé para expulsar elementos extraños que se absorben durante la respiración normal. También son la respuesta a irritaciones o inflamaciones de la vía aérea que se producen como consecuencia de enfermedades respiratorias o estados gripales.
Por lo tanto, “no se debe intentar suprimir estos síntomas sino entender cuál es la razón por la que se están presentado y con esa información manejarlos adecuadamente”, aconseja el doctor Jácome.
Ahora bien, de acuerdo con la doctora Martha Beltrán, la tos y el resfriado en un bebé menor de tres meses puede ser la primera manifestación de una enfermedad respiratoria más grave y por lo tanto, se debe consultar inmediatamente a urgencias para descartar la presencia de alguna Infección Respiratoria Aguda (IRA) y seguir el tratamiento correspondiente.
En el caso de los niños mayores, se debe esperar la evolución de la tos y de la congestión nasal: si tu pequeño come bien, respira bien y su estado general es normal, puede que solo esté atravesando un leve resfriado.
En cambio, si notas que presenta dificultades para respirar acompañadas de sibilancias, se le hunde la piel alrededor de las costillas, se fatiga, se ahoga al comer y presenta decaimiento, debes acercarte a un centro de urgencias lo antes posible.
Se trata de un proceso irritativo en el área del pañal (genital y glúteos) que, en su fase inicial puede ser manejada en casa con una buena crema hidratante y protectora que contenga óxido de zinc o almidón. A su vez, su aparición tiende a disminuir adoptando medidas correctas de higiene como la limpieza de tu pequeño con suficiente agua, la reducción del uso de pañitos húmedos y la ventilación de la piel por varios minutos antes de aplicar la crema protectora y de poner el pañal.
Ahora bien, si el área se vuelve muy roja y se observan peladuras casi sangrantes, se debe consultar al médico para evitar complicaciones.
Los golpes y caídas son inconvenientes muy comunes en los primeros años de vida de tu hijo. Afortunadamente, de las múltiples veces que tu pequeño puede caerse, un porcentaje muy bajo reviste riesgo.
No obstante la gravedad que le des al asunto dependerá de las características del golpe y de la altura. “Por ejemplo, si tu niño menor de 6 meses se cae de una altura mayor a 1 metro, debes llevarlo inmediatamente a un servicio de urgencias así luzca bien ya que su cráneo tiene una composición más flexible en las unidades óseas y hay un mayor riesgo de que se presenten fracturas. Pero hay golpes muy leves, contra la baranda de la cuna o caídas muy suaves que no requerirían consultar”, explica el pediatra Jácome.
En estos casos, la primera recomendación es mantener la calma y evaluar la situación: trata de identificar en qué parte se golpeó, a qué altura cayó, si hay evidencias de traumatismos como chichones, inflamaciones, raspones o cortadas y cuál es el estado general del bebé una vez ha parado el llanto. Este análisis te permitirá determinar si es necesario acudir a urgencias o no.

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