Juan Fernando Gómez R.
Sociedad Colombiana de Pediatría
Juan Fernando Gómez R.
Sociedad Colombiana de Pediatría
La crianza en los nuevos tiempos despierta con frecuencia preocupaciones en unos de sus principales protagonistas: los padres.
El temor a equivocarse en el proceso y el hecho de que no existan reglas fijas, asociados a la condición de los niños como sujetos de crianza, influyen para que el desconcierto aparezca con frecuencia en los padres de hoy.
En el contexto descrito, surgen las dudas en el proceso de crianza entre una tentación por parte de los padres hacia un comportamiento permisivo frente a los hijos y otra tendencia autoritaria en la relación con ellos, ambas con consecuencias negativas en la evolución del proceso.
Se ha demostrado mediante estudios de seguimiento a largo plazo, que ambas tendencias producen como resultado jóvenes con un autocontrol muy deficiente y una incorporación difícil al tejido social.
Frente a lo anterior, surge entonces la necesidad de una propuesta asertiva, con matices democráticos y dialógicos, pero enmarcada en el ejercicio irrenunciable de una autoridad serena, fortalecida ante los hijos por el ascendiente que los padres se ganan en el contexto de un acompañamiento amoroso y comprometido en la cotidianidad, donde el afecto y el ejemplo ocupen un lugar determinante.
Los humanos somos seres de crianza prolongada y, por ello, dependemos mucho del acompañamiento de los adultos significativos.
Cuando este acompañamiento es inseguro, con frecuencia genera también niños inseguros. Frente a esta eventualidad, es necesario reasumir el papel del adulto.
Una crianza orientada por el amor, la tradición cultural, el sentido común y algunos conocimientos científicos.
Además, tendrá que brindar todos los elementos necesarios para que las constantes dudas que nos pueden surgir no hagan parte de este apasionante proceso de la crianza de los hijos, definido magistralmente por Sabin, cuando afirmó: “Sólo hay dos legados duraderos que podemos abrigar la esperanza de dejar a nuestros hijos: uno, las raíces; y el otro, las alas”.