Cuando tu niño va a la guardería, el jardín o al colegio, no es solo su sistema nervioso el que aprende y adquiere conocimientos; el o con un nuevo medio y con decenas de niños es todo un mundo nuevo para su sistema inmunológico que, al igual que las células nerviosas, aprende generando defensas contra virus y bacterias, con algunas batallas que pierde y se manifiestan como enfermedades, la mayoría de ellas benignas.
Los sistemas respiratorio y digestivo son los más expuestos y responsables del ausentismo escolar en esas épocas.De estas luchas proviene el nombre genérico que damos a nuestros niños: los adorables mocosos.
Cuando un niño presenta síntomas que pueden corresponder a alteraciones en su salud, provocadas por una enfermedad, o presenta cambios en su modo de ser habitual, surge en los padres la duda de enviarlo al jardín infantil, o llevarlo al médico con todas las implicaciones de tiempo y dinero que esto representa.
Sabemos que la gran mayoría de los síntomas que presenta un niño durante el periodo escolar corresponden a procesos infecciosos, los cuales, en su gran mayoría, se deben a virus y tienen un curso benigno que requiere apenas del uso de antipiréticos, la istración de líquidos y analgésicos.
Pero también es cierto que algunas condiciones médicas serias, menos frecuentes por fortuna, tienen un comienzo con síntomas vagos y mal definidos y se hace necesaria la intervención del médico de manera oportuna para evitar perjuicios o secuelas mayores.
En este artículo vamos a considerar algunas situaciones de salud comunes, que se presentan con frecuencia durante este periodo y ofreceremos algunos consejos prácticos para su manejo, teniendo en cuenta que, en los casos que enunciamos a continuación, el niño no debe asistir al jardín.
Según el Dr. Gustavo Álvarez, médico familiar, es importante siempre prestar atención y mantener una actitud serena y ponderada ante los cambios de ánimo, comportamiento o presencia de síntomas de enfermedad en el niño pequeño y en el ambiente escolar.
Resulta contraproducente el exceso de preocupación que conduce a consultas innecesarias tanto como el desinterés que puede llevar a consultas tardías. El punto más importante es saber reconocer “el cambio” que representa la presencia de una enfermedad en la conducta y modo de ser del niño y la observación cuidadosa del curso del proceso en el tiempo, por lo general horas. Estos dos factores generan seguridad y la toma de una decisión adecuada en cada caso.
Estos malestares son los más comunes, pero no por ello menos importantes.Cada uno de los casos anotados requiere observación y atención cuidadosa. Nunca debe enviarse al niño al jardín por comodidad de los padres, esto atenta contra la salud tanto del niño como la de los demás compañeritos del jardín infantil.
Diarrea
Cuando nuestro niño presenta cambios ligeros en la consistencia de su deposición, no tiene fiebre ni vómito, tolera ingerir líquidos y su actividad es normal, seguramente está pasando por un proceso pasajero de intolerancia o de infección viral autolimitado que debe ceder rápidamente.
Pero si en cambio, progresa o presenta desde un comienzo deposiciones frecuentes, acuosas, malolientes con moco o sangre, corre el riesgo de deshidratación y debe ser examinado por su médico a la mayor brevedad.
Dolor de garganta
El dolor de garganta simple que manifiesta el niño con frecuencia, sin fiebre y secreción mucosa transparente, puede considerarse como una forma leve de infección viral pasajera que solo requiere de observación. La fiebre, sobre todo si supera los 39º C, representa un signo de alarma que debe tener al menos de observación en casa. Ahora bien, cuando el dolor es fuerte, la fiebre es alta, con escalofrío, hay dolor de cabeza y abdomen, el niño debe ser llevado de urgencia al médico.
Fiebre
Sin duda, la fiebre representa uno de los signos que más preocupación generan en los padres. Un niño mayor de cuatro meses de edad con una temperatura menor o igual a 38 C, que recibe líquidos y se nota activo y no presenta cambios en su comportamiento, puede ser observado en el hogar o enviado al colegio o guardería con las recomendaciones pertinentes. Casi todos estos procesos son pasajeros y ceden rápidamente. Sin embargo, todo niño menor de cuatro meses, o con temperatura mayor a la descrita, debe ser llevado al médico con el fin de descartar un proceso infeccioso definido.
Dolor abdominal
El dolor abdominal representa uno de los motivos de ausentismo escolar más frecuente. El dolor abdominal, sobre todo si se acompaña de otros síntomas como diarrea, fiebre o vómito debe ser motivo suficiente para acudir al médico.
Por desgracia no existe manera de descubrir con certeza si el dolor abdominal es pasajero o representa la instalación de una patología definida como la apendicitis aguda. El consejo práctico es dejar en manos del médico la decisión de observar y estudiar cada episodio particular.
Ojos rojos
Cuando los ojos de los niños aparecen rosados en su porción normalmente blanca, acompañados de lagrimeo, es muy probable que el infante enfrente un proceso alérgico o viral pasajero. En cambio, cuando la congestión del ojo es intensa, hay dolor y/o secreción amarillenta o verdosa, se trata de una conjuntivitis infecciosa que requiere de intervención médica.
Vómito
El vómito ocasional en una o dos oportunidades, de contenido alimenticio, con un poco de náuseas, sin otro síntoma acompañante, pude ser considerado como un evento transitorio, producto de lo que comúnmente llamamos indigestión y no requiere nada distinto de una observación cuidadosa y un intento de probar su tolerancia a los alimentos con líquidos una horas después. En caso de persistir el vómito, que presente fiebre o que el niño manifieste sed o dolor abdominal y/o deposiciones diarréicas, debe ser llevado al médico.