Sin lugar a dudas, a los hijos sí les sirve una buena Navidad o una buena celebración en familia. Está comprobado que aquellos adultos que tuvieron en su hogar celebraciones y ritos amorosos, son más estables, más generosos y más equilibrados en su actuar.
Es por esto que estás épocas de fin de año son una excelente oportunidad para recordarle a los hijos que los queremos y que son lo más importante en nuestras vidas. Esto se logra con una reunión familiar, uniendo a todos sus alrededor de un objetivo o de una creencia en común.
Aquí es importante que cada familia reflexione sobre lo que la festividad realmente significa para ellos. Por ejemplo, ¿cuál es el mensaje que queremos dejarle a nuestros hijos a través de nuestro encuentro y la forma de compartir?
Seguramente, todos queremos que ellos aprendan la importancia del dar, del compartir, del servicio social, de la tolerancia y, sobre todo, del amor incondicional. Los hijos solo seguirán nuestro ejemplo, es decir, lo que hagamos y les enseñemos.
Todos tenemos recuerdos imborrables de la Navidad. Los que tienen recuerdos gratos quedan “tanqueados emocionalmente” para el resto de sus vidas. Es más, pueden reproducir esas gratas sensaciones con sus hijos y crear así una buena tradición.
Los que tienen recuerdos tristes y/o los que no logran recordar que se hiciera algo especial en estas fechas, son los que tienen que inventarse algo “psicológico” que les sirva de soporte.
Lo importante aquí es crear nuevos escenarios donde uno pueda sentirse querido y apreciado y, al mismo tiempo, hacer sentir al resto de la familia de la misma manera.
Nunca olvide que el “centro de atención afectuosa” es primordial para un niño y lo es también para un adulto. Al fin y al cabo por ser adultos no quiere decir que debemos perder la magia del amor y del afecto. Las celebraciones de fin de año son una excusa perfecta para empezar tradiciones de amor como lo son cantar juntos, salir a comer juntos, jugar, cocinar, leer, rezar juntos, en fin, compartir tiempo especial con los seres queridos.
A través de los ojos de los niños, como adultos también podemos ver la Navidad y convertirla en algo maravilloso para todos. Si quieres comprar regalos o mejor, si puedes hacerlo, que sea como símbolo de afecto genuino o de agradecimiento real. Es bueno reunirse en familia o con las personas cercanas a nuestro corazón y hay que conectarse con una fuerza suprema y abrir el corazón en estas épocas.
Todo esto se puede hacer con diferentes rituales religiosos o no religiosos, pero ante todo, no olvides hacerlo y que sea el producto de ese deseo de compartir en familia. Esos momentos quedan en el inconsciente y se grabarán para siempre. Dejemos en las mentes y corazones de nuestros hijos los mejores recuerdos. Más adelante lo van a recordar y les dará fuerza para enfrentar la vida.
¡Feliz Navidad!